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- 27.05.2013
Paloma del Cerro: "la música está en todas partes, solo hay que colgarse de ahí"
Intenta reproducir el sonido de un cohete despegando para representar cómo le fue a su vida en estos últimos tres años, en los que se dedicó a cantar, redondamente. Quien escucha, confiesa que no sabe cómo hará para traducir eso, tanto como otros sonidos ad hoc, que aparecerán más luego, en la calidez de ese pequeño oasis que supo ganarse, también con su vos, en el corazón del Almagro porteño. Esa voz que transformó a Paloma Kippes en Paloma del Cerro, una verdadera revelación del tecno – folk del último tiempo, con un primer disco, Gozar hasta que me ausente, tan sorprendente como celebrado. Lo que sigue, es un breve repaso de qué le pasó, por qué ahora, y cómo hizo para estar, cada vez más, en boca de todos.
Tu historia con la música es poco convencional. Empezaste “tarde”, después de dedicarte muchos años a otro cosa. ¿Cómo fue ese proceso?
Hay algo que empecé a entender ahora, después de mirar un poco lo que pasó, de empezar a estudiarme. Porque si bien siempre me trabajé en profundidad, sentí que desde los 27 a los 30 fue... (sonido de cohete que despega). Fue muy groso sentirlo en el cuerpo. Yo ya venía viendo que con el cine estaba todo bien, pero que no era algo que a mí me volara la peluca, que si bien estaba muy metida, ganando buena pasta, haciendo lo que había estudiado, me di cuenta que ni me interesaba gastar mis días en hacer publicidades de shampoo, ni hacer que alguien venda más. Y había algo conmigo, en el cuerpo, que ahora lo veo en perspectiva, y sí, no quería, no estaba para eso, como le pasa a un montón de gente que no está para lo que está haciendo, pero el cagazo que da a animarse a hacer lo que a uno le gusta, es groso. Yo, por suerte, tengo una familia que me dio todo el apoyo para soltarme, y mi pareja también. Y sí, retrospectivamente, hubo una crisis ahí muy fuerte que fue bienvenida, como todas las crisis.
En comparación con lo que tardaste en dedicarte de lleno a la música, los frutos de eso vinieron muy rápido. ¿Te afectó eso, esperabas que fuera así?
No esperaba que fuera así, ni a palos, y fue una alegría de la vida. Sí me esperaba algunas cosas: esos años en el cine y en la producción me dio mucho rigor para trabajar, me dio esa enseñanza de trabajar. Manejar tiempo y dinero no me cuesta. Me propuse que en tanto tiempo estuviera el disco, y que no fuera un disco así nomás, sino con lo mejor de mí. Por venir del palo del que vengo, otra vez, tengo amigos que son vestuaristas, maquilladroas, diseñadores de arte. Y ahí decidí juntar todo lo que había capitalizado y que me ayudaran con que se disco sea lo que es. En el camino apareció un productor, Guille Porro, que le dio al disco una cosa más mainstraeam, un sonido más pulido que el que veníamos teniendo, y ahí me di cuenta de algo: un de las cosas que me mataba, y que ahora lo veo en alumnos míos, es que hay un pavor terrible a hacer lo que uno quiere, a jugársela. Hay todo un concepto, un mandato sobre eso. El otro día leía un artículo español, que se llama “no busques más trabajo”, generá el tuyo, digamos. Y me pareció re groso. Hace poco leí otra frase en Chiapas, en México, que decía algo así como “para que el hombre dedique el 80 por ciento de su tiempo a algo que le es ajeno, hubo siglos y siglos de sometimiento”, para que uno ahora se crea que está bien estar en la empresa hasta las 12 de la noche. Eso no es vida.
Eso en relación al aspecto más vital de lo que te pasó. Pero desde lo estrictamente artísitico, el éxito también fue rápido. ¿Van juntas esa dos cosas?
… me dejaste pensando. Es cierto que Paloma del Cerro es como un producto de eso. Algo que a mí me llamó mucho la atención es esto es que siempre quise que fuera muy importante lo que se decía, las letras de lo que yo cantaba. Es lo que uno “se” dice. Y si iba a estar cantando dos años ese disco, ponele, tenía que ser algo que me represente, porque somos lo que decimos. Y Paloma del Cerro tiene ese mensaje, que llega a la gente con un mensaje lindo al corazón, y eso fue algo que pegó, fuerte, porque es algo de la metafísica que tiene la copla, aunque ahora, trabajando con un letrista, que es Remo Leaño, quiero también hablar del amor mal pago, de cuestiones que tiene nuestra sociedad como asumidas, y que no se cuál es la verdad, pero esa, seguro, no.
¿Cómo es tu relación con la cultura de los pueblos originarios?
Una parte de mi sangre es comechingona, y siempre tuve una cosa con la cultura originaria, me gustaba des chiquita la música relacionada con eso. Me parece que son los que saben de la tierra. Hay algo que se puso en jaque en mí, pero que nos está pasando un poco a todos. Hay cosas que no van más, si leés un poco, la cosa es seguir el ritmo de la tierra, es tan simple como eso. El otro día daba el ejemplo de andar a caballo: si vos vas con el caballo, cabalgando, la cosa anda, y si te fuiste del ritmo del caballo, es un caos. De eso se trata.
¿Y cómo influyeron esas ideas en lo que hacés?
Hay un montón de cosas en esta etapa mía de eso. Cuando decidí dedicarme a full a la música, dije “no pienso más en el futuro”, que era algo que me angustiaba, esa cosa de soltar las seguridades, de un sueldo todos los meses, por ejemplo. En ese momento decidí no pensar más en la plata, decidí confiar en que iba a fluir, en que iba a venir, de alguna manera, y decidí no pensar más en qué va a pasar de acá a diez años, que es una locura, cuando todo en tres minutos puede hacer …(ruido de cosas que se derrumban).
Es fuerte eso, no pensar en el futuro.
Sí, pienso muy cortito, en para dónde quiero encaminar el proyecto, y poco más. El otro día tuve un sueño que me decían “tenés que hacerte más cargo de Paloma del Cerro”, porque sí todos los días trabajo en Paloma del Cerro, en mover el proyecto, pero veo que si encauzás la energía, la cosa va. Hay un texto sufí, que dice que la duda son esas vibraciones que te ponen en jaque y que te van construyendo. A veces la duda te hace no ser cabezón, también, pero también es la que nos desmagnetiza el pensamiento principal, y nos permite jugárnosla. Lo que va a pasar después… es lindo dejarse llevar, también. Y eso es lo que nos da más pavor, también, no saber lo que va a pasar.
¿En qué zona del espectro musical te ubicás?
Soy conciente de que hay un movimiento nuevo, de folclore electrónico, encabezado por Tonolec, por Lisandro Aristimuño, y hay como toda una nueva vertiente en eso, alegremente. Pero no me gustan las etiquetas. En este segundo disco que estoy preparando, por ejemplo, no voy a hacer coplas. Sí me gusta su cadencia y algo de eso va a haber, seguramente, pero no quiero encasillarme. Eso también es una de las cosas nuevas que adquirí, el tratar de no poner etiquetas. Qué se yo, quiero hacer un bolero, por ejemplo. Sí el pilar del proyecto es que las letras, lo que se cante, resuene en un lugar lindo, en un lugar profundo. Todas las palabras, igual que en el disco anterior, están pensadas para eso, para que la gente que lo escucha, o que lo cante, también, por qué no, tenga esa experiencia. Por eso están las letras en el disco y ahora, en este segundo, si puedo, quiero agregar los acordes, para que las canciones se toquen y la gente se “auntomantree”, con esa cosa del mantra, eso de tirar flores y que la cosa florezca.
¿Qué es cantar para vos?
Cantar para mí es divino. Hace poco tuve una experiencia no fea, pero sí extraña, con otro grupo que tengo, que se llama Volver acero, con el que tocamos dos, tres horas seguidas. Y yo estaba volviendo de una clase, llegué, y ya habían arrancado. Y fue fuerte la situación, porque me costó entrar a un lugar en el que entro siempre, con tiempo, para el que me preparo para entrar y para traer cosas de ese lugar. Y ese día no entré en ese lugar, fue una de las pocas veces que me sucedió. Cantar tiene que ver con entrar en ese lugar que me es habilitado, y poder de esa forma llevar a otros a ese lugar. El otro día leía una cosa que era que si la voz no manifestara una emoción, los cantantes no generarían nada. Lo lindo que tiene la voz es que es, además, tan ancestral, que está desde que nace el humano, es su primer sonido. Para mí es conectar con ese lugar, desde la frecuencia, desde la manera de cantar, de generar dulzura, y a veces todo lo contrario.
Y esa relación con tu voz, ¿la tuviste siempre o es de ahora?
Empiezo a recapitular y tengo conexiones desde muy pequeña con el canto, desde encerrarme en un zaguán, en la casa de mis abuelos, y de jugar con el eco de ese lugar. La música está en todas partes, y un tiene que colgarse de esa música. Ahora, en este momento, algo está sonando. Después, más en la adolescencia, me puse más punk, más vomitiva, y ahora ya con más confianza, siendo conciente de lo que puedo transmitir, y llevar.
Esa conciencia, ¿te libera o te vuelve más responsable?
Me libera bastante, porque busco encontrar ese lugar, todo el tiempo. Siempre para arriba, tratar de cantar siempre trayendo algo, que eso en un artista es importante, su presencia, su conexión con ese estado, es lo que hace que el otro conecte también.
Tu historia con la música es poco convencional. Empezaste “tarde”, después de dedicarte muchos años a otro cosa. ¿Cómo fue ese proceso?
Hay algo que empecé a entender ahora, después de mirar un poco lo que pasó, de empezar a estudiarme. Porque si bien siempre me trabajé en profundidad, sentí que desde los 27 a los 30 fue... (sonido de cohete que despega). Fue muy groso sentirlo en el cuerpo. Yo ya venía viendo que con el cine estaba todo bien, pero que no era algo que a mí me volara la peluca, que si bien estaba muy metida, ganando buena pasta, haciendo lo que había estudiado, me di cuenta que ni me interesaba gastar mis días en hacer publicidades de shampoo, ni hacer que alguien venda más. Y había algo conmigo, en el cuerpo, que ahora lo veo en perspectiva, y sí, no quería, no estaba para eso, como le pasa a un montón de gente que no está para lo que está haciendo, pero el cagazo que da a animarse a hacer lo que a uno le gusta, es groso. Yo, por suerte, tengo una familia que me dio todo el apoyo para soltarme, y mi pareja también. Y sí, retrospectivamente, hubo una crisis ahí muy fuerte que fue bienvenida, como todas las crisis.
En comparación con lo que tardaste en dedicarte de lleno a la música, los frutos de eso vinieron muy rápido. ¿Te afectó eso, esperabas que fuera así?
No esperaba que fuera así, ni a palos, y fue una alegría de la vida. Sí me esperaba algunas cosas: esos años en el cine y en la producción me dio mucho rigor para trabajar, me dio esa enseñanza de trabajar. Manejar tiempo y dinero no me cuesta. Me propuse que en tanto tiempo estuviera el disco, y que no fuera un disco así nomás, sino con lo mejor de mí. Por venir del palo del que vengo, otra vez, tengo amigos que son vestuaristas, maquilladroas, diseñadores de arte. Y ahí decidí juntar todo lo que había capitalizado y que me ayudaran con que se disco sea lo que es. En el camino apareció un productor, Guille Porro, que le dio al disco una cosa más mainstraeam, un sonido más pulido que el que veníamos teniendo, y ahí me di cuenta de algo: un de las cosas que me mataba, y que ahora lo veo en alumnos míos, es que hay un pavor terrible a hacer lo que uno quiere, a jugársela. Hay todo un concepto, un mandato sobre eso. El otro día leía un artículo español, que se llama “no busques más trabajo”, generá el tuyo, digamos. Y me pareció re groso. Hace poco leí otra frase en Chiapas, en México, que decía algo así como “para que el hombre dedique el 80 por ciento de su tiempo a algo que le es ajeno, hubo siglos y siglos de sometimiento”, para que uno ahora se crea que está bien estar en la empresa hasta las 12 de la noche. Eso no es vida.
Eso en relación al aspecto más vital de lo que te pasó. Pero desde lo estrictamente artísitico, el éxito también fue rápido. ¿Van juntas esa dos cosas?
… me dejaste pensando. Es cierto que Paloma del Cerro es como un producto de eso. Algo que a mí me llamó mucho la atención es esto es que siempre quise que fuera muy importante lo que se decía, las letras de lo que yo cantaba. Es lo que uno “se” dice. Y si iba a estar cantando dos años ese disco, ponele, tenía que ser algo que me represente, porque somos lo que decimos. Y Paloma del Cerro tiene ese mensaje, que llega a la gente con un mensaje lindo al corazón, y eso fue algo que pegó, fuerte, porque es algo de la metafísica que tiene la copla, aunque ahora, trabajando con un letrista, que es Remo Leaño, quiero también hablar del amor mal pago, de cuestiones que tiene nuestra sociedad como asumidas, y que no se cuál es la verdad, pero esa, seguro, no.
¿Cómo es tu relación con la cultura de los pueblos originarios?
Una parte de mi sangre es comechingona, y siempre tuve una cosa con la cultura originaria, me gustaba des chiquita la música relacionada con eso. Me parece que son los que saben de la tierra. Hay algo que se puso en jaque en mí, pero que nos está pasando un poco a todos. Hay cosas que no van más, si leés un poco, la cosa es seguir el ritmo de la tierra, es tan simple como eso. El otro día daba el ejemplo de andar a caballo: si vos vas con el caballo, cabalgando, la cosa anda, y si te fuiste del ritmo del caballo, es un caos. De eso se trata.
¿Y cómo influyeron esas ideas en lo que hacés?
Hay un montón de cosas en esta etapa mía de eso. Cuando decidí dedicarme a full a la música, dije “no pienso más en el futuro”, que era algo que me angustiaba, esa cosa de soltar las seguridades, de un sueldo todos los meses, por ejemplo. En ese momento decidí no pensar más en la plata, decidí confiar en que iba a fluir, en que iba a venir, de alguna manera, y decidí no pensar más en qué va a pasar de acá a diez años, que es una locura, cuando todo en tres minutos puede hacer …(ruido de cosas que se derrumban).
Es fuerte eso, no pensar en el futuro.
Sí, pienso muy cortito, en para dónde quiero encaminar el proyecto, y poco más. El otro día tuve un sueño que me decían “tenés que hacerte más cargo de Paloma del Cerro”, porque sí todos los días trabajo en Paloma del Cerro, en mover el proyecto, pero veo que si encauzás la energía, la cosa va. Hay un texto sufí, que dice que la duda son esas vibraciones que te ponen en jaque y que te van construyendo. A veces la duda te hace no ser cabezón, también, pero también es la que nos desmagnetiza el pensamiento principal, y nos permite jugárnosla. Lo que va a pasar después… es lindo dejarse llevar, también. Y eso es lo que nos da más pavor, también, no saber lo que va a pasar.
¿En qué zona del espectro musical te ubicás?
Soy conciente de que hay un movimiento nuevo, de folclore electrónico, encabezado por Tonolec, por Lisandro Aristimuño, y hay como toda una nueva vertiente en eso, alegremente. Pero no me gustan las etiquetas. En este segundo disco que estoy preparando, por ejemplo, no voy a hacer coplas. Sí me gusta su cadencia y algo de eso va a haber, seguramente, pero no quiero encasillarme. Eso también es una de las cosas nuevas que adquirí, el tratar de no poner etiquetas. Qué se yo, quiero hacer un bolero, por ejemplo. Sí el pilar del proyecto es que las letras, lo que se cante, resuene en un lugar lindo, en un lugar profundo. Todas las palabras, igual que en el disco anterior, están pensadas para eso, para que la gente que lo escucha, o que lo cante, también, por qué no, tenga esa experiencia. Por eso están las letras en el disco y ahora, en este segundo, si puedo, quiero agregar los acordes, para que las canciones se toquen y la gente se “auntomantree”, con esa cosa del mantra, eso de tirar flores y que la cosa florezca.
¿Qué es cantar para vos?
Cantar para mí es divino. Hace poco tuve una experiencia no fea, pero sí extraña, con otro grupo que tengo, que se llama Volver acero, con el que tocamos dos, tres horas seguidas. Y yo estaba volviendo de una clase, llegué, y ya habían arrancado. Y fue fuerte la situación, porque me costó entrar a un lugar en el que entro siempre, con tiempo, para el que me preparo para entrar y para traer cosas de ese lugar. Y ese día no entré en ese lugar, fue una de las pocas veces que me sucedió. Cantar tiene que ver con entrar en ese lugar que me es habilitado, y poder de esa forma llevar a otros a ese lugar. El otro día leía una cosa que era que si la voz no manifestara una emoción, los cantantes no generarían nada. Lo lindo que tiene la voz es que es, además, tan ancestral, que está desde que nace el humano, es su primer sonido. Para mí es conectar con ese lugar, desde la frecuencia, desde la manera de cantar, de generar dulzura, y a veces todo lo contrario.
Y esa relación con tu voz, ¿la tuviste siempre o es de ahora?
Empiezo a recapitular y tengo conexiones desde muy pequeña con el canto, desde encerrarme en un zaguán, en la casa de mis abuelos, y de jugar con el eco de ese lugar. La música está en todas partes, y un tiene que colgarse de esa música. Ahora, en este momento, algo está sonando. Después, más en la adolescencia, me puse más punk, más vomitiva, y ahora ya con más confianza, siendo conciente de lo que puedo transmitir, y llevar.
Esa conciencia, ¿te libera o te vuelve más responsable?
Me libera bastante, porque busco encontrar ese lugar, todo el tiempo. Siempre para arriba, tratar de cantar siempre trayendo algo, que eso en un artista es importante, su presencia, su conexión con ese estado, es lo que hace que el otro conecte también.
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