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- 15.05.2012
Impulsan una ley para prohibir los saleros en las mesas de los restaurantes porteños
La Legislatura porteña inició el debate en torno a un proyecto de ley para prohibir que haya saleros en las mesas de restaurantes y bares de la Ciudad para evitar "malos hábitos alimenticios" que representen algún riesgo para la salud derivado del alto consumo de sodio.
El proyecto, presentado por el legislador Juan Cabandié, busca desalentar la ingesta de sal entre la población a través de una ley que regule el consumo de sodio en comercios gastronómicos y, asimismo, establece multas y hasta clausura para los establecimientos que expenden alimentos y que no cumplan con la normativa.
La iniciativa plantea la prohibición de saleros en las mesas de los locales y contempla que los comensales que quieran adicionar sal en la comida que va a consumir puedan solicitarlo al personal del comercio.
"Nuestra propuesta es para evitar que, a causa de malos hábitos alimenticios, los comensales incorporen sal a sus comidas innecesariamente o por mera costumbre, a la vez que se pretende que el consumidor internalice las consecuencias de la acción", explicó Cabandié.
Dijo además que "hay una vasta normativa tanto nacional como internacional que reconoce la necesidad de la disminución del consumo de sal".
Según precisa el expediente que será debatido, la recomendación internacional de ingesta diaria de sal, fijada por la Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, es de un máximo de cinco gramos por día pero hay relevamientos que indican que el consumo en la población supera ampliamente esa recomendación.
"Por ello es que entendemos que se deriva de ello una urgencia sobre las acciones reales y efectivas que tiendan a la reducción paulatina del consumo de sal y a la concientización sobre los efectos nocivos derivados", argumentó el legislador que presidente el bloque del Frente para la Victoria.
De acuerdo a la Segunda Encuesta Nacional de Factores de Riesgos para Enfermedades No Trasmisibles, realizada por el Ministerio de Salud nacional en 2011, a nivel nacional se registró una suba del 23 por ciento respecto del 2005 del consumo de sal y la población de Ciudad de Buenos Aires se ubicó en la cima de las que agregan sal a los alimentos.
El proyecto, presentado por el legislador Juan Cabandié, busca desalentar la ingesta de sal entre la población a través de una ley que regule el consumo de sodio en comercios gastronómicos y, asimismo, establece multas y hasta clausura para los establecimientos que expenden alimentos y que no cumplan con la normativa.
La iniciativa plantea la prohibición de saleros en las mesas de los locales y contempla que los comensales que quieran adicionar sal en la comida que va a consumir puedan solicitarlo al personal del comercio.
"Nuestra propuesta es para evitar que, a causa de malos hábitos alimenticios, los comensales incorporen sal a sus comidas innecesariamente o por mera costumbre, a la vez que se pretende que el consumidor internalice las consecuencias de la acción", explicó Cabandié.
Dijo además que "hay una vasta normativa tanto nacional como internacional que reconoce la necesidad de la disminución del consumo de sal".
Según precisa el expediente que será debatido, la recomendación internacional de ingesta diaria de sal, fijada por la Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, es de un máximo de cinco gramos por día pero hay relevamientos que indican que el consumo en la población supera ampliamente esa recomendación.
"Por ello es que entendemos que se deriva de ello una urgencia sobre las acciones reales y efectivas que tiendan a la reducción paulatina del consumo de sal y a la concientización sobre los efectos nocivos derivados", argumentó el legislador que presidente el bloque del Frente para la Victoria.
De acuerdo a la Segunda Encuesta Nacional de Factores de Riesgos para Enfermedades No Trasmisibles, realizada por el Ministerio de Salud nacional en 2011, a nivel nacional se registró una suba del 23 por ciento respecto del 2005 del consumo de sal y la población de Ciudad de Buenos Aires se ubicó en la cima de las que agregan sal a los alimentos.
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