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- 19.09.2012
Helio Rebot: “La dirigencia política está obligada todos los días a mejorar la oferta electoral”
Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, el diputado del PRO Helio Rebot le explicó a Nueva Ciudad cuáles son los objetivos de la reforma política que el macrismo presentó en la Legislatura. Además, representación política del cacerolazo y voto a los 16.
¿Por qué es necesaria una reforma política en la Ciudad?
Básicamente, la Ciudad tiene la necesidad de contar con leyes propias para su funcionamiento institucional. Hasta ahora nunca se consiguieron los dos tercios necesarios en la legislatura para sancionar esas leyes. Por eso usamos el Código Electoral nacional, supletoriamente. Lo que planteamos como reforma política desde el ejecutivo, como central, está vinculado con una herramienta para solucionar los problemas que la gente visibiliza como más significativos. Uno tiene que ver con la forma de votar, que es ir a un modelo de boleta única, es decir, que no sean los partidos quienes tengan que garantizar la presencia en la elección de los candidatos, sino que sea el estado el que garantice las boletas. No puede ser que la competencia esté sujeta a que se tenga la gente necesaria para custodiar no ser robado. Esa discusión, en el siglo veintiuno, es poco más que vetusta. El planteo de boleta única que hace el ejecutivo viene a subsanar esa crítica de algo que, de todas formas, en la Ciudad prácticamente no sucede, pero sí opera sobre la percepción de las listas sábanas como algo nocivo, en la que se vota a uno, junto con una tira que no se conoce.
De todas formas, la boleta única no elimina la sábana.
Es cierto, pero pasa de ser un sistema en el que, si no se corta la boleta, va entera, a un esquema en donde se puede elegir, en cada categoría, a quién se quiere. Y a los primeros tres o cuatro candidatos, sí se los conoce. El candidato número veinticinco no va a entrar de ningún partido. Eso funcionó en Córdoba y en Santa Fe bastante bien. La segunda reforma fuerte tiene que ver con los la vida de los partidos políticos, que está estallada desde hace muchos años, que tiene que ver con que las reglas de juego no existen; las hace quien quiere ganar la elección y hace lo necesario para ganarla. Entonces, hemos tomado el modelo de primarias nacional, que no es un invento argentino, y hemos tratado de corregir los dos o tres errores que creemos que tiene. Lo primero es que no permitimos las colectoras. Sí puede haber varias listas n las primarias que apoyen al mismo precandidato; pero en la general, es obligatorio que hay una sola lista. En la elección primaria, nosotros estamos proponiendo una intervención activa en la vida de los partidos, estableciendo pautas que sean obligatorias: para poder presentarse a una elección, hay que cumplir una serie de normas: ir a elecciones simultáneas, primarias, el mismo día, con todos los demás partidos, y además, dos cosas más: una, es esta de que las llamadas “listas de adhesión”, o colectoras, están prohibidas en la elección general y la otra es que los candidatos resultantes se adjudican por sistema D´hont. En las primarias nacionales se deja librado a cada partido. En nuestro proyecto, el sistema hace que las listas de las primarias se tengan que integra en la lista definitiva que compita en la elección general, lo que ayuda a fortalecer a los partidos. Se acaba eso de que si alguien gana por un voto, se lleva todo, que es lo que ha pasado en los partidos políticos más grandes en los últimos 20 años.
¿Qué le parece que van a opinar los partidos sobre esto?, porque es decidir de qué manera tienen que armar sus listas.
Es establecer pautas de democracia interna obligatorias. Para nuestra Constitución, los partidos políticos son necesarios. Alguien no se puede presentar a una elección sin partido. Entonces, si los partidos son el vínculo necesarios entre el electorado y la elección del gobierno, se puede establecer que los partidos tengan un formato mínimo, por ejemplo, que tengan democracia interna. Además, el estado los financia, les está dando determinadas franquicias, pero también les exige un mínimo de democracia interna porque, prácticamente, si no, dos personas resuelven por todo un partido. La integración de las listas por sistema D´hont es difícil de atacar, primero, porque es lo que funciona por décadas en la Argentina, de la elección para adelante. Entonces, ¿cómo decir que eso es malo para los partidos, si es bueno para la Ciudad, por ejemplo? La “intromisión” en la vida de los partidos es para agregar democracia, no para entorpecer.
También hay un cambio en cuanto a la elección del candidato a vice.
Sí, planteamos una modalidad que es más parecida al modelo uruguayo o al americano, que es que el que gana la interna, elige a su candidato a vice. Estas son todas medidas que están destinadas a fortalecer a los partidos. Porque después de la elección, alguien tiene que gobernar y resolver los problemas de la gente. Entonces tiene que ser una ecuación que resulte funcional para eso.
En relación con la boleta única, ¿es cierto que si las elecciones del año que viene se hicieran junto con la elección nacional, no se podría aplicar?
Si eso fuera así, si van juntas las elecciones de la ciudad con las nacionales, hay una Ley Nacional que regula eso. Cuando un distrito decide unificar la elección con la nacional, rige la ley nacional, con lo cual no es posible hacer lo de la boleta única. Pero de todas formas la boleta única sigue siendo un paso adelante, se aplique o no en las elecciones que vienen. No nos podemos dejar de poner de acuerdo en que lo peor, es lo que tenemos. Hay un salto de calidad importante en el planteo. De todas formas, no hay decisión sobre si las elecciones van a ser unificadas o no.
¿Qué tan lejos está la Ciudad del voto electrónico?
Si uno toma el proyecto que envía el poder ejecutivo, está previsto. La boleta única es el paso necesario para que haya voto electrónico, porque se puede hacer escrutinio electrónico, para pasar después al voto electrónico. En el proyecto del ejecutivo está prevista la posibilidad de escalar tecnológicamente, sin necesidad de una nueva ley, porque la ley prevé los parámetros para aplicar la tecnología. El proyecto es de boleta única y voto electrónico, solo que el ejecutivo está diciendo que va a hacer, por ahora, boleta única y, si se puede, avanzar sobre el voto electrónico, que es lo que pasó en Salta, que ya tiene un 30 por ciento del padrón votando así. En Washington, por ejemplo, se vota de forma dual: las personas pueden ir para una computadora, con una boleta única, o ir con la boleta a una mesas, tildar los candidatos, y luego pasar por un scanner que las lee. Ese scanner, al final de la elección, da el resultado. Es la forma más transparente que hay. Que el sistema político dependa, todavía, de quién cuente los votos, es antidiluviano. Debería depender de a quién vota la gente.
¿Cómo ve al PRO de cara a las internas eventuales internas abiertas?, siendo que es un partido joven y con una historia fuerte de decisiones en “mesa chica”.
El partido está creciendo, estructurándose en los distritos grandes con bastante solidez, que excede las capitales, incluso con algunos intendentes, como Jorge Macri. Yo lo veo bien, sin demasiados procesos de conflicto interno. Como partido más joven, es natural que tenga menos conflictividad y que, además, como las reglas están claras, haya menos conflicto. La mayoría de los conflictos en Argentina, en los partidos, tiene que ver con el cambio de reglas permanente, a la medida del que está haciéndolas. En el peronismo y en el radicalismo eso ha estado a la orden del día. Yo veo al partido sin esos conflictos, lo que no quiere decir que no tenga, a veces, dilemas que resolver. Cuando tiene más de un candidato para el mismo cargo, en realidad tiene un problema que resolver, pero ya tiene la solución. Cuando hay dos buenos candidatos, hay menos problemas que cuando no hay ninguno. Al PRO le pasa un poco eso: tiene que resolver con qué candidato va a la elección, sabiendo que con varios tiene la posibilidad de ganar. En ese sentido, son cuestiones que se pueden resolver, por ahora, con altos niveles de consenso y, si no, siempre están las primarias obligatorias, en las que, hasta ahora, no ha habido listas alternativas. Pero no ha sido el único partido. En general, para presidente, no hubo listas alternativas en el seno de ningún partido.
En relación con el cacerolazo de la semana pasada, mucho se dijo sobre que ese grupo de personas no tiene representación política. ¿Qué tanto cree que eso es así y qué cree que debe hacer, en todo caso, la oposición para aspirar a representarlo?
Son dos cosas separadas. Creo que la movilización, primero, fue importante. Una movilización con cero de difusión: no hubo afiches pegados, no hubo partidos políticos convocando…
Hubo algunos medios que ayudaron.
Sí, pero reflejaron un poco lo que era la convocatoria que se generaba a través de las redes sociales. Lo que muestra que hay un trasfondo detrás de eso de una porción importante de la ciudadanía que está disconforme con el gobierno nacional. Lo segundo, es quién representa a esa gente. En principio, yo creo que el grueso de esa gente está representada en los partidos opositores, pero no descarto que buena parte de esa gente, es lo que dicen las encuestas, también votó al gobierno. Tal vez no en la misma proporción, claro. Fueron sobre todo sectores medios preocupados por algunas cuestiones, como algún nivel creciente de restricción de libertades, de gran preocupación por la inflación, por la seguridad. Obviamente, yo no considero que la ausencia de los sectores más humildes en las movilizaciones tenga que ver con el no compartir determinadas cosas. Creo que hoy se nota en los sectores más humildes, aun en los que apoyan al gobierno, un nivel creciente de disconformidad, con otras prioridades, porque para alguien que tiene que ver, día a día, si come, la prioridad es no perder el trabajo, o para alguien que no tiene empleo, la prioridad es conseguirlo. En ese sentido, me parece que hay un deterioro claro de las expectativas de la población en el gobierno, de quienes lo votaron y de quienes no. Y la oposición tiene que agudizar la imaginación para poder encontrar comunes denominadores para poder trabajar y conformar a esa gente. En realidad, nadie niega que existan diferencias en la oposición, y que esas diferencias puedan estar marcadas, incluso ideológicamente, pero los problemas del país que hoy visualizamos no parecen tener una lejanía ideológica en las soluciones, a la hora de que las encare uno u otro. Hay un reconocimiento general de que hay que parar la inflación, de que hay que tener cierta eficiencia en el gasto, bajar la corrupción. Pero es cierto que en la marcha no hay “un padre”, sí un reconocimiento en el espacio opositor. Vamos a ver quién puede sintetizar mejor eso. Hasta ahora, me parece que asociar la protesta del otro día con un nombre solo, sería equivocado. Me parece que el gobierno ha acusado el impacto. La movilización fue importante en todo el país, y si bien es cierto que algunos medios la han reflejado, otros la han desconocido. La Televisión Pública pasaba, en el momento de la marcha, un documental sobre pájaros. O puso carteles asociando la marcha con las restricciones al dólar. O puso el testimonio de alguien que no quiere que le den un plan asistencial a la empleada que trabaja en su casa como reflejo de la marcha. Esos son dinosaurios que han existido siempre, pero que no son el centro de ninguna movilización, ni opositora ni oficialista.
¿Qué opina del voto a los 16 años?
No tengo una opinión formada con claridad, es algo para estudiar. Creo que, en la especulación del gobierno, está esto de medir cuántos millones de votos hay en esa franja, y que les va mejor con los jóvenes, y entonces avanzan. Con la misma ferocidad con la que ahora quieren que voten los de 16, antes no los dejaron votar, porque proyectos en este sentido hay dando vueltas varios, en diputados y en senadores, desde hace muchos años. Creo que hay una especulación clara del gobierno que, además, tiene la picardía de marcar una agenda de discusión sobre temas que no le son incómodos, como la inflación. En eso son persistentes. Me parece, sí, que tiene que haber algún nivel de equilibrio en la discusión, antes de tomar decisiones importantes, y tiene que haber un paralelismo entre los derechos y las obligaciones. Nuestra Constitución, en general, ha reflejado ese paralelismo, consagrando el derecho a elegir y a ser elegido, por ejemplo. Esa escala ha bajado a los 18, y claro que puede bajar en el futuro. Pero no es una discusión que deba hacerse de cara a las próximas elecciones. Porque bien se podría plantear, por ejemplo, por qué el voto es obligatorio. Todos dirían, claro, que eso permitió evitar el frade, y la Ley Sáenz Peña… pero pasaron cien años ya de esa ley, y yo apostaría a la madurez de la gente. Yo confío en la gente. Esto no es la posición de PRO, pero creo que se podría plantear. En Venezuela, no es obligatorio el voto, y hay el mismo nivel de ausentismo que acá. Me parece que la dirigencia política tiene que sentir que está obligada todos los días a mejorar la oferta electoral, y que gran parte de esa discusión es empoderar a la gente, que la gente decida si una elección es importante o no. En el país más importante del mundo votar no es obligatorio, y nadie puede decir que no es significativa la elección porque no voten algunos millones de americanos. Me parece bien que los chicos participen en política, pero los cambios deben hacerse porque son buenos, no porque le convienen a alguien.
¿Por qué es necesaria una reforma política en la Ciudad?
Básicamente, la Ciudad tiene la necesidad de contar con leyes propias para su funcionamiento institucional. Hasta ahora nunca se consiguieron los dos tercios necesarios en la legislatura para sancionar esas leyes. Por eso usamos el Código Electoral nacional, supletoriamente. Lo que planteamos como reforma política desde el ejecutivo, como central, está vinculado con una herramienta para solucionar los problemas que la gente visibiliza como más significativos. Uno tiene que ver con la forma de votar, que es ir a un modelo de boleta única, es decir, que no sean los partidos quienes tengan que garantizar la presencia en la elección de los candidatos, sino que sea el estado el que garantice las boletas. No puede ser que la competencia esté sujeta a que se tenga la gente necesaria para custodiar no ser robado. Esa discusión, en el siglo veintiuno, es poco más que vetusta. El planteo de boleta única que hace el ejecutivo viene a subsanar esa crítica de algo que, de todas formas, en la Ciudad prácticamente no sucede, pero sí opera sobre la percepción de las listas sábanas como algo nocivo, en la que se vota a uno, junto con una tira que no se conoce.
De todas formas, la boleta única no elimina la sábana.
Es cierto, pero pasa de ser un sistema en el que, si no se corta la boleta, va entera, a un esquema en donde se puede elegir, en cada categoría, a quién se quiere. Y a los primeros tres o cuatro candidatos, sí se los conoce. El candidato número veinticinco no va a entrar de ningún partido. Eso funcionó en Córdoba y en Santa Fe bastante bien. La segunda reforma fuerte tiene que ver con los la vida de los partidos políticos, que está estallada desde hace muchos años, que tiene que ver con que las reglas de juego no existen; las hace quien quiere ganar la elección y hace lo necesario para ganarla. Entonces, hemos tomado el modelo de primarias nacional, que no es un invento argentino, y hemos tratado de corregir los dos o tres errores que creemos que tiene. Lo primero es que no permitimos las colectoras. Sí puede haber varias listas n las primarias que apoyen al mismo precandidato; pero en la general, es obligatorio que hay una sola lista. En la elección primaria, nosotros estamos proponiendo una intervención activa en la vida de los partidos, estableciendo pautas que sean obligatorias: para poder presentarse a una elección, hay que cumplir una serie de normas: ir a elecciones simultáneas, primarias, el mismo día, con todos los demás partidos, y además, dos cosas más: una, es esta de que las llamadas “listas de adhesión”, o colectoras, están prohibidas en la elección general y la otra es que los candidatos resultantes se adjudican por sistema D´hont. En las primarias nacionales se deja librado a cada partido. En nuestro proyecto, el sistema hace que las listas de las primarias se tengan que integra en la lista definitiva que compita en la elección general, lo que ayuda a fortalecer a los partidos. Se acaba eso de que si alguien gana por un voto, se lleva todo, que es lo que ha pasado en los partidos políticos más grandes en los últimos 20 años.
¿Qué le parece que van a opinar los partidos sobre esto?, porque es decidir de qué manera tienen que armar sus listas.
Es establecer pautas de democracia interna obligatorias. Para nuestra Constitución, los partidos políticos son necesarios. Alguien no se puede presentar a una elección sin partido. Entonces, si los partidos son el vínculo necesarios entre el electorado y la elección del gobierno, se puede establecer que los partidos tengan un formato mínimo, por ejemplo, que tengan democracia interna. Además, el estado los financia, les está dando determinadas franquicias, pero también les exige un mínimo de democracia interna porque, prácticamente, si no, dos personas resuelven por todo un partido. La integración de las listas por sistema D´hont es difícil de atacar, primero, porque es lo que funciona por décadas en la Argentina, de la elección para adelante. Entonces, ¿cómo decir que eso es malo para los partidos, si es bueno para la Ciudad, por ejemplo? La “intromisión” en la vida de los partidos es para agregar democracia, no para entorpecer.
También hay un cambio en cuanto a la elección del candidato a vice.
Sí, planteamos una modalidad que es más parecida al modelo uruguayo o al americano, que es que el que gana la interna, elige a su candidato a vice. Estas son todas medidas que están destinadas a fortalecer a los partidos. Porque después de la elección, alguien tiene que gobernar y resolver los problemas de la gente. Entonces tiene que ser una ecuación que resulte funcional para eso.
En relación con la boleta única, ¿es cierto que si las elecciones del año que viene se hicieran junto con la elección nacional, no se podría aplicar?
Si eso fuera así, si van juntas las elecciones de la ciudad con las nacionales, hay una Ley Nacional que regula eso. Cuando un distrito decide unificar la elección con la nacional, rige la ley nacional, con lo cual no es posible hacer lo de la boleta única. Pero de todas formas la boleta única sigue siendo un paso adelante, se aplique o no en las elecciones que vienen. No nos podemos dejar de poner de acuerdo en que lo peor, es lo que tenemos. Hay un salto de calidad importante en el planteo. De todas formas, no hay decisión sobre si las elecciones van a ser unificadas o no.
¿Qué tan lejos está la Ciudad del voto electrónico?
Si uno toma el proyecto que envía el poder ejecutivo, está previsto. La boleta única es el paso necesario para que haya voto electrónico, porque se puede hacer escrutinio electrónico, para pasar después al voto electrónico. En el proyecto del ejecutivo está prevista la posibilidad de escalar tecnológicamente, sin necesidad de una nueva ley, porque la ley prevé los parámetros para aplicar la tecnología. El proyecto es de boleta única y voto electrónico, solo que el ejecutivo está diciendo que va a hacer, por ahora, boleta única y, si se puede, avanzar sobre el voto electrónico, que es lo que pasó en Salta, que ya tiene un 30 por ciento del padrón votando así. En Washington, por ejemplo, se vota de forma dual: las personas pueden ir para una computadora, con una boleta única, o ir con la boleta a una mesas, tildar los candidatos, y luego pasar por un scanner que las lee. Ese scanner, al final de la elección, da el resultado. Es la forma más transparente que hay. Que el sistema político dependa, todavía, de quién cuente los votos, es antidiluviano. Debería depender de a quién vota la gente.
¿Cómo ve al PRO de cara a las internas eventuales internas abiertas?, siendo que es un partido joven y con una historia fuerte de decisiones en “mesa chica”.
El partido está creciendo, estructurándose en los distritos grandes con bastante solidez, que excede las capitales, incluso con algunos intendentes, como Jorge Macri. Yo lo veo bien, sin demasiados procesos de conflicto interno. Como partido más joven, es natural que tenga menos conflictividad y que, además, como las reglas están claras, haya menos conflicto. La mayoría de los conflictos en Argentina, en los partidos, tiene que ver con el cambio de reglas permanente, a la medida del que está haciéndolas. En el peronismo y en el radicalismo eso ha estado a la orden del día. Yo veo al partido sin esos conflictos, lo que no quiere decir que no tenga, a veces, dilemas que resolver. Cuando tiene más de un candidato para el mismo cargo, en realidad tiene un problema que resolver, pero ya tiene la solución. Cuando hay dos buenos candidatos, hay menos problemas que cuando no hay ninguno. Al PRO le pasa un poco eso: tiene que resolver con qué candidato va a la elección, sabiendo que con varios tiene la posibilidad de ganar. En ese sentido, son cuestiones que se pueden resolver, por ahora, con altos niveles de consenso y, si no, siempre están las primarias obligatorias, en las que, hasta ahora, no ha habido listas alternativas. Pero no ha sido el único partido. En general, para presidente, no hubo listas alternativas en el seno de ningún partido.
En relación con el cacerolazo de la semana pasada, mucho se dijo sobre que ese grupo de personas no tiene representación política. ¿Qué tanto cree que eso es así y qué cree que debe hacer, en todo caso, la oposición para aspirar a representarlo?
Son dos cosas separadas. Creo que la movilización, primero, fue importante. Una movilización con cero de difusión: no hubo afiches pegados, no hubo partidos políticos convocando…
Hubo algunos medios que ayudaron.
Sí, pero reflejaron un poco lo que era la convocatoria que se generaba a través de las redes sociales. Lo que muestra que hay un trasfondo detrás de eso de una porción importante de la ciudadanía que está disconforme con el gobierno nacional. Lo segundo, es quién representa a esa gente. En principio, yo creo que el grueso de esa gente está representada en los partidos opositores, pero no descarto que buena parte de esa gente, es lo que dicen las encuestas, también votó al gobierno. Tal vez no en la misma proporción, claro. Fueron sobre todo sectores medios preocupados por algunas cuestiones, como algún nivel creciente de restricción de libertades, de gran preocupación por la inflación, por la seguridad. Obviamente, yo no considero que la ausencia de los sectores más humildes en las movilizaciones tenga que ver con el no compartir determinadas cosas. Creo que hoy se nota en los sectores más humildes, aun en los que apoyan al gobierno, un nivel creciente de disconformidad, con otras prioridades, porque para alguien que tiene que ver, día a día, si come, la prioridad es no perder el trabajo, o para alguien que no tiene empleo, la prioridad es conseguirlo. En ese sentido, me parece que hay un deterioro claro de las expectativas de la población en el gobierno, de quienes lo votaron y de quienes no. Y la oposición tiene que agudizar la imaginación para poder encontrar comunes denominadores para poder trabajar y conformar a esa gente. En realidad, nadie niega que existan diferencias en la oposición, y que esas diferencias puedan estar marcadas, incluso ideológicamente, pero los problemas del país que hoy visualizamos no parecen tener una lejanía ideológica en las soluciones, a la hora de que las encare uno u otro. Hay un reconocimiento general de que hay que parar la inflación, de que hay que tener cierta eficiencia en el gasto, bajar la corrupción. Pero es cierto que en la marcha no hay “un padre”, sí un reconocimiento en el espacio opositor. Vamos a ver quién puede sintetizar mejor eso. Hasta ahora, me parece que asociar la protesta del otro día con un nombre solo, sería equivocado. Me parece que el gobierno ha acusado el impacto. La movilización fue importante en todo el país, y si bien es cierto que algunos medios la han reflejado, otros la han desconocido. La Televisión Pública pasaba, en el momento de la marcha, un documental sobre pájaros. O puso carteles asociando la marcha con las restricciones al dólar. O puso el testimonio de alguien que no quiere que le den un plan asistencial a la empleada que trabaja en su casa como reflejo de la marcha. Esos son dinosaurios que han existido siempre, pero que no son el centro de ninguna movilización, ni opositora ni oficialista.
¿Qué opina del voto a los 16 años?
No tengo una opinión formada con claridad, es algo para estudiar. Creo que, en la especulación del gobierno, está esto de medir cuántos millones de votos hay en esa franja, y que les va mejor con los jóvenes, y entonces avanzan. Con la misma ferocidad con la que ahora quieren que voten los de 16, antes no los dejaron votar, porque proyectos en este sentido hay dando vueltas varios, en diputados y en senadores, desde hace muchos años. Creo que hay una especulación clara del gobierno que, además, tiene la picardía de marcar una agenda de discusión sobre temas que no le son incómodos, como la inflación. En eso son persistentes. Me parece, sí, que tiene que haber algún nivel de equilibrio en la discusión, antes de tomar decisiones importantes, y tiene que haber un paralelismo entre los derechos y las obligaciones. Nuestra Constitución, en general, ha reflejado ese paralelismo, consagrando el derecho a elegir y a ser elegido, por ejemplo. Esa escala ha bajado a los 18, y claro que puede bajar en el futuro. Pero no es una discusión que deba hacerse de cara a las próximas elecciones. Porque bien se podría plantear, por ejemplo, por qué el voto es obligatorio. Todos dirían, claro, que eso permitió evitar el frade, y la Ley Sáenz Peña… pero pasaron cien años ya de esa ley, y yo apostaría a la madurez de la gente. Yo confío en la gente. Esto no es la posición de PRO, pero creo que se podría plantear. En Venezuela, no es obligatorio el voto, y hay el mismo nivel de ausentismo que acá. Me parece que la dirigencia política tiene que sentir que está obligada todos los días a mejorar la oferta electoral, y que gran parte de esa discusión es empoderar a la gente, que la gente decida si una elección es importante o no. En el país más importante del mundo votar no es obligatorio, y nadie puede decir que no es significativa la elección porque no voten algunos millones de americanos. Me parece bien que los chicos participen en política, pero los cambios deben hacerse porque son buenos, no porque le convienen a alguien.
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