Reabrió la Richmond pero como local de prendas deportivas

El pasado sábado 1 de agosto reabrió la ex confitería Richmond: hoy, como una tienda de indumentaria deportiva de la cadena Just for Sport. Como concesión a su historia, en la parte de atrás del local armaron una pequeña cafetería, utilizando mobiliario original.

Sobre la marquesina se mantiene el nombre "Richmond" y la fachada fue restaurada por el gobierno de la Ciudad. De hecho, hasta dejaron el cartel que reza "Salón de Té. Cocteles". “La fachada se restauró como la original, al igual que la de otros ocho edificios de la calle Florida, en el marco del plan de obras de mejora del microcentro”, detalló Patricio Di Stéfano, subsecretario de Uso del Espacio Público de la Ciudad, al matutino Clarín.

Dentro, el local fue renovado y restaurado.  La boiserie de roble de Eslavonia está perfecta, pero con una salvedad: ahora es el fondo de exhibidores de zapatillas. No faltan las arañas holandesas de bronce y opalina que, sin embargo, hoy entre ropa deportiva y vendedores ávidos no se destacan demasiado. También dejaron intacta la barra, con su imagen que evoca una escena de caza británica detrás. Este sector fue convertido en un pequeño bar, con ocho mesas de la antigua confitería, con sus respectivos sillones y sillas Chesterfield tapizados en cuero. Los mismos donde solían sentarse Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo y el resto del grupo de Florida, a mediados de los años 20. El menú no es precisamente amplio: té o café en cápsulas, a 20 pesos cada uno.

En el día de su apertura, el local no sólo recibió a potenciales compradores. Varias personas, sobre todo gente mayor, entró para ver cómo había quedado la alguna vez confitería. “Esto es lo mismo que si reabrieran Harrods como otra cosa. No tiene nada que ver con la tradición de la calle Florida”, se quejó Mónica. Su amiga Elsa recordó: “Yo trabajé en Gath & Chaves y cuando cerró, en diciembre del 73, pasé a Harrods. Florida era mi mundo. Y solía venía a tomar el té a la Richmond. El mozo traía un carrito con una tetera de plata. Pero ahora no me sentaría a tomar un café en este lugar”.

Fuente: Clarín y parabuenosaires.com


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