COMUNA 14

El Botánico invita a observar mariposas

El Botánico porteño sumó plantas que atraen mariposas, en cinco años, lograron que lleguen ejemplares de 90 especies; buscan sumar espacios similares con la colaboración de escuelas y vecinos.


En el Botánico crearon un Jardín de Mariposas a cielo abierto, donde revolotean libremente ejemplares de unas 90 especies que parecen poco interesados en la presencia humana. Una puerta baja de rejas y un sendero de piedras abren paso a ese universo diseñado en forma circular en el que a veces se puede disfrutar de la presencia de algún colibrí. Son unos 500 metros cuadrados donde las plantas de los canteros son el secreto para que las mariposas no abandonen este espacio abierto: plantas nectaríferas y hospederas que ellas usan para alimentarse y reproducirse.
 
"Las especies registradas son las que vinieron solas al jardín. No hay especies introducidas ni criadas en el sitio con huevos o crisálidas. Eso es algo que le aporta mucha información de los lepidópteros a este proyecto de reintroducción en la Ciudad de Buenos Aires", cuenta a La Nación Soledad Mesía Blanco, encargada de este mariposario abierto que visitan vecinos, investigadores y escuelas.
 
Hace ocho años, cuando aún no se había implementado esta iniciativa, en el relevamiento de la población de mariposas del Botánico se identificaron solo ocho especies. Ahora, hay registradas unas 90, incluidas algunas polillas. Por eso, con los buenos resultados obtenidos en los cinco años que lleva el proyecto, la idea es promover algo así como un "corredor de voluntarios" en los barrios y las escuelas para que cultiven las plantas adecuadas (pasionarias, aristolochias, margaritas, lantanas, chilcas, verbenas, sen del campo, vara de oro o asclepias, entre otras) para volver a sembrar de mariposas la Ciudad.
 
"Podemos agregar más plantas para aumentar la población en el Jardín Botánico, pero si la reintroducción solo se reduce a este espacio no funcionará tanto como si contamos con más puntos en varios lugares de la ciudad", dice a La Nación Gabriela Benito, curadora de este pulmón verde que diseñó el paisajista Carlos Thays hace 120 años. Hasta ahora, hay por lo menos dos escuelas y varios vecinos que aprendieron cómo colaborar.
 
"Las mariposas son importantes en los ecosistemas porque, como otros insectos, son agentes polinizadores que permiten la subsistencia de ciertas plantas en el tiempo. Están en la base de la cadena alimentaria y muchas veces no se les reconoce el valor que tienen para la subsistencia de otros animales", explica Mesía Blanco. "Hay que generar nuevos espacios como este, mejores y más grandes, para que las mariposas puedan vivir. También espacios verdes en red para que puedan volar libremente en la ciudad y cumplir su ciclo".
 
La disminución de la presencia de mariposas en la Ciudad es evidente: influye el desconocimiento, el crecimiento urbano por sobre los espacios verdes -que reduce su hábitat-, y la contaminación del ambiente.
 
"Cuando se ven orugas en las plantas, la gente las mata o usan productos químicos para eliminarlas porque destruyen los parques o los jardines. Y, al contrario, mientras más diversidad hay en un espacio verde, mayor es su riqueza", indica.
 
Esa reducción de la población de mariposas impulsó al equipo técnico del Botánico a instalar el mariposario. "Hay plantas en las que solo se acercan a poner los huevos", señala a La Nación Mariela Pérez, del área educativa del jardín.
 
Pérez cuenta que las mariposas pueden vivir donde el aire está más limpio. "Su presencia o su ausencia nos habla de la calidad del aire que estamos estudiando. Cuando se hacen relevamientos en reservas naturales, es uno de los primeros animales que se ve y eso indica una buena calidad ambiental", amplía Mesía Blanco.
 
El Jardín Botánico es el primer espacio público del país con un espacio al aire libre diseñado para atraer mariposas.
 
Para observar mariposas es necesario efectuar movimientos lentos, acercarse por detrás de los ejemplares, evitar la sombra, mantener una distancia de por lo menos dos metros, se recomienda agacharse para evitar que el cuerpo se recorte contra el cielo y hablar en voz baja.


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