EL NEGOCIO DE LA BASURA

La historia del negocio

Desde la fundación de la Ciudad por Juan de Garay el tratamiento de la basura ha ido variando con el paso de los años. El camino que hizo Buenos Aires desde la quema compulsiva hasta el negocio multimillonario de hoy.

Werner Pertot
“Hasta hoy la municipalidad ha enajenado, mediante una retribución mensual exigua, el derecho a explotar las basuras a empresarios que la someten a un régimen de explotación abobinable, eminentemente peligroso para la vida de los trabajadores, empleados en la separación de elementos utilizables y de la salud pública en general”
(Comisión de Estudios de la Basura, 1899)

   
Desde la fundación de Buenos Aires por Juan de Garay, los residuos se vertían en terrenos baldíos o se arrojaban sin más al río. En 1803 ya existía un “Reglamento de Limpieza”: indicaba como los vecinos debían sacar los residuos en cueros para que un carro con dos peones se los llevara. En 1860 se instauró la quema, aunque no se instituyó formalmente hasta 1873. La quema era un terreno ubicado cerca del riachuelo donde se incineraban a cielo abierto los desperdicios. Una serie de concesionarios se ocupaban de recolectar los residuos, a la vez que empezaban a aparecer los “rebuscadores de residuos” que intentaban recolectar y vender y que fueron perseguidos por las autoridades. En su mayoría descendientes de indígenas, formaron un barrio en torno a la quema, conocido como “el barrio de las latas” o “de las ranas”. En 1899 el intendente Adolfo Bullrich crea una comisión de expertos que evalúa los distintos métodos internacionales y se inclina con seguir quemando la basura, pero ahora en hornos. Así, a partir de 1904 se empieza a cambiar el método hasta que en 1911 la quema se suprime definitivamente y se construye el “Horno provisorio de Nueva Pompeya”. Además de la incineración, se empieza a usar el método del “vaciadero”: consiste en desparramar los desechos en un terreno abierto y esperar a que la naturaliza los degrade. Para 1947, había 13 vertederos en la Ciudad y los edificos tenían su incinerador. En 1977 la dictadura crea el CEAMSE y prohíbe la incineración. Comienza el enterramiento masivo de residuos, un sistema que surgió en las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos y que sigue hasta hoy.
Según detalla el periodista Gerardo Corina en su libro Ciudad Basura (2013), en el que releva distintos trabajos, entre ellos el de los investigadores sociales Mariano Perelman y Verónica Paiva “De los huecos al relleno sanitario. Breve historia de la gestión de residuos en Buenos Aires”, la Ciudad pasó por todos estos métodos hasta caer en el que dispuso la dictadura y que hoy está obsoleto: el “relleno sanitario” del CEAMSE está al borde del colapso y no hay otros distritos que acepten recibir la basura de la Ciudad.

No obstante, el sistema pergeñado por la dictadura continúa. La historia de la riqueza de la familia Macri no es ajena a la del negocio de la basura que el actual presidente conoce muy bien. El intendente de Buenos Aires en dictadura Osvaldo Cacciatore entregó el negocio millonario de la basura por diez años a una empresa del Grupo Macri, llamada Mantenga Limpia Buenos Aires (MANLIBA).  Así, los Macri estuvieron a cargo de la mitad de la recolección de la Ciudad hasta 1989. En ese momento, el intendente Carlos Grosso –cercano al Grupo y luego destituido por denuncias de corrupción- renegoció el contrato con los Macri: el Estado porteño pasó de pagar 45 dólares por tonelada recolectada a pagar 68 dólares.  Los Macri se enriquecieron con el negocio de la basura hasta la llegada de Fernando de la Rúa a la jefatura de Gobierno. Allí se hizo una licitación donde la empresa del actual presidente quedó afuera. Aparecieron, no obstante, nombres de empresas que se repiten a través de los años. En la empresa de De la Rúa, fueron: 


En el 2004, le tocó renegociar el contrato a Aníbal Ibarra. Como se puede ver, algunos de los nombres se repiten:



Ese contrato debería haberse vencido en 2009, pero el macrismo lo mantuvo por cinco años más –en el que fue aumentando en forma exponencial a través de redeterminaciones de precios- hasta que en 2013 se licitó por diez años más, y una vez más los nombres se repiten:



Nueva Ciudad intentó consultar a las empresas recolectoras. La vocera de una de ellas aclaró que no hacen declaraciones sobre el contrato de la basura. Indicó que de eso ya se encargan los funcionarios del Gobierno de la Ciudad.

COMENTARIOS