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- 06.06.2014
Bife: "Cuando las sociedades pueden incluir, es un parámetro de su salud"
Por Sebastián Scigliano
Él, con vestido y los ojos delineados. Ella, con bigotes. Cumbias y tangos, y alguna canción pop y algún valsecito, siempre – o casi siempre– sobre el amor y sus problemas, los de ahora, los de este tiempo, o los del tiempo que les toca vivir a ellos, lleno más de preguntas que de certezas. Acaso todo eso bastaría para que Bife, el dúo que forman Iv Anna y Diego Fantín, despierte el interés de más de uno. Sin embargo, se las arreglan para que todo suene, además de bien, conocido, familiar y crudo a la vez, como si cada quien tuviera que terminar de cocinar la cosa en su cabeza. Ya tienen un disco, que se llama igual que el dúo, y se presentan el domingo en el festival Ciudad Emergente, algo así como la meca del indie local.
Si tuvieran que contarle a alguien que no los escuchó de qué son las canciones que hace Bife, ¿qué le dirían?
Querríamos pensar que no tienen una temática única; querríamos pensar que son las canciones de una banda, como cualquier banda, que escribe las cosas que piensa. Realmente querríamos pensar eso porque es lo que sucede. Porque nuestra temática es la que nos pone cómodos como para querer cantarla. Pero nosotros mismos también somos espectadores de lo que hacemos, y podemos hacer un análisis de qué es lo que nos sale.
¿Y qué piensan cuando se escuchan?
Puede haber un hilo conductor, que es el amor no convencional, u otro amor, u otras canciones de amor. Tratamos de definirlo para lo que nos pidieron para Ciudad Emergente y nos salió eso, “canciones al amor no tradicional”. Sí tienen bastante de humor y de crítica a los estereotipos opresores. En nuestro ánimo, lo del amor es secundario; lo principal es indagar una crítica a lo que nos oprime. Después llegamos al tema del amor, porque nos parece que el amor es un tema por el que pasan muchísimos cables de la problemática humana. Muchas cosas políticas, sociales, filosóficas atraviesan la problemática. Después hay otra cosa que se mezcla ya con el estilo, con cómo lo hacemos, porque la mayoría de las canciones hablan sobre el amor, pero la mayoría de ellas, a nuestro juicio, lo hacen sosteniendo esos estereotipos que terminan siendo opresores para los sujetos. Nosotros queremos tratar esa misma problemática pero agregándole la crítica. Se trata de no asumir nada como dado, como pre establecido. El amor está endiosado justificando un montón de mierda en el mundo. Queremos sacarlo de ese lugar. Queremos sugerir otras posibilidades con total libertad, queremos decir las cosas tal cual las vemos.
El paradigma del amor es muchas veces anulador, como una forma de limitar las posibilidades de la elección, y eso choca con el deseo, que es otro de los temas con mucho protagonismo en sus canciones. Sí, investigamos más eso. El deseo tiene un porcentaje alto para nuestras canciones.
Cuando abordamos la cumbia o el tango, además de hacerlo porque nos gusta, nos interesa proponer ahí también algunas cosas que no nos gustan, como la violencia de género o cualquier tipo de violencia, y rescatando la intención erótica que tiene la música en sí, tratando de hacerlo sin caer en los estereotipos de género.
¿Por qué tango y cumbia?
Es lo primero que fue saliendo, aunque no son los únicos géneros que hacemos, pero también son los géneros que más denotan esos estereotipos de los que hablamos. Nos interesa lo que nos pasa acá, en Buenos Aires, y el tango es de acá, aunque nosotros lo rescatamos con el lunfardo de estos tiempos, con nuestro cronolecto, y la cumbia, aunque no es originaria de acá, las fiestas de acá son con cumbia, es así. Otra cosa que nos interesa es el concepto de play list, que es cómo escuchamos música nosotros. Nunca escuchamos en la compu un solo género, o un solo disco. Y queremos componer de la misma forma que consumimos, todo mezclado. No nos interesa ser la banda de una cosa.
Eso es relativamente nuevo.
Es que nuestra formación cultural es en este contexto. No somos santiagueños y hacemos chacarera, vivimos en una megalópolis y lo que consumimos es una pluralidad de músicas que vienen de todo el mundo, o de Internet. Está dando vueltas, hace ya un par de años, el concepto del mashup, que no es otra cosa que la fusión, en definitiva. A nosotros nos sale más hacer la mezcla en el grupo mismo de canciones más que estar interviniendo los estilos y hacer canciones con un poquito de todo.
Además de en la letras de sus canciones, ustedes ponen la problemática del género y sus ambigüedades en escena, con el vestuario que usan. ¿Por qué decidieron hacer eso?
Empezó siendo un juego, y después nos dimos cuenta de que era muy distinto lo que pasaba cuando cantábamos vestidos así. Primero queríamos explicitar el hecho de vestirnos de una manera específica para tocar, queríamos poner en evidencia que queremos mostrar algo con eso también. Nos parece muy poderoso intercambiar los roles desde la vestimenta, desde lo que puramente marca lo que sos, desde la ropa. Y nosotros no hacemos ninguna referencia verbal al vestuario, ni cambiamos la voz, ni nada. Nosotros tocamos y estamos vestidos así. Es importante porque es generar el cuestionamiento. Alguien nos preguntó, por ejemplo, por qué yo, Diego, me visto de mujer. Y le dije que yo no me visto de mujer, que me pongo un vestido que es mío, que me lo compré yo, que no es de una mujer. Y eso es suficiente, no explicamos más nada. Tampoco sobre el bigote que se pinta Ivana. Te dibujás un bigote y la gente no entiende nada, eso es muy loco. No se entiende, todavía, incluso nosotros no entendemos todavía. Nos sentimos tan confundidos como lo que mostramos, pero al mismo tiempo queremos que eso se vea. Y a la vez nos sentimos más cómodos. No es más que un poco más de tela que hace que algo se a una pollera, y sin embargo cambia todo. ¿En serio esa es la diferencia, ese poco de tela, o que esté más suelto o más apretado el pantalón? Nos gusta indagar el poder que tienen las marcas simbólicas sobre los cuerpos, y las ponemos en escena. No queremos parodiar a nadie, igual. Solo nos ponemos esa ropa para tocar, y si alguien pregunta qué significa eso, es eso, que nos pusimos esa ropa para tocar. Las preguntas que surjan las charlamos tomando una cerveza, si da, y estaría buenísimo que dé.
¿Sienten que esa manera de vivir esos temas desde la música o el arte es también parte de una movida generacional?
Hay una movida que tiene que ver con una temática que se maneja en el under que nosotros transitamos, que tiene mucha apertura temática y de género. Cuando nosotros empezamos a tocar encontramos un lugar en Casa Brandon, con toda la movida que se hace ahí, que nos cobijó, por decirlo de alguna manera. Estamos contentos con esta ciudad, que tiene una apertura a la inclusión muy grosa, que nos pone contentos en relación con lo que puede pasar en otros lugares, que te matan por ser gay. Cuando las sociedades pueden incluir, es un parámetro de su salud, y es un índice que contradice lo que los medios generalmente difunden, acerca de que somos una sociedad retrógrada, y esas cosas. Es muy importante que haya la apertura que hay, al menos en ese punto, tan importante, que es qué hace uno con su deseo y con su identidad.
¿Cómo les llegó la propuesta de tocar en Ciudad Emergente?
Nos convocó Mariano Blatt, que es un poete que nos encanta, y eso estuvo bueno. Y claro que tenemos contradicciones, porque no deja de ser un festival organizado por un gobierno con el que no coincidimos, pero también nos parece muy bueno que haya un espacio como este, que es muestra también de la movida que tiene la ciudad. Lo interesante, más allá de quién las haga, es hablar de las cosas en particular, y aunque de este gobierno pensemos que hace cuatro malas y una buena, esta está buena.
¿Para dónde van?
Queremos viajar, que se vea, que se hable de esto, conocer más gente que se está preguntando estas cosas. De repente vemos que en la tele esta Wurst, y nos encanta, de repente hay gente haciéndose preguntas similares a las nuestras. Hay un montón de gente que se está identificando con nosotros, y nosotros con ellos, y eso está buenísimo también.
Él, con vestido y los ojos delineados. Ella, con bigotes. Cumbias y tangos, y alguna canción pop y algún valsecito, siempre – o casi siempre– sobre el amor y sus problemas, los de ahora, los de este tiempo, o los del tiempo que les toca vivir a ellos, lleno más de preguntas que de certezas. Acaso todo eso bastaría para que Bife, el dúo que forman Iv Anna y Diego Fantín, despierte el interés de más de uno. Sin embargo, se las arreglan para que todo suene, además de bien, conocido, familiar y crudo a la vez, como si cada quien tuviera que terminar de cocinar la cosa en su cabeza. Ya tienen un disco, que se llama igual que el dúo, y se presentan el domingo en el festival Ciudad Emergente, algo así como la meca del indie local.
Si tuvieran que contarle a alguien que no los escuchó de qué son las canciones que hace Bife, ¿qué le dirían?
Querríamos pensar que no tienen una temática única; querríamos pensar que son las canciones de una banda, como cualquier banda, que escribe las cosas que piensa. Realmente querríamos pensar eso porque es lo que sucede. Porque nuestra temática es la que nos pone cómodos como para querer cantarla. Pero nosotros mismos también somos espectadores de lo que hacemos, y podemos hacer un análisis de qué es lo que nos sale.
¿Y qué piensan cuando se escuchan?
Puede haber un hilo conductor, que es el amor no convencional, u otro amor, u otras canciones de amor. Tratamos de definirlo para lo que nos pidieron para Ciudad Emergente y nos salió eso, “canciones al amor no tradicional”. Sí tienen bastante de humor y de crítica a los estereotipos opresores. En nuestro ánimo, lo del amor es secundario; lo principal es indagar una crítica a lo que nos oprime. Después llegamos al tema del amor, porque nos parece que el amor es un tema por el que pasan muchísimos cables de la problemática humana. Muchas cosas políticas, sociales, filosóficas atraviesan la problemática. Después hay otra cosa que se mezcla ya con el estilo, con cómo lo hacemos, porque la mayoría de las canciones hablan sobre el amor, pero la mayoría de ellas, a nuestro juicio, lo hacen sosteniendo esos estereotipos que terminan siendo opresores para los sujetos. Nosotros queremos tratar esa misma problemática pero agregándole la crítica. Se trata de no asumir nada como dado, como pre establecido. El amor está endiosado justificando un montón de mierda en el mundo. Queremos sacarlo de ese lugar. Queremos sugerir otras posibilidades con total libertad, queremos decir las cosas tal cual las vemos.
El paradigma del amor es muchas veces anulador, como una forma de limitar las posibilidades de la elección, y eso choca con el deseo, que es otro de los temas con mucho protagonismo en sus canciones. Sí, investigamos más eso. El deseo tiene un porcentaje alto para nuestras canciones.
Cuando abordamos la cumbia o el tango, además de hacerlo porque nos gusta, nos interesa proponer ahí también algunas cosas que no nos gustan, como la violencia de género o cualquier tipo de violencia, y rescatando la intención erótica que tiene la música en sí, tratando de hacerlo sin caer en los estereotipos de género.
¿Por qué tango y cumbia?
Es lo primero que fue saliendo, aunque no son los únicos géneros que hacemos, pero también son los géneros que más denotan esos estereotipos de los que hablamos. Nos interesa lo que nos pasa acá, en Buenos Aires, y el tango es de acá, aunque nosotros lo rescatamos con el lunfardo de estos tiempos, con nuestro cronolecto, y la cumbia, aunque no es originaria de acá, las fiestas de acá son con cumbia, es así. Otra cosa que nos interesa es el concepto de play list, que es cómo escuchamos música nosotros. Nunca escuchamos en la compu un solo género, o un solo disco. Y queremos componer de la misma forma que consumimos, todo mezclado. No nos interesa ser la banda de una cosa.
Eso es relativamente nuevo.
Es que nuestra formación cultural es en este contexto. No somos santiagueños y hacemos chacarera, vivimos en una megalópolis y lo que consumimos es una pluralidad de músicas que vienen de todo el mundo, o de Internet. Está dando vueltas, hace ya un par de años, el concepto del mashup, que no es otra cosa que la fusión, en definitiva. A nosotros nos sale más hacer la mezcla en el grupo mismo de canciones más que estar interviniendo los estilos y hacer canciones con un poquito de todo.
Además de en la letras de sus canciones, ustedes ponen la problemática del género y sus ambigüedades en escena, con el vestuario que usan. ¿Por qué decidieron hacer eso?
Empezó siendo un juego, y después nos dimos cuenta de que era muy distinto lo que pasaba cuando cantábamos vestidos así. Primero queríamos explicitar el hecho de vestirnos de una manera específica para tocar, queríamos poner en evidencia que queremos mostrar algo con eso también. Nos parece muy poderoso intercambiar los roles desde la vestimenta, desde lo que puramente marca lo que sos, desde la ropa. Y nosotros no hacemos ninguna referencia verbal al vestuario, ni cambiamos la voz, ni nada. Nosotros tocamos y estamos vestidos así. Es importante porque es generar el cuestionamiento. Alguien nos preguntó, por ejemplo, por qué yo, Diego, me visto de mujer. Y le dije que yo no me visto de mujer, que me pongo un vestido que es mío, que me lo compré yo, que no es de una mujer. Y eso es suficiente, no explicamos más nada. Tampoco sobre el bigote que se pinta Ivana. Te dibujás un bigote y la gente no entiende nada, eso es muy loco. No se entiende, todavía, incluso nosotros no entendemos todavía. Nos sentimos tan confundidos como lo que mostramos, pero al mismo tiempo queremos que eso se vea. Y a la vez nos sentimos más cómodos. No es más que un poco más de tela que hace que algo se a una pollera, y sin embargo cambia todo. ¿En serio esa es la diferencia, ese poco de tela, o que esté más suelto o más apretado el pantalón? Nos gusta indagar el poder que tienen las marcas simbólicas sobre los cuerpos, y las ponemos en escena. No queremos parodiar a nadie, igual. Solo nos ponemos esa ropa para tocar, y si alguien pregunta qué significa eso, es eso, que nos pusimos esa ropa para tocar. Las preguntas que surjan las charlamos tomando una cerveza, si da, y estaría buenísimo que dé.
¿Sienten que esa manera de vivir esos temas desde la música o el arte es también parte de una movida generacional?
Hay una movida que tiene que ver con una temática que se maneja en el under que nosotros transitamos, que tiene mucha apertura temática y de género. Cuando nosotros empezamos a tocar encontramos un lugar en Casa Brandon, con toda la movida que se hace ahí, que nos cobijó, por decirlo de alguna manera. Estamos contentos con esta ciudad, que tiene una apertura a la inclusión muy grosa, que nos pone contentos en relación con lo que puede pasar en otros lugares, que te matan por ser gay. Cuando las sociedades pueden incluir, es un parámetro de su salud, y es un índice que contradice lo que los medios generalmente difunden, acerca de que somos una sociedad retrógrada, y esas cosas. Es muy importante que haya la apertura que hay, al menos en ese punto, tan importante, que es qué hace uno con su deseo y con su identidad.
¿Cómo les llegó la propuesta de tocar en Ciudad Emergente?
Nos convocó Mariano Blatt, que es un poete que nos encanta, y eso estuvo bueno. Y claro que tenemos contradicciones, porque no deja de ser un festival organizado por un gobierno con el que no coincidimos, pero también nos parece muy bueno que haya un espacio como este, que es muestra también de la movida que tiene la ciudad. Lo interesante, más allá de quién las haga, es hablar de las cosas en particular, y aunque de este gobierno pensemos que hace cuatro malas y una buena, esta está buena.
¿Para dónde van?
Queremos viajar, que se vea, que se hable de esto, conocer más gente que se está preguntando estas cosas. De repente vemos que en la tele esta Wurst, y nos encanta, de repente hay gente haciéndose preguntas similares a las nuestras. Hay un montón de gente que se está identificando con nosotros, y nosotros con ellos, y eso está buenísimo también.
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