A pesar de la clausura, la milonga Sunderland sigue bailando

Luego de 50 días de ser clausurada por el gobierno porteño, la tradicional milonga porteña Sunderland cumplió este domingo con su tercer noche condicionada por no contar habilitación definitiva. 

La milonga pudo ser llevada a cabo gracias a un nuevo permiso especial de la Comuna 12, que le permitió al club del barrio porteño de Villa Urquiza, mantener la actividad pero las autoridades de la ciudad le impiden que permitan la entrada de más de 200 personas, cuando en temporada alta allí se reunían más de 300 vecinos, milongueros, bailarines y visitantes de todo el mundo.

Sin embargo, el cierre del Festival Mujercitas llevó al centro vecinal de Lugones 3161, desde poco antes de la medianoche a gran cantidad de participantes de la propuesta y para disfrutar de las exhibiciones que ofrecieron dos de las organizadoras, Virginia Pandolfi y Moira Castellano, quien bailó en el cierre de la noche con el bailarían Javier Rodriguez, uno de los más prestigiosos de la actualidad.

Semana a semana, la Comisión Directiva del club recorre los pasillos del edificio del viejo Mercado del Plata para recuperar la habilitación que le sacaron hace más de dos meses por un cambio en la interpretación de las normas comunales, que los dejó sin trabajo durante seis sábados que fue parcialmente revocada por el permiso de la comuna del barrio que debe renovarse semana a semana.

Jorge Rodriguez, el responsable de la reunión de baile que se realiza en una cancha de básquet en la que se colocan mesas y sillas para bailar el sábado a la noche, reiteró su preocupación porque este trámite se debe realizar semana a semana, todos los viernes, por lo que solo cuentan “con 24 horas” para tener todo listo para el sábado a la noche.

Esta nueva modalidad también complica la contratación de espectáculos que se realizaban con varios meses de anticipación en la milonga del club fundado en 1921, de donde salieron los bailarines de la obra de teatro Tango Argentino que revivió el tango en la década del 90, cuando casi se había extinguido en la ciudad donde nació.

Los milongueros de la década del 80 que solo podían bailar los sábados en tres clubes en Buenos Aires, Sunderland y Sin Rumbo, de Villa Urquiza, y el Glorias Argentinas de Mataderos, fueron reunidos en este lugar donde históricamente se reunían 200 parejas para cenar y bailar los sábados a la noche y en los 90 comenzaron a recorrer el mundo.

De este barrio surgió un estilo de baile muy elegante, de pasos largos y casi ninguna figura que se oponía a la forma con más adornos, firuletes, del sur de la ciudad, que todavía se cultiva sobre todo para los campeonatos mundiales de tango, ya que de este lugar suelen salir varios de los 10 primeros lugares del concurso de lo que hoy se llama Tango Pista y Tango Escenario.

Los lunes y los viernes en Sunderland dicta clases de tango el profesor más famoso de la ciudad, Carlitos Pérez junto con su esposa Rosita, quienes al contrario de lo que se usa ahora, hacen caminar al ritmo de la música a los novatos durante más de una hora, para luego recién empezar con las indicaciones técnicas.

Los maestros por solidaridad con la milonga no dieron clases durante los 50 días que duró la clausura y recién ahora volvieron a trabajar pese a que es usual que tangueros de todo el mundo los consulten para especializarse.

La clausura se comenzó a levantar un par de semanas antes del Campeonato Mundial de Tango y el Festival Internacional que ahora se hacen juntos en agosto y concitan la atención de los milongueros de todo el mundo, varios de ellos que llegaron en grupos con carteles que decían "No a la clausura del tango".

Sin embargo, el cierre se levantó en forma parcial y el Gobierno de la Ciudad no cierra este capítulo de la historia del tango, cuando el baile recorre todo el mundo y se realizan festivales de un extremo al otro del globo.


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