"Una Ciudad de oportunidades", por Martín Yeza

Nueva Ciudad les pidió a los nuevos referentes de la política en la Ciudad que escriba sobre los problemas y los desafíos que, desde su visión, afrontaremos los porteños en los próximos cuatro años, dandóle el giro personal que cada uno prefiera.

Hoy: Martín Yeza, coordinador de la Dirección de Políticas de Juventud del Gobierno porteño, militante del PRO y coeditor de la web politicadiagonal.com (junto a Facundo Calegari).

Nací en Buenos Aires pero me críe en Pinamar, Provincia de… Mi viejo laburó desde siempre en una inmobiliaria y una cosa muy común que nos pasaba todos los años era que teníamos algún cliente que nos preguntaba donde había una disquería. Necesitaban comprarse un cassette para usar en el walkman con “ruidos de la ciudad”, sino no podían dormir.

La Ciudad de Buenos Aires es hermosa y te enamora en cada cuadra, incluso aprendés a amar y a necesitar visceralmente de sus cosas no tan buenas, como el ruido, el amontonamiento en las veredas del centro, el tránsito, y los olores.

A veces pasamos de sentir que somos los mejores del mundo a pensar que somos los peores del universo. No sé si es el tango, o esa sensación de que al levantar la mirada y ves la Ciudad desde el primer piso te das cuenta que estás rodeado de secretos hermosos, o pasear por una plaza y ver chicas estudiando en grupo, nenes jugando a la pelota o el simple hecho de que si salís con ganas siempre se puede descubrir algo nuevo, incluso a la vuelta de tu esquina.

Tengo 27 y soy de los que a veces se siente como el protagonista de “Medianoche en París”, que “todo tiempo pasado fue mejor” y así escucho los Redondos, Sumo, Sui Generis, etc… Todas bandas surgidas del quilombo que fueron los 70 y la ola de alegría que trajo la democracia en los 80, donde se liberaron las fuerzas creativas que eran reprimidas por la dictadura. Dicen que la década de los 90, mutó de la vivencia cultural hacia el disfrute y el placer, que la noche porteña era increíble, llena de glamour. Los que menos quieren a esa década dicen que fue bastante frívola y puede que tengan razón, no lo sé.

La crisis del 2001 marcó un traspié en el desarrollo de la Ciudad. El enojo, la desesperación, la necesidad de sobrevivir y la falta de oportunidades para el progreso desembocaron en un pueblo muy politizado que se mantuvo en guardia pese a los intentos por adiestrarlo. Situación que se potencia cuando ocurre la tragedia de Cromañón.

La mística, el underground, la noche y la sensación de que en cualquier boliche de barrio podía aparecer el próximo Charly García se apagaron un poco.

En ese contexto se dio una seguidilla de liderazgos a los que le costó consolidarse, hasta que Mauricio Macri asume como Jefe de Gobierno de la Ciudad.

El Pro, partido que lleva a Mauricio Macri al frente de la capital de todos los argentinos, se propuso insertar en la cultura política argentina la noción de lo importante que es la profesionalización en la gestión pública. Profesionalización que en algunos casos puede ser académica, como en otros casos por experiencia, pero sí enfocada en obtener los mejores resultados con los recursos que haya.

Hay que decirlo, la Buenos Aires de 2007 era una Ciudad que venía muy golpeada por los sucesos de la década que la precedía a lo que se agregaba su propia crisis institucional. Era una Buenos Aires sin mística.

Mauricio asume como Jefe de Gobierno y lo primero que hace es operar sobre el cuerpo municipal para volverlo más competitivo para poder lograr parte de la propuesta con que se había propuesto incursionar en política: Revolucionar lo público. Hacer lo opuesto a lo que los políticos tradicionales nos tenían acostumbrados. Y sí, lo admito, un poco desconfiaba al principio, yo venía de una casa peronista y un Mauricio que me decía que el peronismo no era perfecto, tanto no me gustaba. A esto se sumaba que venía del mundo empresarial y no estaba muy seguro de cuál iba a ser su visión del estado.

Hoy tenemos un Gobierno de la Ciudad que cuenta con una abrumadora aprobación por parte de los vecinos, con una marcada decisión por construir y ofrecer lo mejor de la gestión en los barrios más vulnerables, urbanizando barrios precarios, generando oportunidades para el progreso a partir de una mejor educación y facilitando la conexión dificultosa que existía –y sobre la que se debe seguir trabajando- con el centro; y la actualización presupuestaria e inversiones necesarias para la infraestructura en salud y educación.

También se ha trabajado mucho en la desconcentración del tránsito –metrobús, bicisendas y bocas de subte- bajo la determinación ideológica de aspirar a que transite la menor cantidad de gente en automóviles. Otra de las dimensiones fundamentales fue generar las condiciones para que la ciudadanía se apropie del embellecido espacio público para su disfrute, por eso cuando paseás muy temprano o al atardecer no es extraño ver gente practicando cada cual su deporte favorito en cada rincón de la ciudad. Para esto también fue importante un desarrollo sólido de base para que la policía metropolitana pueda, en el mediano plazo, brindar seguridad en cada rincón de cada barrio.

Los desafíos climáticos y las inundaciones que acechan a la Ciudad en la última década nos obligó a avanzar en la concientización sobre la importancia del cuidado del medio ambiente y el cambio cultural que requiere dirigirnos hacia la separación de residuos de origen para disminuir la basura que producimos, mejorar el sistema de recolección y el reemplazo del sistema de iluminación con luminarias led de bajo consumo para ahorrar energía eléctrica; y la construcción del Arroyo Maldonado y Vega para evitar inundaciones en medio del cambio climático que experimenta el mundo entre muchos otros ejes.

El Pro, lejos de ser el cuco que parecía ser, demostró tener un compromiso por las necesidades reales de los vecinos. Mauricio viene a consolidar su paso por la gestión con obras que serán recordadas por muchos años. Quizás la clave de su éxito es que no se propuso ser recordado, sabe que es algo que es mejor cuando se da solo.

Sin embargo, inevitablemente llega el 2015 y no hay ninguna duda de que Mauricio ya no será el Jefe de gobierno de los porteños. Un Mauricio que venció mis prejuicios y me demostró que es de esos jugadores que se obsesiona con ganar en el equipo en el que está jugando.

Así, se abre una agenda de oportunidades que está íntimamente ligada a lo que acontecerá a nivel nacional. La principal deuda de gestión está dada por la falta de comunicación y trabajo con el Gobierno Nacional y Provincial, amparados en supuestas diferencias ideológicas para evitar trabajar conjuntamente temas de la agenda metropolitana que afectan a 6.5 millones de personas diariamente en diferentes materias como salud, seguridad, transporte, educación y empleo.

El Jefe de Gobierno que asuma en 2015 deberá ser muy responsable y entender que hay procesos disparados en la Ciudad de Buenos Aires que deben continuarse e incluso profundizarse, como el cambio cultural sobre la generación de residuos que se inició fuertemente hace dos años y el proceso de integración de los barrios del sur con el centro.
Se inició también una política de distritos, como el audiovisual, o el artístico, que debería potenciarse y multiplicarse. El principal desafío que tendrá el próximo Jefe de Gobierno en esta materia será estar conectado con la noción de que es importante generar oportunidades a través de mecanismos no tradicionales.

La Ciudad de Buenos Aires se encuentra enderezada y recuperó el brillo que tan famosa la hizo. Rompiendo los prejuicios ideológicos, la discusión sobre una mejor Buenos Aires no va a estar en los canales de televisión sino en la conexión con testimonios que muestren las cosas que son importantes resolver para el progreso de los vecinos.


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