Fabio Basteiro: “Me molesta que tengamos que ver a algunos compañeros como enemigos”

Presidente del flamante bloque de Buenos Aires para Todos en la Legislatura, luego de la separación de Proyecto Sur, Fabio Basteiro habla de ese proceso, de la relación con el kirchnerismo porteño y de la necesidad de unir fuerzas contra el macrismo, de quien, confiesa, “pensaba que eran mucho más torpes”.

¿Cuáles son las expectativas para este año legislativo?

Las expectativas en la Legislatura son relativas, siempre lo digo. Porque se genera un escenario muy microclimático y autorreferencial, en el que se cree que por tratar algún tema en este ámbito teóricamente de importancia, alcanza, aunque después no se puedan reproducir en el resto de la sociedad porteña. Hay mucho de esto en la Legislatura, creerse que desde acá se construye una agenda política que después no se traslada a la sociedad. En algunos casos, sí son elementos que ayudan y complementan, pero si no hay organización popular, sin trabajo sostenido con organizaciones sociales,  sindicales, partidarias, es muy relativo el trabajo que se puede hacer. A la vez, nosotros venimos de un proceso bastante doloroso que necesita de un reacomodamiento, como es la ruptura de un bloque.

¿Cómo tomaste esa situación?

Unas de las tareas que tenemos es consolidar una identidad propia de Buenos Aires para Todos, y esto trae aparejado que, si bien con los compañeros de Proyecto Sur tenemos una afinidad política muy fuerte, tenemos el deber de la planificación de nuestra propia agenda política y, a la vez, de tener fuera del ámbito legislativo una fuerza que pueda expresar  realmente lo que uno estructura discursivamente.

¿En qué medida creés que esa agenda legislativa va a ser muy distinta a la de Proyecto Sur?

Yo no creo que sea distinta, lo que creo es que tiene que tener una reproducción organizativa por fuera, que ahí sí hay una diferencia o matices con Proyecto Sur. Es decir: frente a la impronta del mismo Pino Solanas, nosotros no tenemos la misma visión de cómo organizar una fuerza política y social. Nosotros creemos que las agendas deben construirse a partir de los niveles de conflictividad que existen, y que las organizaciones que sostiene el conflicto, y lo trabajan, tienen que tener las posibilidad de canalizarlos legislativamente a través de los diputados y diputadas. No es el diputado el que le va a decir a la gente cómo se solucionan los problemas; tiene que haber un ida y vuelta, una construcción colectiva. Esa sí es una diferencia, no porque la agenda sea diferente en muchos puntos, en los que de hecho coincidimos con otras fuerzas que no son solamente Proyecto Sur; el problema es cómo se reproduce esa agenda en términos organizativos. Obviamente, hay temas que se imponen, que no son necesariamente los que nosotros tenemos pensado discutir, sino que lo impone la realidad que va más allá de uno, ya sea por los medios, por el poder político o el económico, terminamos discutiendo temas que muchas veces no son las prioridades. Surge el tema del subte, del traspaso del juego, del puerto, o la discusión por el presupuesto. Y Ahí tenemos cuestiones para aportar. Queremos ser consecuentes entre lo que se dice y lo que hace: nunca le aprobamos el presupuesto a Macri, y siempre presentamos uno alternativo, un esquema de recaudación diferente y un esquema de distribución diferente. Estas son algunas de las diferencias que tenemos con el kirchnerismo, que le aprobó el presupuesto, o el fideicomiso del Banco Ciudad; votaron más del 50 por ciento de las leyes que el macrismo  necesitaba. Y esto tiene después reproducción en las negociaciones para diferentes órganos de control de la Ciudad. Es muy paradójico que, quienes estructuran la oposición discursiva, luego, en términos legislativos, participan del reparto de los cargos en algunos organismos clave. Y esto no se sabe, porque Clarín y La Nación lo protegen a Macri, pero los medios afines al Gobierno Nacional le pegan y no dicen lo que hace el kirchnerismo en la Ciudad. El problema es que hay fuerzas políticas que no están en ese esquema, pero que no tienen la capacidad para estructurar su posición mediáticamente.

¿Creés que, después de los vetos de Macri, ese escenario de acuerdos en la Legislatura seguirá siendo el mismo?

La relación entre los bloques depende mucho de los que se diga desde el ejecutivo de la Ciudad o el nacional, no depende tanto de los acuerdo legislativos. Son acuerdos que trascienden a los propios legisladores. No se trata de una agenda que responde a las necesidades de los ciudadanos o los trabajadores de la Ciudad. Como tal, se han visto cuestiones en las que, si uno escuchaba los discursos o las declaraciones en los medios, parecían posiciones irreconciliables.  Y puedo asegurar que se reconciliaron de una manera mágica. Esto ya pasó y sigue pasando. Creo que es parte de esta película en la que se necesitan como el agua ya la tierra. El kirchnerismo necesita tener una derecha que sea reaccionaria y hasta cavernícola, y el macrismo necesita tener una oposición en el distrito que retraiga a muchos sectores medios de la Ciudad. Se complejiza cuando discuten con otras fuerzas políticas. Ahora: yo estoy bastante podrido de echarle la culpa a otro, porque si existe este escenario, es por las debilidades y la incapacidad para construir una nueva fuerza política y una nueva experiencia electoral que haga que se derrumbe ese escenario. Si bien tampoco estamos todo lo mal que a veces parece, sí hay que ser autocrítico en que uno puede acertar en términos electorales, pero eso no necesariamente implica que uno tenga la capacidad para que eso se transforme en fuerza real.

¿Te parece que hay espacio para eso en este escenario político en la ciudad que describías, de dos fuerzas importantes que se necesitan?

Yo no creo en las experiencias políticas que se construyen a partir de un solo distrito. Pero no porque sean localistas, sino porque no se puede tener un discurso nacional, y a la vez pensar solamente en el distrito. Por eso nosotros apostamos a unir las diferentes experiencias, en Neuquén, en Jujuy, lo que se está haciendo en San Juan con la oposición a la megaminería; eso para nosotros es indispensable. Obviamente, nosotros transitamos una experiencia de distrito, con Buenos Aires para Todos, que existe antes que Proyecto Sur. Pero si nosotros nos quedamos en eso, yo no le veo destino. Para mí, de todas formas, siempre hay especio, el tema es que hay que ser consciente de cómo uno estructura el discurso y, a la vez, estructura la fuerza para sostener ese discurso. Es decir: cómo se tiene la posibilidad de resolver el conflicto, y no solo de enunciarlo. Además, sin lugar a dudas, porque en este país desde 2001 hubo una modificación muy fuerte de lo que es no solo el discurso político, sino de otros ingredientes que muchos dábamos por cristalizados. Y la dinámica que se ha dado nos ha servido para instalar una nueva etapa de discusión. Lo que hay que hacer es ser honestos, y discutir de una vez por todas, sin ver enemigos por todos lados ni tener el adjetivo a flor de piel como para tratar de anular una discusión.

¿En relación con quién pensás eso?

Yo soy uno de los fundadores de la Central de los Trabajadores de la Argentina, fui secretario general de Capital durante 16 años, y me duele mucho tener que discutir con compañeros que son del mismo origen. Ahora, yo no estoy diciendo que la fractura era una cosa ni inevitable, ni que había que acelerarla, pero se dieron los procesos. Sí me molesta que tengamos que ver a algunos de esos compañeros como enemigos. El enemigo es algo muy poderoso, que tenemos que saber categorizar. Lo digo porque nosotros mismo muchas veces vamos muy rápido, pero también el Gobierno Nacional, muchas veces necesita eso, y esconde en esa necesidad,  la incapacidad de dar una discusión franca y reconocer sus propios límites. Como también digo que esos límites que tiene el gobierno no nos excluyen a nosotros; nos incluyen en las definiciones que tenemos que tener sobre esos límites.  Yo creo que se puede construir una sociedad más justa, más libre, más inteligentes, más planificada; creo que el Gobierno Nacional hizo cosas bien, pero también quiero decir que este no es el modelo de acumulación por el que yo peleo. No creo que esta sea la sociedad que yo busco. Hay cosas que están mal, y hay que decirlo con todas las letras, tanto como las que están bien. Esto, que parece tan simple en la formulación discursiva, es muy complejo, luego, tener la capacidad para reproducirlo en términos prácticos.

En lo local, en relación con los conflictos, parce que las agendas de las fuerzas de oposición se solapan.

En la Ciudad es mucho más claro, porque el macrismo es quizás la expresión más consolidada de una derecha que utiliza Buenos Aires como plataforma de lanzamiento para un proyecto nacional, realmente de derecha, muy inteligente, con una campaña de marketing muy estudiada, que ha aprendido de otras experiencias de la derecha en el gobierno, que ha sabido procesar y reproducir de otra manera; yo pensé que eran mucho más torpes, pero creo que están aprendiendo y están procesando el propio discurso de la derecha en la Argentina, y se están ubicando con una capacidad de propagarse mucho más fuerte de lo que yo pensaba. Y para esto colabora mucho el Gobierno Nacional, y hay ejemplos: cuando se elige a una candidato para disputar un balotage con Macri, se elige al que se sabe que va a tratar de sacarle votos a un sector determinado, cuando el discurso es “peleemos contra la derecha”. Pero eso de “peleemos contra la derecha en la Ciudad, juntemos a todos”, que para mí es correcto, que debemos hacerlo por obligación política, ideológica y moral, también tiene que hacerlo todo el mundo, porque después no se puede votar todos los días con el macrismo en la Legislatura. En el último balotage, lo único que se hizo fue aumentar la capacidad discursiva el PRO, para que digan que tiene el 65 por ciento, al sólo efecto de demostrar que Cristina tiene el 30 por ciento en la Ciudad. Eso habla poco de tener la capacidad de organizar a los sectores populares, más allá de las diferencias, en contra de la derecha. De todas formas, creo que siempre hay que hacer el esfuerzo por juntar fuerzas para ponerle límites a Macri, de hecho, en la legislatura lo hemos hecho y hemos tenido éxito, como en el caso de los nombramientos en el Ministerio de Educación, en el caso de las becas estudiantiles, o en la ley para regularizar a los trapitos, que se vetó. También, ha habido casos raros, como la conformación de la comisión de investigación por las escuchas ilegales, en la que el PRO votaba con el kirchnerismo la presidencia de Cabandié a la comisión, y nunca quedó claro si fue un error táctico o una definición. También es cierto que, con el discurso de unir a todos contra la derecha en la Ciudad, Macri se victimiza, y lo hace muy inteligentemente, y sale favorecido. Sobre todo cuando se señalan todas las deficiencias del macrismo en la Ciudad, pero no se hace lo mismo con situaciones análogas en otros distritos afines al Gobierno Nacional.
¿Cómo ves el desarrollo de las Comunas?
Creo que en la división política de la ciudad, la concreción de las Comunas es el complimiento de una ley, pero que debería haberse hecho mucho antes, y con más fuerza y más decisión para que no sean solo una división administrativa. La Constitución de la Ciudad debe ser de las más progresistas de América; ahora, esa Constitución con este ejecutivo no te garantiza nada. Esta quizás sea la expresión más palpable de lo que es un estado y lo que es un gobierno. La Constitución es un ejemplo en cuanto a avances en materia de participación, en materia social, y en materia cultural y, sin embargo, en esos tres aspectos, el gobierno de Macri es de los más retrasados de la región.  Las Comunas en sí mismo no van a solucionar los problemas; el cumplimiento de la ley, es un avance; que se abra una puerta para acumular en el sentido de la participación, siempre es positivo. El presupuesto participativo también figura en la Constitución, y sin embargo tampoco va a resolver todo si no hay una andamiaje y una voluntad política para darle dirección a eso, sostenido en el tiempo. Las Comunas son una avance que hay que tratar de consolidar y mejorar, pero también, si las Comunas no resuelven problemas centrales, va a terminar siendo una excusa para que el macrismo las termine desacreditando.

Las primeras experiencias de los Consejos Consultivos son, al menos, bastante masivas.

Es que estamos poniendo ahí la carne y el cuero porque necesitamos que sobrevivan las Comunas, que se tome en serio su propuesta, y esa es una tarea militante. Necesitamos que la gente se acerque a las Comunas, y para eso tendremos que hacer un trabajo inteligente, sacarnos las miserias quienes tenemos compañeros en las Comunas y tratar que el crecimiento en el tiempo se de de manera natural, y esto va en contra de los intereses del propio ejecutivo de la Ciudad, por eso va a ser una doble tarea. Apostaban a que se vaciaran en seguida, y creo que algunos le ponían demasiada expectativa. Por ahí hay que ponerse objetivos menos ambiciosos, para que se consoliden de a poco.


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