El cuerpo como soporte que busca la libertad en medio de la noche más oscura

La exposición “Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina”, reúne 600 piezas -entre fotografías, videos, grabaciones, afiches, documentales, instalaciones y dibujos- que dan cuenta de las tensiones estético-políticas y la dinámica compleja de las sociedades de la región, en el Muntref-Centro de Arte Contemporáneo.

La muestra, organizada en diferentes micro relatos, recorre las principales problemáticas de aquellos años en donde las expresiones artísticas se encuentran con las reivindicaciones por los derechos humanos, la cuestión de género, las nuevas perspectivas, la emergencia de culturas under, punk, y otras variantes ligadas al cuerpo humano.

Con curaduría de la Red de Conceptualismos del Sur, un equipo integrado por las argentinas Ana Longoni y Mabel Tapia, el peruano Miguel López, los brasileños Fernanda Nogueira y André Mesquita, el español Jaime Vindel y la chilena Fernanda Carvajal, la muestra ya se exhibió en 2010 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

Esta exposición no sólo recupera numerosas dimensiones de las experiencias vitales de aquellos años sino que integran en cada una de sus secciones las propuestas artísticas producidas en las distintas escenas culturales de América latina, desde Buenos Aires a México, pasando por San Pablo, Lima, Bogotá, Montevideo, Santiago de Chile y Asunción.

Los materiales aquí reunidos, en muchos casos, son inéditos, ya que en su mayoría salen por primera vez a la luz, una ocasión única para adentrarse en una época convulsa, a través de un vasto conjunto de materiales y documentos visuales, escritos y sonoros que arrojan sobre el presente la memoria sensible de aquellas experiencias.

“La investigación nació en 2010 y participaron 31 investigadores que ahondaron en las nuevas formas de arte y política que surgían en América latina en los años 80, en un contexto signado por dictaduras o por situaciones de violencia extrema”, explica Ana Longoni en una recorrida por la muestra para Télam.

“La idea es articular a partir de ciertos núcleos conceptuales, varias coincidencias prácticas que en general no quedaron  registradas en la historia del arte porque eran muy marginales y estaban vinculadas a los movimientos sociales o a los espacios underground. Y que fueron tremendamente silenciadas en la historia posterior”, desgrana.

Para Longoni, “ésta es una exhumación de documentos que no están en colecciones públicas ni privadas, sino que son parte de un proceso de investigación”, detalla sobre el itinerario que arranca formalmente en 1973, año del golpe militar de Pinochet en Chile, y se extiende hasta 1994, cuando el Zapatismo inaugura un nuevo ciclo de movilizaciones que refunda el activismo a nivel internacional.

En medio de contextos dictatoriales o fuertemente represivos, así como en los primeros años de transición democrática que vivieron los países latinoamericanos en los años 80, surgieron iniciativas poético-políticas, tanto colectivas como individuales, que generaron una serie de prácticas que activaron la esfera pública.

Muchas de estas experiencias aparecieron imbricadas con escenas contraculturales: las movidas de rock underground, la disidencia sexual, los grupos de poesía, el teatro experimental, la nueva arquitectura. Otras surgieron a través de los movimientos de derechos humanos como nuevas formas de protesta y demandas en el ámbito público.

“El cuerpo es clave en esta exposición, porque da cuenta de cómo el soporte, cuando no se tiene otra cosa, es el cuerpo, tanto para mostrar la violencia arrasadora como para expresar la búsqueda de la libertad”, explica la investigadora.

El título de la exposición hace referencia a una frase del Indio Solari, entrevistado con motivo de esta investigación, quien utilizó la metáfora de la mutación para dar cuenta de esos primeros recitales de los Redondos en La Plata frente a 80 personas, cuando no había un límite entre el escenario y el público sino que estaban todos juntos, mezclados, disfrutando de ese espacio de libertad en medio de la noche más oscura.

“Éramos tan pocos que el borde de los escenarios se hacía permeable y emancipaba a artistas y a espectadores de sus roles acostumbrados. La idea era perder la forma humana en un trance que desarticule las categorías vigentes y provea emociones reveladoras”, es la frase de Solari.

Registros de El Siluetazo, que buscó dar visibilidad a la desaparición y al asesinato de masas en Argentina, acciones relámpago de las Mujeres por la Vida en Chile, Pedro Lemebel bailando una cueca sobre un mapa de América latina cubierto de vidrios, como una interpelación directa a la homosexualidad, o las cabezas de estatuas embolsadas en el centro de San Pablo, para aludir a la tortura, se suceden a través de registros y documentos para dar cuenta de una década teñida por el
horror.

En la exposición se encuentran desde organizaciones políticas tales como Madres de Plaza de Mayo, hasta colectivos de artistas como 3Nós3, Las Yeguas del Apocalipsis, Taller NN, C.A.Pa.Ta.Co (Colectivo de Arte Participativo – Tarifa Común), Polvo de Gallina Negra, Gang, CADA, Periférico de objetos o artistas como León Ferrari, Néstor Perlongher, Ney Matogrosso, Juan Dávila, Gianni Mestichelli y Paulo Bruscky, entre otros.

La exposición es resultado de un proyecto de investigación realizado por la Red Conceptualismos del Sur, iniciativa colectiva surgida en 2007 que reúne a un conjunto de investigadores y artistas dispersos en distintas partes de América Latina y Europa y propone constituirse como una plataforma de pensamiento y acción común que incida sobre las relaciones contemporáneas entre arte y política.

Se podrá visitar “Perder la forma humana” hasta el 10 de agosto en Muntref-Centro de Arte Contemporáneo, Antártida Argentina 1355, Retiro, con entrada gratuita.


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