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- 15.04.2015
Quemá esos mapas
Las elecciones nacionales de octubre de este año serán, sin duda, las más difíciles de "leer" desde la vuelta de la democracia en 1983 para nosotros los adictos a la política (con la excepción, por supuesto, de las elecciones del 2003; las elecciones del 2003 fueron una excepción a todo lo conocido y tal vez por conocer). La frase "difíciles de leer" refiere a que estas elecciones desafían los marcos de interpretación con los que hemos aprendido a establecer predicciones de manera inductiva sobre quien tiene mayor o menor probabilidad de ganar en una elección nacional. Los adictos al consumo de política somos o queremos ser baqueanos: pretendemos saber leer rastros y practicar la analogía y la inducción. Usamos el pasado para orientarnos en el futuro. Así, construimos principios probabilísticos basados en lo que nunca o siempre pasó: nunca un gobernador de la provincia de Buenos Aires será presidente, siempre quien fue más votado o votada en la provincia de Buenos Aires fue presidente, y así.
Estos principios operan como mapas o cartas de navegación que orientan tanto las lecturas de los analistas como las decisiones de los políticos. Pero en esta elección estos mapas, estas cartas oceánicas se revelan como profundamente inútiles porque en esta elección están pasando demasiadas primeras cosas que suceden por primera vez. Las cadenas inductivas se rompen, los universos se reducen súbitamente a n=1 y por consiguiente la capacidad predictiva se anula. Pasamos a andar a ciegas.
Voy a enumerar algunas de las primeras cosas que suceden por primera vez. El orden es algo arbitrario y seguramente me olvido de varias "primeras cosas" que sucederán en pocos meses por primera vez; el o la lectora son bienvenidos si desean dejar más en los comentarios.
Es la primera vez desde 1983 (salvo, como señalé antes, en el 2003) que seis meses antes de las elecciones en un año en donde el presidente en ejercicio no puede reelegirse no sabemos todavía quién gana. Tanto Carlos Menem en 1989 como Fernando De La Rúa en 1999 estaban repartiendo despachos seis meses antes que la sociedad votara.
Es la primera vez que un (una) presidente desde 1983 llega al fin de su mandato combinando imposibilidad de reelegirse con alta centralidad política y alta imagen positiva. Este dato, que ha comenzado a ser comentado aún por algunos de los principales opositores, es notorio. La extraordinaria resiliencia del gobierno kirchnerista, que bien o mal pudo sortear crisis tan graves como la pelea por la 125, la muerte de Néstor Kirchner, una operación cerebral de Cristina Fernández, una devaluación y la muerte violenta de Alberto Nismán, explica que este gobierno conserve una centralidad en las discusiones públicas y una capacidad de maniobra que no tenían ni Raúl Alfonsín ni Carlos Menem ni Fernando De La Rúa poco antes de terminar sus mandatos. Asimismo, Cristina Fernández de Kirchner mantiene una imagen positiva más alta a la que tenían los tres presidentes nombrados al irse.
Es la primera vez desde 1983 hasta hoy en que se elegirán las candidaturas del oficialismo y buena parte de la oposición mediante Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Este hecho altera sustantivamente todos los marcos interpretativos porque nadie sabe bien, ni analistas ni protagonistas, como "usar el sistema" todavía. Por ejemplo, todas las encuestas a presidente que se realizan ahora deberán rehacerse post-PASO. Las PASO, que transforma al sistema electoral argentino en un virtual sistema de tres vueltas, deben ser todavía "aprendidas" y habitualizadas en las prácticas de todos los actores.
Es la primera vez no ya desde 1983 sino desde mucho antes que podría resultar electo presidente un gobernador de la Provincia de Buenos Aires y la segunda vez (sí, hice trampa, y qué) que todos los pre-candidatos con chances provienen de la CABA o la PBA. Daniel Scioli, Sergio Massa, Mauricio Macri y Florencio Randazzo son o porteños o bonaerenses. ¿Un gobernador de La Provincia presidente? Eso era supuestamente imposible.
Es la primera vez en la que, de los cuatro candidatos con más chances (Scioli y Randazzo; Macri y Massa) ninguno proviene de la UCR. Una gran medida de la incertidumbre para analizar estas elecciones tiene que ver con la imposibilidad de aseverar cómo se repartirán en octubre los votos de los votantes fieles a la escudería radical.
Este año se profundiza la tendencia al desdoblamiento de los niveles local, provincial y nacional. El sistema argentino, antes tan bipartidista y prolijo es hoy una especie de ensalada multinivel en donde de hecho y en el mismo territorio puede ganar un candidato peronista conservador anti-kirchnerista para gobernador, un opositor radical a ese gobernador y luego triunfar el Frente para la Victoria a presidente. (Esto pasó, sin ir más lejos, en el 2011 en la ciudad de Córdoba Capital) Esto hace que sea imposible extrapolar votos de un nivel a otro en los análisis. Que el FPV gane una intendencia no asegura que esos voto le irán en a nacional o viceversa.
Nunca antes existió en Argentina un partido fundado por un dirigente proveniente de la élite económica nacional con reales ansias de poder. Uno de los principios del siglo veinte es que en Argentina la política electoral era algo de hijos de clase media: hijos de inmigrantes asturianos, o sirio-libaneses, o croatas, o chóferes de colectivo. La falta de un partido “conservador moderno” (entre comillas el oxímoron) ha sido un problema. Mauricio Macri ha logrado lo que nadie de su círculo social y económico pudo hasta ahora: lanzarse a competir por votos con éxito.
Nunca antes un presidente peronista sin reelección apostó a ponerle la banda a otro presidente peronista. A pesar de lo que dicen algunos análisis, no parece que Cristina Fernández de Kirchner tenga decidido elegir un candidato para que pierda ni tampoco boicotear a quien surja, como hizo (según dicen) Carlos Menem. Para asegurarse que gane un opositor el gobierno solamente debería permitir que la situación económica se desbande (aún más, si se quiere). Pero el gobierno no ha aplicado piloto económico en la economía y da todas las señales de que respetará el veredicto de las PASO. Esto no significa, por supuesto, que la presidenta no quiere volver. Pero su recorrido es original.
Estas son solamente algunas de la cosas novedosas que estamos viendo. En síntesis: estamos, como los primeros exploradores, sin mapas. Esto vuelve esta elección al mismo tiempo más desconcertante y más fascinante. Sólo resta avanzar, y divertirse. Elijamos un aperitivo y algo para picar, porque de aquí a diciembre nos sorprenderemos.
Estos principios operan como mapas o cartas de navegación que orientan tanto las lecturas de los analistas como las decisiones de los políticos. Pero en esta elección estos mapas, estas cartas oceánicas se revelan como profundamente inútiles porque en esta elección están pasando demasiadas primeras cosas que suceden por primera vez. Las cadenas inductivas se rompen, los universos se reducen súbitamente a n=1 y por consiguiente la capacidad predictiva se anula. Pasamos a andar a ciegas.
Voy a enumerar algunas de las primeras cosas que suceden por primera vez. El orden es algo arbitrario y seguramente me olvido de varias "primeras cosas" que sucederán en pocos meses por primera vez; el o la lectora son bienvenidos si desean dejar más en los comentarios.
Es la primera vez desde 1983 (salvo, como señalé antes, en el 2003) que seis meses antes de las elecciones en un año en donde el presidente en ejercicio no puede reelegirse no sabemos todavía quién gana. Tanto Carlos Menem en 1989 como Fernando De La Rúa en 1999 estaban repartiendo despachos seis meses antes que la sociedad votara.
Es la primera vez que un (una) presidente desde 1983 llega al fin de su mandato combinando imposibilidad de reelegirse con alta centralidad política y alta imagen positiva. Este dato, que ha comenzado a ser comentado aún por algunos de los principales opositores, es notorio. La extraordinaria resiliencia del gobierno kirchnerista, que bien o mal pudo sortear crisis tan graves como la pelea por la 125, la muerte de Néstor Kirchner, una operación cerebral de Cristina Fernández, una devaluación y la muerte violenta de Alberto Nismán, explica que este gobierno conserve una centralidad en las discusiones públicas y una capacidad de maniobra que no tenían ni Raúl Alfonsín ni Carlos Menem ni Fernando De La Rúa poco antes de terminar sus mandatos. Asimismo, Cristina Fernández de Kirchner mantiene una imagen positiva más alta a la que tenían los tres presidentes nombrados al irse.
Es la primera vez desde 1983 hasta hoy en que se elegirán las candidaturas del oficialismo y buena parte de la oposición mediante Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Este hecho altera sustantivamente todos los marcos interpretativos porque nadie sabe bien, ni analistas ni protagonistas, como "usar el sistema" todavía. Por ejemplo, todas las encuestas a presidente que se realizan ahora deberán rehacerse post-PASO. Las PASO, que transforma al sistema electoral argentino en un virtual sistema de tres vueltas, deben ser todavía "aprendidas" y habitualizadas en las prácticas de todos los actores.
Es la primera vez no ya desde 1983 sino desde mucho antes que podría resultar electo presidente un gobernador de la Provincia de Buenos Aires y la segunda vez (sí, hice trampa, y qué) que todos los pre-candidatos con chances provienen de la CABA o la PBA. Daniel Scioli, Sergio Massa, Mauricio Macri y Florencio Randazzo son o porteños o bonaerenses. ¿Un gobernador de La Provincia presidente? Eso era supuestamente imposible.
Es la primera vez en la que, de los cuatro candidatos con más chances (Scioli y Randazzo; Macri y Massa) ninguno proviene de la UCR. Una gran medida de la incertidumbre para analizar estas elecciones tiene que ver con la imposibilidad de aseverar cómo se repartirán en octubre los votos de los votantes fieles a la escudería radical.
Este año se profundiza la tendencia al desdoblamiento de los niveles local, provincial y nacional. El sistema argentino, antes tan bipartidista y prolijo es hoy una especie de ensalada multinivel en donde de hecho y en el mismo territorio puede ganar un candidato peronista conservador anti-kirchnerista para gobernador, un opositor radical a ese gobernador y luego triunfar el Frente para la Victoria a presidente. (Esto pasó, sin ir más lejos, en el 2011 en la ciudad de Córdoba Capital) Esto hace que sea imposible extrapolar votos de un nivel a otro en los análisis. Que el FPV gane una intendencia no asegura que esos voto le irán en a nacional o viceversa.
Nunca antes existió en Argentina un partido fundado por un dirigente proveniente de la élite económica nacional con reales ansias de poder. Uno de los principios del siglo veinte es que en Argentina la política electoral era algo de hijos de clase media: hijos de inmigrantes asturianos, o sirio-libaneses, o croatas, o chóferes de colectivo. La falta de un partido “conservador moderno” (entre comillas el oxímoron) ha sido un problema. Mauricio Macri ha logrado lo que nadie de su círculo social y económico pudo hasta ahora: lanzarse a competir por votos con éxito.
Nunca antes un presidente peronista sin reelección apostó a ponerle la banda a otro presidente peronista. A pesar de lo que dicen algunos análisis, no parece que Cristina Fernández de Kirchner tenga decidido elegir un candidato para que pierda ni tampoco boicotear a quien surja, como hizo (según dicen) Carlos Menem. Para asegurarse que gane un opositor el gobierno solamente debería permitir que la situación económica se desbande (aún más, si se quiere). Pero el gobierno no ha aplicado piloto económico en la economía y da todas las señales de que respetará el veredicto de las PASO. Esto no significa, por supuesto, que la presidenta no quiere volver. Pero su recorrido es original.
Estas son solamente algunas de la cosas novedosas que estamos viendo. En síntesis: estamos, como los primeros exploradores, sin mapas. Esto vuelve esta elección al mismo tiempo más desconcertante y más fascinante. Sólo resta avanzar, y divertirse. Elijamos un aperitivo y algo para picar, porque de aquí a diciembre nos sorprenderemos.
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