¿Cómo es vivir frente a la cárcel de Villa Devoto?

Los vecinos del entorno del penal de Villa Devoto se quejan de la presencia de basura y roedores, de la devaluación de las propiedades y de la inseguridad; no hubo una respuesta oficial sobre la promesa de traslado.

La cárcel de Villa Devoto funciona desde 1927 en la manzana delimitada por Lozano, Bermúdez, Nogoyá y Desaguadero, sobre terrenos pertenecientes al Estado nacional. Según datos de la Procuración Penitenciaria de la Nación, aloja a 1705 internos en la actualidad; otros seis permanecen en hospitales extramuros. La devaluación de las propiedades del entorno y la basura acumulada en el perímetro son apenas dos de los perjuicios que sufren los vecinos por vivir junto a la cárcel.

La presencia de roedores en la calle, el ruido de recitales realizados para los presos a la hora de la siesta, dificultades para estacionar por el movimiento de autos que van hacia el penal, el intercambio de droga sobre los muros y la sensación de inseguridad por ser vigilados a través de las ventanas desde los pabellones completan los trastornos más mencionados por los vecinos.

"Cuando publicamos una propiedad en Villa Devoto, la pregunta inmediata que nos hacen es a cuántas cuadras queda de la cárcel. Si está cerca, pierde un 30% de su valor”, explica al diario La Nación Sergio Pezzuto, socio de la inmobiliaria que lleva su apellido, y sirven como ejemplo del estigma que marca en el barrio el único penal que funciona dentro la Ciudad.

En efecto, sobre las calles Desaguadero y Nogoyá varias casas ostentan sus ventanas selladas, con cemento u otros materiales. “No están vacías. Acá nadie vende, porque no hay compradores. Los moradores eligen protegerse y solamente tienen ventanas que dan hacia patios internos. Uno tiene miedo de que le monitoreen los movimientos”, detalla a La Nación Manolo Fandiño, de 70 años, que reside sobre el pasaje Ukrania. “En 2011 se anunció la mudanza de los internos a una cárcel por construirse en Mercedes y el cierre de Devoto. No pasó nada”, se lamenta, con bronca, Manolo.

En junio de 2011 el Gobierno Nacional anunció que dos meses después se abrirían las ofertas para licitar la construcción del Complejo Agote, de 213 hectáreas, en Mercedes, provincia de Buenos Aires.

“Los presos no quieren el traslado. Tampoco sus familiares ni abogados, porque acá les queda más cómodo para visitarlos. Mientras tanto, padecemos nosotros. En mi cuadra no se puede estacionar; antes hasta subían los autos a la plazoleta Salvador Mazza, que por suerte fue recuperada y arreglada”, opina María Teresa Simó a La Nación, otra vecina de Pedro Lozano al 1900.

El diputado porteño Cristian Ritondo (PRO) también quiere el inmediato traslado del complejo penitenciario. “Villa Devoto tiene que poder recuperar la tranquilidad perdida”, dice a La Nación.


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