Este fin de semana se podrán visitar los edificios más representativos de la cultura porteña

Mañana sábado y el domingo se llevará a cabo el evento “48 Horas Open House Buenos Aires”, que, organizado por Co Habitar Urbano, una organización sin fines de lucro, con el apoyo del Ministerio de Cultura porteño, propone un recorrido por los sesenta edificios más representativos de la cultura de la ciudad y que generalmente no son de acceso al público.

El objetivo “es agudizar el conocimiento de los habitantes sobre su entorno y construir una nueva mirada del medio en el que vivimos y compartimos.” –explican los organizadores.

Se visitarán íconos urbanos elegidos por su valor histórico, estilo, arquitectura y diseño; así como también por encerrar historias y mitos que los hacen únicos en la ciudad de Buenos Aires.

El proyecto nació en Londres en 1992 con el fin de revalorizar la arquitectura, el diseño y el urbanismo. Desde su creación, este concepto se ha instalado en más de 20 ciudades del mundo y en su edición 2013 desembarca en Buenos Aires, que será la primera parada en Latinoamérica.

Para participar de esta propuesta y registrarse para recorrer los edificios que así lo requieran, los interesados pueden conocer la grilla de actividades, el listado de edificios y los horarios de visita en Web: www.48hopenhousebuenosaires.org. Los cupos son limitados.

El listado de edificios visitables es tan ecléctico como las diferencias que construyen una ciudad, o mejor dicho, como los contrastes y las sucesiones de estilos, épocas, momentos de los siglos que se vuelven arquitectura. Vale decir que el recorrido puede ser contemporáneo, un poquito vintage, decididamente histórico o todo eso a la vez. En una lista caprichosa pueden convivir: el edificio Kavannagh, tan retratado y mirado por fuera, pero tan poco puertas adentro; el Bencich, uno de los primeros en ser construidos especialmente para alquiler de departamentos en la Ciudad (en uno de ellos, dicho sea de paso, vivió Alfonsina Storni); el Teatro Colón; la experiencia comunitaria que el Pasaje General Paz inauguró en 1925 en Colegiales.

En el microcentro, se podrá acceder desde otra perspectiva al consumo elegante de la riqueza inmediatamente posterior al Centenario propio de la Galería Güemes (data de 1913) y la postal inesperada de ver la Ciudad desde su mirador, generalmente inaccesible. Fue originalmente pensado para albergar hotel, oficinas, teatro, restaurante y galería comercial, con esa vocación totalizadora tan propia de los pasajes a la francesa; con el tiempo, el lugar escatimó hotel y restaurant. En la cuadra de Florida al 100, tiene una vida todavía hoy tan ajetreada que pocos reparan en su historia.

La ONG CoHabitarUrbano rescata que fue uno de los primeros rascacielos porteños, con los 87 metros que alcanzan sus 14 pisos, y que “fue considerada una de las obras cumbres del Arte Nouveau en Buenos Aires”. El mirador traerá yapa: su interior será acondicionado como una cámara oscura. Sirviéndose de ese principio de la fotografía, apenas un orificio para dejar pasar la luz del exterior en un espacio cerrado, sobre una pared se hará una gran proyección de la Ciudad. Quien lo visite, podrá fotografiarse allí, llevarse el recuerdo. Una cámara oscura similar será montada, también, en una habitación del barrio-parque Los Andes, en Chacarita; en ambos casos, será parte de “Open Foto”, una de las actividades paralelas a los recorridos, junto con “Open muro” (artistas plásticos trabajando en murales) y “Open bici” (que planifica conectar un lugar con el otro, claro, en bicicleta).

Si el paseo lleva a Coghlan, se puede pisar una casa modernísima que convierte un patio interior en remanso. La construcción, que data de 2004, fue pensada para aislar a sus habitantes del mundanal ruido y venerar a los cinco álamos altísimos del patio interior, con ayuda de ventanales enormes, espacios abiertos. En cambio, en la otra punta de la Ciudad, la Casa Bolívar, en San Telmo, demuestra que en el casco histórico es posible vivir en 2013 y en 1887 a la vez. El nombre del arquitecto que levantó lo que originalmente eran “dos viviendas tipo casa chorizo apiladas” se perdió en el tiempo, pero el lugar permaneció. Con los años, “se fue desdibujando el diseño original”, pero a la hora de restaurarla, “el desafío de los arquitectos fue reorganizar la vivienda adaptándola” al original.

Fuente: Página 12


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