Las baldosas recrean la memoria urbana

Las baldosas se multiplican en los barrios como forma de homenaje a militantes desaparecidos por la última dictadura cívico militar.

Desde los primeros adhesivos pegados en las veredas por el año 2006, escuelas, fábricas, hospitales, parroquias, facultades y viviendas multiplicaron en miles el homenaje a militantes asesinados por el terrorismo de Estado con una baldosa que como un mojón, se incorpora a la memoria urbana.

Vecinos de distintos barrios se organizan para construir baldosas que recuerden a los militantes desaparecidos donde fueron secuestrados o donde vivieron con la impronta de reconstruir la historia de vida y reivindicar su compromiso político.

Almagro, Balvanera, Chacarita, Colegiales, Liniers, Mataderos, Villa Luro, Palermo, Pompeya, San Cristóbal, San Telmo, La Boca, Villa Soldati, Recoleta fueron los primeros barrios que rindieron homenaje con el impulso de la agrupación Barrios por la Memoria y la Justicia.

Al comienzo, en coincidencia con los juicios de lesa humanidad, las baldosas se colocaban en las direcciones de los secuestrados que figuraban en las listas de la Conadep, y con el tiempo, los familiares eran quienes se acercaban a las comisiones de cada barrio.

Así, con la premisa de recuperar la memoria con la acción colectiva, el trabajo se extendió a los talleres que los docentes armaban en colegios secundarios y se proyectó en la provincia de Buenos Aires y en el interior del país.

Los colegios Nacional de Buenos Aires, Carlos Pellegrini, Nicolás Avellaneda y Mariano Acosta; el hospital Posadas, el Banco Nación, la fábrica Grafa en Villa Pueyrredón, los diarios La Nación y Clarín, las facultades de Psicología y de Filosofía y Letras de la UBA, parroquias donde curas tercermundistas pregonaban la igualdad y la justicia social, se fueron sumando a lo largo de los años al acto de reparación que se extendió también en otras provincias.

En La Plata, la Comisión Provincial por la Memoria, a través del programa 'Paisajes de la Memoria' releva puntos territoriales y señaliza sitios donde el horror dominó los oscuros años del terrorismo de Estado con baldosas, placas, murales, pintadas, árboles, monolitos y mausoleos.

Los jóvenes de distintas localidades bonaerense vuelcan sus inquietudes al programa Jóvenes y Memoria, donde reelaboran el pasado de militantes cercanos a su vida cotidiana con investigaciones y producciones a las que suman la confección de marcas territoriales que materializan en baldosas o señalizaciones.

"Es como volverlos a traer donde vivieron, estudiaron, trabajaron y militaron", explicó a Télam la referente de la subcomisión de la Memoria y Justicia Zona Norte, Graciela Villalba, hija de un trabajador detenido desaparecido de astilleros Astarsa, en Tigre.

En esa zona del gran Buenos Aires, donde se concentró en la década del 70 un cordón fabril con una gran cantidad de gremialistas desaparecidos, la Comisión de la Memoria comenzó a fabricar las baldosas en 2013, sumando familiares y jóvenes de organismos de derechos humanos que colocaron su primera baldosa en San Fernando, lugar donde vivía y funcionaba la unidad básica del militante asesinado César Nieto.

La última colocada fue el 13 de febrero en la puerta de la Parroquia Nuestra Señora de Carupá en Tigre, para homenajear al "Padre Pancho", un cura villero y a su hermano.

"Es como una cadena: los familiares de un desaparecido vienen a un acto donde se coloca una baldosa, se acercan diciendo que quieren hacerle un homenaje a un ser querido y nos reunimos para escuchar su propuesta", afirmó Villalba al explicar que en el homenaje se funden con el recuerdo bailes de tango, folclore, lectura de poesías.

El Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) busca integrar el barrio donde funcionó el ex centro clandestino con la promoción actividades que reconstruyen la memoria colectiva.

Con el trabajo conjunto con organizaciones barriales como la Comisión por la Memoria Belgrano-Núñez marcan lugares de militantes populares con el objetivo de "visibilizar la memoria en el barrio y dejar una marca en la ciudad para todas las generaciones".

Las baldosas comunes que se colocaban al principio fueron con el tiempo confeccionadas artesanalmente por los familiares y vecinos que con arena y esmalte de diferentes colores visibilizaron aún más el espacio.

La reconstrucción colectiva de la memoria fue llevada también al papel con dos ediciones del ejemplar 'Barrios x Memoria', I y II, en una recopilación con las actividades de la Coordinadora Barrios X Memoria y Justicia, y también a través del documental "Calles de la Memoria", de Carmen Guarini, editado en 2012.


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