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- 21.05.2014
Juan Regidor: “Me gusta descubrir el cromosoma de la canción”
Por Sebastián Scigliano
Forma parte de la amplia camada de nuevos músicos que, desde la influencia que les produjo escuchar décadas de rock local, decidieron hacer su camino con el botón de random puesto para procesar toda esa información. De esa manera, Juan Regidor llegó al compilado Música sin fines de lucro, que apadrina Lisandro Aristimuño, acaso el mesías de esa nueva movida. Con El espejo de los días, su segundo disco, recién salido del horno, dice estar convencido de que “lo que tengo suena muy bien, y quiero mostrarlo”.
¿Qué es ser un cantautor?
Es materializar de alguna manera tu percepción de las cosas y de tu vida en canciones. La diferencia de una canción con otro género principalmente tiene que ver con la estructura y, por otro lado, es la forma más popular de hacer eso.
Es una responsabilidad grande asumir el peso integral de la composición en su espalda.
Lo que más peso te da es exponerte, mostrar lo que vos ves y lo que te pasa y te da miedo sentirte juzgado. Después el tema de desarrollar una idea y elaborarla, es parte del oficio, y a mí me divierte, particularmente. Me parece que está buenísimo, y el peso que tenés es cuando trabajás con otros músicos, pero ese es el peso de las relaciones humanas que las tenés trabajando de cualquier cosa con los equipos de gente, que tiene que ver con cómo te comunicás para que las cosas vayan para el lado que vos querés, sin ser un autoritario y sin tener la incapacidad de colaborar.
Y vos, ¿qué percepciones contás en tus canciones?
Para empezar, cuento qué me emociona. Yo escribo sobre las cosas que me hacen vibrar. En las letras se nota más claro que en la música. Hay ciertas letras mías que van desarrollando una mini historia, pero que no es una historia como una crónica, sino más bien es una idea que se va desarrollando. Y me doy cuenta de que empiezan a aparecer de manera recurrente animales, y esa es mi sensibilidad. Hay una canción que se llama “Los cascarudos”, y que habla de la cuestión del caparazón que todos tenemos, por ejemplo. Hay otra, “Espíritu de colibrí”, que habla de la metamorfosis. Me doy cuenta de que los animales tienen que ver con mi sensibilidad.
¿Y eso aparece o lo buscás adrede?
No, aparece. Tiene que ver, por ahí, con haber nacido en el sur, y ahí se nota para mí la presencia del paisaje.
El paisaje guía las ideas.
Son las imágenes que tenés. Vos me pedís que yo me imagine algo, y me imagino un lago, porque vivía a dos cuadras de un lago, iba todas las tardes, como para otro chico puede ser una plaza. Y eso en un punto me define, sobre todo en las letras.
¿Con qué otros músicos de tu generación te considerás en sintonía?
No sé si exactamente de mi generación, pero a mí me encanta lo que hace Lisandro Aristimuño, si pienso en gente con la que comparto a época, aunque él está en otro nivel, claro.
Aristimuño parece haber abierto una brecha para un tipo de música, como la tuya.
Sí, él, aparte de ser un gran músico, logró sintetizar un montón de situaciones musicales que estaban sucediendo, él las encauzó en su música, y abrió un espectro. Para empezar, dejó asentado que se puede hacer algo diferente y que hay un público para eso. Que un músico como él haga todos los Gran Rex que hizo da la pauta, de que todo no tiene que ser Tan Biónica o rock barrial. Sin desmerecer a nadie, pero es otra propuesta y tiene su espacio, y eso me parece muy valioso.
Es posible que haya habido para eso, también, una escucha un poco inesperada, que estaba ahí pero nadie la exploraba.
Me parece que son artistas muy particulares que logran sintetizar algo que se da, de todas maneras, en esos casos específicos, y por ahí no en otros. Hay un momento, una buena estrella que hizo que eso se dé y haya mucha gente que lo quiera escuchar. Lo que está bueno de lo que hace Lisandro, Además, es que son canciones, y eso no es menor, tiene su complejidad y su búsqueda, pero no se va a un lugar tan experimental. Tiene aires de la música popular nuestra.
¿Te reconocés en esa mezcla, también?
Sí, puede ser, pero también tengo otras escuchas. A mí me encanta Cerati, por ejemplo. Si me decís cuál es el músico argentino que más me influenció es él. Para mí marcó algo y siento que me música se acerca más a eso que al último disco de Lisandro. Sí me reconozco en la búsqueda de aires de otros géneros, como el folclore. Pero lo más auténticamente mío es la zona del cantautor pop.
También hay una reivindicación de eso, últimamente.
También hay una vuelta de los ´80 y esas cosas. Ha vuelto un poco la canción pop. Kurt Cobain era un gran fan de los Beatles, y si vos agarrás las melodías de un tema de Nirvana es muy tarareable, no hay duda de eso, a pesar del grunge y esas cosas. A mí esa cuestión melódica se me quedó, la distorsión no, pero esa parte sí.
¿Te encontrás escuchando esos músicos en las cosas que componés?
Sí, a veces sí. Con Nirvana me pasa menos, ponele, pero con Charly o con Cerati sí, seguro. Me gusta descubrir el cromosoma de la canción, buscar lo que para mí es la idea valiosa de la canción, descubrir un recurso en una canción y probar cómo usarlo. Desde la estructura o desde lo tímbrico, desde los detalles.
¿Cómo fue participar del proyecto de Aristimuño Música sin fines de lucro?
Pasó de la forma que está organizado, que él en su Facebook propone elegir una canción por mes, vos se la mandás, las escucha y elije. El primer compilado tenía 300 canciones y él eligió 15, y ahí estaba Los Cascarudos. Fue super natural.
¿Qué pensás de esas propuestas que rompen con la forma tradicional de pensar el mercado, romper las barreras de la distribución, por ejemplo?
Uno se adapta a eso, no sé si lo plantea. Estamos jugando con una serie de herramientas que nos dieron, básicamente, internet. Podés innovar con las herramientas que están dadas. Salvo los programadores, que son los que realmente inventan algo, los demás las usamos. Sí como músicos me parece que nos toca ocuparnos de esa otra parte. Músicos talentosos hay un montón, y hay que preguntarse por qué no están en la vidriera, si eso es únicamente porque no tuvieron esa estrella. Tiene que ver con que ocuparse de todo eso otro que hay que hacer para que eso pase es un laburo, y tenés que tener ganas y te tiene que salir. A mí particularmente me gusta entender cómo es eso y cómo manejarme. Si voy a sacar un video, me gusta pensar si da lo mismo que lo saque a cualquier hora, por ejemplo. Porque estamos tan bombardeados de tanta información, que si no aprendés a moverte perdés la energía.
¿En qué momento de tu carrera estás?
Estoy maduro musicalmente, este es el quinto disco de estudio que hago, ya compuse mucho, ya mezclé mis propios discos. Ahora, en la escena, recién estoy empezado. Como solista, mi primer disco es de 2011, así que recién estoy arrancando. Sí siento que hice el mejor disco que pude hacer. Ahora no estoy componiendo porque siento que no tengo necesidad, que lo que tengo suena muy bien, y quiero mostrarlo.
Forma parte de la amplia camada de nuevos músicos que, desde la influencia que les produjo escuchar décadas de rock local, decidieron hacer su camino con el botón de random puesto para procesar toda esa información. De esa manera, Juan Regidor llegó al compilado Música sin fines de lucro, que apadrina Lisandro Aristimuño, acaso el mesías de esa nueva movida. Con El espejo de los días, su segundo disco, recién salido del horno, dice estar convencido de que “lo que tengo suena muy bien, y quiero mostrarlo”.
¿Qué es ser un cantautor?
Es materializar de alguna manera tu percepción de las cosas y de tu vida en canciones. La diferencia de una canción con otro género principalmente tiene que ver con la estructura y, por otro lado, es la forma más popular de hacer eso.
Es una responsabilidad grande asumir el peso integral de la composición en su espalda.
Lo que más peso te da es exponerte, mostrar lo que vos ves y lo que te pasa y te da miedo sentirte juzgado. Después el tema de desarrollar una idea y elaborarla, es parte del oficio, y a mí me divierte, particularmente. Me parece que está buenísimo, y el peso que tenés es cuando trabajás con otros músicos, pero ese es el peso de las relaciones humanas que las tenés trabajando de cualquier cosa con los equipos de gente, que tiene que ver con cómo te comunicás para que las cosas vayan para el lado que vos querés, sin ser un autoritario y sin tener la incapacidad de colaborar.
Y vos, ¿qué percepciones contás en tus canciones?
Para empezar, cuento qué me emociona. Yo escribo sobre las cosas que me hacen vibrar. En las letras se nota más claro que en la música. Hay ciertas letras mías que van desarrollando una mini historia, pero que no es una historia como una crónica, sino más bien es una idea que se va desarrollando. Y me doy cuenta de que empiezan a aparecer de manera recurrente animales, y esa es mi sensibilidad. Hay una canción que se llama “Los cascarudos”, y que habla de la cuestión del caparazón que todos tenemos, por ejemplo. Hay otra, “Espíritu de colibrí”, que habla de la metamorfosis. Me doy cuenta de que los animales tienen que ver con mi sensibilidad.
¿Y eso aparece o lo buscás adrede?
No, aparece. Tiene que ver, por ahí, con haber nacido en el sur, y ahí se nota para mí la presencia del paisaje.
El paisaje guía las ideas.
Son las imágenes que tenés. Vos me pedís que yo me imagine algo, y me imagino un lago, porque vivía a dos cuadras de un lago, iba todas las tardes, como para otro chico puede ser una plaza. Y eso en un punto me define, sobre todo en las letras.
¿Con qué otros músicos de tu generación te considerás en sintonía?
No sé si exactamente de mi generación, pero a mí me encanta lo que hace Lisandro Aristimuño, si pienso en gente con la que comparto a época, aunque él está en otro nivel, claro.
Aristimuño parece haber abierto una brecha para un tipo de música, como la tuya.
Sí, él, aparte de ser un gran músico, logró sintetizar un montón de situaciones musicales que estaban sucediendo, él las encauzó en su música, y abrió un espectro. Para empezar, dejó asentado que se puede hacer algo diferente y que hay un público para eso. Que un músico como él haga todos los Gran Rex que hizo da la pauta, de que todo no tiene que ser Tan Biónica o rock barrial. Sin desmerecer a nadie, pero es otra propuesta y tiene su espacio, y eso me parece muy valioso.
Es posible que haya habido para eso, también, una escucha un poco inesperada, que estaba ahí pero nadie la exploraba.
Me parece que son artistas muy particulares que logran sintetizar algo que se da, de todas maneras, en esos casos específicos, y por ahí no en otros. Hay un momento, una buena estrella que hizo que eso se dé y haya mucha gente que lo quiera escuchar. Lo que está bueno de lo que hace Lisandro, Además, es que son canciones, y eso no es menor, tiene su complejidad y su búsqueda, pero no se va a un lugar tan experimental. Tiene aires de la música popular nuestra.
¿Te reconocés en esa mezcla, también?
Sí, puede ser, pero también tengo otras escuchas. A mí me encanta Cerati, por ejemplo. Si me decís cuál es el músico argentino que más me influenció es él. Para mí marcó algo y siento que me música se acerca más a eso que al último disco de Lisandro. Sí me reconozco en la búsqueda de aires de otros géneros, como el folclore. Pero lo más auténticamente mío es la zona del cantautor pop.
También hay una reivindicación de eso, últimamente.
También hay una vuelta de los ´80 y esas cosas. Ha vuelto un poco la canción pop. Kurt Cobain era un gran fan de los Beatles, y si vos agarrás las melodías de un tema de Nirvana es muy tarareable, no hay duda de eso, a pesar del grunge y esas cosas. A mí esa cuestión melódica se me quedó, la distorsión no, pero esa parte sí.
¿Te encontrás escuchando esos músicos en las cosas que componés?
Sí, a veces sí. Con Nirvana me pasa menos, ponele, pero con Charly o con Cerati sí, seguro. Me gusta descubrir el cromosoma de la canción, buscar lo que para mí es la idea valiosa de la canción, descubrir un recurso en una canción y probar cómo usarlo. Desde la estructura o desde lo tímbrico, desde los detalles.
¿Cómo fue participar del proyecto de Aristimuño Música sin fines de lucro?
Pasó de la forma que está organizado, que él en su Facebook propone elegir una canción por mes, vos se la mandás, las escucha y elije. El primer compilado tenía 300 canciones y él eligió 15, y ahí estaba Los Cascarudos. Fue super natural.
¿Qué pensás de esas propuestas que rompen con la forma tradicional de pensar el mercado, romper las barreras de la distribución, por ejemplo?
Uno se adapta a eso, no sé si lo plantea. Estamos jugando con una serie de herramientas que nos dieron, básicamente, internet. Podés innovar con las herramientas que están dadas. Salvo los programadores, que son los que realmente inventan algo, los demás las usamos. Sí como músicos me parece que nos toca ocuparnos de esa otra parte. Músicos talentosos hay un montón, y hay que preguntarse por qué no están en la vidriera, si eso es únicamente porque no tuvieron esa estrella. Tiene que ver con que ocuparse de todo eso otro que hay que hacer para que eso pase es un laburo, y tenés que tener ganas y te tiene que salir. A mí particularmente me gusta entender cómo es eso y cómo manejarme. Si voy a sacar un video, me gusta pensar si da lo mismo que lo saque a cualquier hora, por ejemplo. Porque estamos tan bombardeados de tanta información, que si no aprendés a moverte perdés la energía.
¿En qué momento de tu carrera estás?
Estoy maduro musicalmente, este es el quinto disco de estudio que hago, ya compuse mucho, ya mezclé mis propios discos. Ahora, en la escena, recién estoy empezado. Como solista, mi primer disco es de 2011, así que recién estoy arrancando. Sí siento que hice el mejor disco que pude hacer. Ahora no estoy componiendo porque siento que no tengo necesidad, que lo que tengo suena muy bien, y quiero mostrarlo.
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