ENTREVISTA EXCLUSIVA

“El control de pares que hay entre varones es para que no seas puto”

Este fin de semana se realizará el 7° Encuentro Latinoamericano de Varones Antipatriarcales en Buenos Aires. Nueva Ciudad habló con uno de los organizadores sobre el rol de los varones, la existencia o no de un hombre feministas y cómo se aborda la deconstrucción desde un ser varón antipatriarcal.



Por Leila Lobos

“No entendemos ningún feminismo posible fuera de una postura anticapitalista y en contra de este sistema violentísimo que además es violencia patriarcal en su máxima expresión: El Estado y la Policía”,
sentenció Fran Simón del colectivo Varones Antipatriarcales en diálogo con Nueva Ciudad.

La organización de la que participa es una de las organizadoras de la séptima edición del Encuentro Latinoamericano de Varones Antipatriarcales que se hará esta fin de semana. En ese marco, Nueva Ciudad dialogó con Simón quien contextualizó: “Así como no es posible ver dónde y cuándo el poder está pactando ésta avanzada impresionante, que la vemos en nuestra región y esa toma del poder público, también hay otros pactos que está haciendo el capitalismo que es este recrudecer de la violencia machista. Es impresionante porque no podemos bajar el índice de feminicidios y eso también tiene que ver con ese poder patriarcal capitalista que está pactando eso también”.

¿Cuál es la necesidad política de gestar estas organizaciones de varones, qué implica este nuevo actor y dónde se ubica?

Nosotros entendemos que el espacio público y político siempre fue dado a lo masculino y al hombre, entonces es necesario que los varones nos empecemos a encontrar en espacios íntimos y de cuidado, que estemos politizando esa intimidad y nos encontremos como varones para interpelar nuestra construcción de la masculinidad.

No vamos a acompañar a las compañeras el movimiento feminista no nos necesita para la gesta impresionante y la acumulación política que vienen llevando. Al contrario, necesitamos que nos acompañen para ayudarnos a encontrar espacios para salir de estas estructuras porque entendemos que es necesario un trabajo con los varones con perspectiva feminista. Por eso también planteamos como base varones antipatriarcales, como esa contradicción productora y desde ahí construimos, por supuesto, hacia un feminismo.

¿Crees que un varón cis heterosexual puede ser feminista?

Coincido con la línea que plantea Rita Segato como metáfora de que el varón también es víctima. No se trata de que sea más víctima que otra identidad sino que también hay una opresión porque el sistema oprime a todes por igual. Desde ese lugar yo entiendo que no hay contradicción en ser varón cis heterosexual y estar haciendo un trabajo de interpelación al patriarcado.

El único esquema que le pone palabras al patriarcado es el feminismo, entonces, si un varón cis heterosexual está interpelando al patriarcado profundamente y, quizás, sea un trabajo feminista. Y es sujeto político del feminismo también porque el patriarcado estructura a todes, desde distintos lugares y distintas niveles de violencias. Las mujeres y disidencias cuando se reúnen lo que las aúna es una historia común de opresión y dominación y a los varones una historia común de opresores y dominadores, entonces es importante entender que el lugar que tenemos es de privilegios.

¿Se puede militar la perdida de privilegios?

Si, por supuesto, no quiero que estemos todes habilitades a ser violentes porque podemos. Me gusta mucho Rita Segato y nos habla mucho a los varones. Lo que plantea es que hay un mundo de la feminidad y uno de la masculinidad y este último siempre ocupó el espacio público y político, el hombre con mayúscula. El feminismo lo que plantea es empezar a politizar ese mundo que siempre fue relegado a lo íntimo, que es el mundo entendido como femenino.

Son esas nuevas formas de hacer política, esas nuevas formas de organización y de lucha, esas nuevas formas de estructurar un Estado si es que se puede estructurar un Estado desde el feminismo. El cambio es muy radical. No es sólo que llegues a este espacio, sino pensar el espacio de otra manera. Que el poder fluya de otra forma.

¿Cómo abordan el trabajo de deconstrucción de los varones en espacios mixtos?

Creemos que en la construcción de espacios colectivos mixtos tiene que haber una instancia en la que varones se encuentren y se trabajen hacia adentro. Porque si hay un rol de los varones en el movimiento feminista tiene que ver con la interpelación de cómo se habitan los vínculos en particular con otros varones. Enfocar el trabajo de los varones hacia los varones, dentro del movimiento feminista.

Claramente no es el rol de los varones ser los primeros en la columna del 8M, quizás sea garantizar espacios de cuidado que sostengan esa movilización. También es necesario que los varones se encuentren para empezar a ganar la posibilidad de ser tiernos, de dejar de poner solo una pija en un vínculo sexo afectivo, empezar también a ganar la posibilidad de vincularse empáticamente, de entender que hay un otre ahí, de destejer un poco ese mandato de masculinidad que si bien estructura a toda la sociedad, en particular a los varones, y más en particular a los varones heterosexuales.

También hay algo interesante cuando trabajamos con los varones que es esta tensión que siempre tenemos en cuenta entre lo paki –heterosexual- y lo marica. Las maricas somos varones que fuimos criados como heterosexuales pero que nunca pudimos. Y a su vez, los varones heterosexuales son criados como masculinidades hegemónicas que tampoco pueden alcanzar.

La masculinidad se estructura con un rechazo “a lo puto”. El control de pares que hay entre varones es para que no seas puto y no lo demuestres. Hay una tensión para trabajar ahí que es muy productiva. Cuando le decimos a los pibes “tienen que tensionar su heterosexualidad”, no es que quiero que te comas a un pibe y veas qué pasa. Sino pregúntate por qué sos heterosexual, por qué siempre heterosexual, y por qué heterosexual la norma. Al menos pregúntatelo, fíjate que te pasa con eso. No te vamos dar vuelta el vaso, diría Barreto. Tampoco vamos a ir al Canal de la Ciudad a conducir un programa sobre feminismo.

Entendemos que son otros los roles que tenemos y siempre con una posición de escucha muy activa con respecto a las compañeras, las disidencias, las travas, las putas que tienen muchísimo para enseñarnos en esta acumulación impresionante que tienen.

Esta tensión entre lo paki y lo marica como una de los objetivos, ¿se construyó desde el comienzo?

El encuentro siempre estuvo abierto a todas las identidades que se autoperciban como varones o sean leídas socialmente como varones. Es varón en su más amplia visión. Y eso se dio porque siempre está esto de “los chongos, los violentos”, estas discusiones sobre quienes van a este encuentro pensando que es un lugar donde la gente va a venir a lavar las culpas y que no es ni por lejos el espíritu del ELVA.

Aunque si entendemos, o al menos desde el colectivo Varones Antipatriarcales, y en particular yo creo que los varones tenemos que darnos una gran discusión sobre la violencia, para que no quede en ese lugar monstruoso, inalcanzable e inabordable. Hay que empezar a pensar nosotros si es posible trabajar con la violencia y de qué manera.

Esa discusión la tenemos que tener, por supuesto, a la luz de la lucha y las decisiones de las compañeras que son quienes están sufriendo esa violencia pero después qué pasa con ese violento, a dónde va, con quién, todo esto lo debemos discutir nosotros.

Tenemos que hablar de cómo nos atraviesa y nos estructura esas violencias. Se habla mucho de paternidades, crianzas y de licencia por paternidad pero hablemos también de violencia y crianza. Porque ¿es posible un familia burguesa sin violencia? Generalmente, la violencia se ejerce desde la paternidad entonces hay una gran discusión que la tenemos que dar los varones y los varones en nuestra más amplia categoría.

Una de las banderas feministas es la emocionalidad, ¿qué lugar le dan a esta bandera dentro del ELVA?

Nosotros desde el bondi, una de las actividades que realizamos es tallerear con varones dentro de organizaciones. Y siempre empezamos nuestros talleres con unos juegos corporales con algo de gestal para romper un poco. Son ejercicios simples como caminar por el espacio, mirarnos y saludarnos. Primero la consigna es un saludo formal y todos se dan bien fuerte la mano, después el saludos es a un amigo, ahí todos se abrazan y se golpean la espalda a más no poder. Entonces, empezamos a escuchar por qué nos estamos golpeando. También hicimos otro que era sentarse frente a frente, miras la cara de tu compañero, cerras los ojos y la tocas, la sentís y después ves que pasa cuando volves a mirarla. Y es un ejercicio en donde la imagen te cambia muchísimo y te cambia la conexión.

Después de esos ejercicios hay como una interpelación en el cuerpo que todos empiezan a reflexionar: “¿Qué paso con esto, qué onda?, ¿no puedo saludar más golpeando?”. Ahí la respuesta es fíjate qué te pasa con eso, charlalo con tus amigos varones, colectivizalo.

Pero una vez que hay una interpelación en lo vincular dispara un montón de cosa. Y es lo que más les cuesta a los varones, porque somos muy duchos en hablar y en discursivamente hacer práctica pero después llevarlo a los vínculos nos es mucho más difícil. Siempre apelamos a permitir el vínculo tierno y emocional entre varones y que haya una cuestión de poner el cuerpo porque no lo ponemos. Siempre nuestros talleres empiezan así porque lo que pasa por el cuerpo queda, es difícil volver atrás.

¿Dentro de los ejes del encuentro se trabaja la complicidad machista y cómo?

Por supuesto, es un gran eje siempre. La corporación machista cuando tallereamos lo trabajamos porque también es lo que más estructura. Estas cosas de golpearte la espalda que parecen mínimas; un compañero nuestro decía que son tres golpes, uno por cada palabra: “No soy puto”. Como que va por ese lado.

La complicidad machista no es sólo hacia afuera lo que genera sino también como permite y habilita control de pares hacia adentro para que siempre te mantengas mostrando una capacidad de violencia a otros chabones. Puede haber otras complicidades que no tiene que ver con eso, se puede desarticular esos dispositivos de violencia tan potentes que empiezan en un partidito de fútbol donde somos todos chabones y nos mostramos que grande la tenemos y terminan quemando una piba. Pasar de manada a aquelarre, aprender de este genocidio masivo de brujas que se puede tejer otros lazos, que hay otras complicidades para tejer.

¿Cómo se inscriben en este encuentro las masculinidades no hegemónicas?

La masculinidad la tenemos naturalmente asociada al privilegio y a la violencia y, quizás, una masculinidad trans se inscribe de otra manera y se construye distinto. Entonces, también un eje que tenemos importante en el encuentro es cómo pensamos y construimos nuevas masculinidades, que no tengan que ver con un varón hegemónico.

Por ejemplo, en cuanto a la hegemonía y los privilegios la sociedad te lee y te habilita privilegios. Yo cuando estoy en el laburo me muevo muy distinto y aprendí que gestos tengo que hacer frente a determinados chabones, me puedo hacer el hegemónico en determinados ambientes. Después voy a comer con mi novio y me cagan a palos en Santa Fe y Scalabrini en una pizzería pero en ciertos momentos puedo envestir esa hegemonía y usarla. Entonces hay una cosa que la sociedad te lee y ya está, sos varón y podemos caminar solo por la calle de noche.

¿Dónde ubican el discurso ya gastado de muchos varones del “yo no pego, yo no violo” que descalifica la existencia de una violencia estructural en dominio del varón?

Me parece que tiene que ver con que no estamos dispuestos a revisar nuestra historia como varones para encontrar esos momentos en los que sí ejercimos abuso porque podíamos, porque éramos varones. Es no querer historizarte y problematizar tu historia como varón para ver en qué momento ejerciste un poder sólo porque podías.

Hay que desarmarse y volver a armarse colectivamente. Nunca solo, si no lo estas colectivizando con otros varones no estas deconstruyendo. No es posible. Es importante colectivizar con otros varones, encontrarte con otras problemáticas y chocar con la devolución de otro varón al que le das una palabra legitimada.

En esta experiencia colectiva de los últimos siete años de encuentro, ¿qué cambia, se rompe o deconstruye en un varón que participa del ELVA?

Este va a ser mi primer encuentro pero, por ejemplo, algo que yo no sabía y pensaba que no pasaba es que muchos chabones dejaron de considerarse heterosexuales después de participar de un encuentro.

Después ni hablar que se han formado muchos colectivos y círculos de varones después de un ELVA. Y me parece que este año en particular va a tener muchas cosas el encuentro porque somos muchos, hay muchos talleres, muchas organizaciones, hay mucho dando vuelta con respecto a los escraches, la violenica y cómo se aborda que me parece que va a ser un buen momento para discutirlo, aprovechar el encuentro con esa coyuntura.

Algo también super potente y novedoso son los círculos de varones de colegios secundarios. Eso está pasando, vienen muchos pibes al encuentro que ya se organizan en círculos de varones y a mí en lo personal me sucede que me gustaría articular todo el año que viene con eso pibes para ver que esta pasando ahí. Me parece muy interesante crecer como varón teniendo en el colegio un círculo de varones que rompe por completo la complicidad machista y te permite tejer otras complicidades más de aquelarre.

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