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- 30.11.2011
Horacio Pietragalla: “El desafío que se nos viene es el de la continuidad”
Si no es el barrio más mentado de la zona sur de la ciudad, le pasa cerca. Y desde ahí, desde el mitológico Lugano I y II, Horacio Pietragalla, nieto recuperado, el “diputado de las Abuelas”, comenzará su viaje hacia el Congreso, en el que asumirá el 10 de diciembre. De ese viaje, de su militancia con las Abuelas de Plaza de Mayo, de su vuelta al barrio, de los terremotos que se sienten en las torres y de la vez que Laclau fue a Lugano, conversó con Nueva Ciudad, rodeado de los amigos que hablan con él y lo completan, que lo vieron crecer ahí, con otro nombre, pero con la misma historia.
¿Cómo va a ser el viaje desde Lugano I y II al Congreso?
Hasta hace poco hacía el chiste de preguntar qué bondi me deja, pero es eso, un chiste. Hablando en serio, lo mío es llevar un poco el barrio ahí adentro. Yo soy de acá, me crié acá, cada rincón me trae un recuerdo. Me parece que va a ser interesante. Hay cosas únicas que se generan en un barrio como este, que las voy a poder transmitir.
Para muchos, vos vas a ser el “diputado de las Abuelas”, ¿Cómo lo vivís?
Para mí es muy fuerte. Primero, yo tengo casi diez años de militancia en Abuelas y fue lo que me acercó también a poder ser diputado y, obviamente, es lo que posibilitó el acercamiento que empecé a tener con la política partidaria. Antes, estaba más vinculado solamente a la política de derechos humanos y los últimos dos años empecé a vincularme más a lo que tiene que ver con el proyecto. Para mi es fuertísimo, sobre todo si miró 2001, cuando yo era César, y me veía muy lejos de esta posibilidad y, la verdad, es que tampoco tenía esa ambición política. Me parece que uno fue, participando, y que tanto Néstor como Cristina nos fueron abriendo posibilidades. Así que yo lo asumo como una responsabilidad muy grande, pero a la vez, como le digo siempre a los compañeros del local o de Abuelas, con los pies sobre la tierra, porque me parece que la gran discusión que se viene es sobre la continuidad, y los jóvenes que nos sumamos en los últimos años al proyecto me parece que tenemos que estar muy claros en esto: estar con los pies sobre la tierra, porque cualquier fragmentación, cualquier disputas de egos, nos puede fracturar. Me parece que hoy más que nunca tenemos que estar sólidos, tenemos que dejar de lado las ambiciones personales y militar muy en serio, porque después de los próximos cuatro años, la continuidad va a ser sin Cristina, y va a ser más difícil seguir con este proyecto. Me parece que ese es el desafío que tenemos.
¿Cuál es tu agenda para el Congreso?
Bueno, obviamente, Derechos Humanos. También el tema de niñez y adolescencia está muy vinculado con el tema de Abuelas, y es algo que me interesa, y ya hay algo trabajado con varias organizaciones sobre el tema. También adicciones, en donde estamos haciendo agua con el acompañamiento para la recuperación de los que menos tienen. Ahí el Estado está flojo y hay que fortalecerlo. Para eso me ayuda la experiencia que tengo en el barrio y con amigos míos, además. También me interesan los temas de discapacidad y educación. Con Abuelas también tenemos algunos proyectos de ley que queremos sacar, como el de una fiscalía especial para el tema de apropiaciones, porque pasar por fiscalías que no tienen idea es agotador para quien está esperando recuperar su identidad, y por ahí la Justicia no sabe cómo moverse, y se cometen errores que se podrían evitar, y hacer todo más rápido.
¿Qué te llevó a volver a abrir este espacio en el barrio?
Ya lo veníamos hablando con varios compañeros, y para mí era una deuda. Cuando lo decidí, vinimos acá y el local estaba arruinado; lo pinté yo solo, sin nadie, para que la gente que venga, venga ya a militar. Hay un montón de problemáticas del barrio que las conozco y a la vez faltaba algo diferente. Acá la mayoría de los espacios están vinculados a la vieja política, y faltaba un poco algo con otro aire. También estaba la idea de abrir un local con el nombre de mis viejos, y bueno, tenía que ser acá.
¿Y qué trabajo están haciendo?
Este año, nos llevó mucho tiempo la campaña. Pero como actividad del local estamos empezando a hacer algunos talleres, de guitarra, apoyo escolar, y tenemos una oficina de acceso a la justicia, que funciona junto al Ministerio de Justicia, que durante el día atiende demandas de las visitas a través de abogados, asistentes sociales, mediadoras, psicólogos. Para este barrio eso es muy importante. También estamos haciendo un trabajo muy fuerte con las pensiones para las personas con VIH y Mal de Chagas, en la difusión de este beneficio, que la verdad tuvo en el barrio un impacto muy fuerte. Pero verdaderamente el trabajo más fuerte este año fue en la campaña, en explicar qué son las Comunas y muy fuerte también en la campaña presidencial.
¿Cómo fue la recepción de las Comunas?
La gente es media áspera a las cosas nuevas y más si es político, quizás porque uno de los problemas políticos que tenemos es que los referentes del barrio, y de la comuna, han dado vueltas por muchos lados y están bastante desprestigiados. Eso fue una cosa con la que tuvimos que remar bastante, porque hay comuneros que son de cartulina. Dentro de nuestra lista por suerte, estaba el compañero de la Cámpora Facundo Roma, al que nosotros apoyamos particularmente y nos términos sirviendo, porque la gente nos conoció ya que tuvimos mucha presencia en la calle.
Igual, lo de las Comunas viene lento, ¿no?
Sí, sobre todo con lo que quiere hacer Macri con las UAC – Unidades de Atención Ciudadana -, que es sacarle poder a la Comuna misma, capitalizar todo desde el Gobierno de la Ciudad y sacarles capacidad de crítica y de acción a los comuneros opositores. Eso me parece malísimo, ya que se había planteado un muy buen esquema a través de la Ley de Comunas.
¿Y por qué creés que pasa eso?
Porque Macri quiere concentrar todo el poder que pueda. Me parece que es una forma de seguir sosteniéndose en el poder y seguir sosteniendo el partido, sacarles voz a los otros comuneros. Porque con las UAC va a tener una presencia diferente en el barrio y la verdad es que se presta todo a confusión, y las Comunas no se sabe ni siquiera bien dónde va a funcionar. Para mí, van a empezar a funcionar más rápido las UAC que las mismas Comunas.
Vos te habías ido algunos años de Lugano. ¿Cómo encontraste al barrio cuando volviste?
Con un montón de gente que estaba esperando que se abriera un espacio así, con otra lógica. Lo abrimos y se llenó al toque. Vinieron 40 personas a la primera convocatoria, y 50 a la segunda. Ya que abriéramos el día siguiente de las elecciones, como un día más, acá marcó una diferencia. Todos los otros estaban cerrados. La cosa cambió mucho en estos años. Me acuerdo que, en 2001, los pibes hacían de “custodia” de los repartos que entraban al barrio, por unos mangos. Hoy son los que manejan los camiones.
¿Y cuáles son los problemas principales que encontraste?
La seguridad era uno, y ahora, con la Gendarmería, se tranquilizó bastante. Si bien es un barrio tranquilo, con más fama que otra cosa, los últimos años el paco cambió un poco la cosa, con los pibes. Por ahí, a la madrugada, se ponía un poco complicado. Pero desde que está Gendarmería, eso ya no pasa. Sé que en otros barrios hubo muchas denuncias de abuso, pero acá no pasó eso. Y otro problema es el de los edificios, que tienen más de 40 años y se empieza a sentir el deterioro. Hay edificios que estuvieron meses sin gas. En muchas administraciones se pone difícil, porque muchos vecinos no pagan las expensas, que salen ente 300 y 400 pesos por mes, porque no pueden, y el mantenimiento se complica. Hay una experiencia, acá cerca, en Soldati, de un grupo de antropólogos sociales que trabajan formas distintas de organizarse para mantener complejos parecidos a este. Estamos viendo si podemos traer esa experiencia acá, para que los propios vecinos asuman el problema.
Ernesto Laclau en Lugano
“Un día lo trajimos a Ernesto Laclau a Lugano”, cuenta Horacio. “Queríamos hacer algo supuestamente destinado a otros lugares acá, para que se vea que este es un barrio como los demás, más allá de su fama. Lo hicimos para un Día de la Lealtad, y vino un montón de gente. En un momento, hubo un estruendo y le digo ´tranquilo, es una moto´; se mataba de risa. La idea es hacer eso más veces, como un evento una vez por año, para que los vecinos de los otros barrios nos conozcan más”.
Lugano I y II, una ciudad adentro de otra
El Complejo General Savio, como de verdad se llama Lugano I y II, fue un ambicioso proyecto de arquitectura social de los años '60, cuya concreción quedó casi en su totalidad para la década siguiente, aunque las últimas torres son de 1984 y 1985. En total, son 13200 departamentos, de tres o cuatro ambientes, en los que viven alrededor de 40 mil personas. Es una ciudad dentro de la ciudad, con cientos de torres unidas por galerías, que permiten recorrer todo el barrio sin pisar la calle. Y con fama, mucha fama: “todavía hay taxistas que no te quieren traer, pero eso está cambiando, ya no pasa tanto como cuando yo era chico”, cuenta Horacio. Como las estructuras de las torres tienen sistema antisísmico, en Lugano los terremotos, aún los lejanos, se sienten más que en otros barrios. “Todos nos acordamos de alguno. Las torres tiemblan y se mueve todo. Y que una mole como estas se te mueva no es para cualquiera”.
¿Cómo va a ser el viaje desde Lugano I y II al Congreso?
Hasta hace poco hacía el chiste de preguntar qué bondi me deja, pero es eso, un chiste. Hablando en serio, lo mío es llevar un poco el barrio ahí adentro. Yo soy de acá, me crié acá, cada rincón me trae un recuerdo. Me parece que va a ser interesante. Hay cosas únicas que se generan en un barrio como este, que las voy a poder transmitir.
Para muchos, vos vas a ser el “diputado de las Abuelas”, ¿Cómo lo vivís?
Para mí es muy fuerte. Primero, yo tengo casi diez años de militancia en Abuelas y fue lo que me acercó también a poder ser diputado y, obviamente, es lo que posibilitó el acercamiento que empecé a tener con la política partidaria. Antes, estaba más vinculado solamente a la política de derechos humanos y los últimos dos años empecé a vincularme más a lo que tiene que ver con el proyecto. Para mi es fuertísimo, sobre todo si miró 2001, cuando yo era César, y me veía muy lejos de esta posibilidad y, la verdad, es que tampoco tenía esa ambición política. Me parece que uno fue, participando, y que tanto Néstor como Cristina nos fueron abriendo posibilidades. Así que yo lo asumo como una responsabilidad muy grande, pero a la vez, como le digo siempre a los compañeros del local o de Abuelas, con los pies sobre la tierra, porque me parece que la gran discusión que se viene es sobre la continuidad, y los jóvenes que nos sumamos en los últimos años al proyecto me parece que tenemos que estar muy claros en esto: estar con los pies sobre la tierra, porque cualquier fragmentación, cualquier disputas de egos, nos puede fracturar. Me parece que hoy más que nunca tenemos que estar sólidos, tenemos que dejar de lado las ambiciones personales y militar muy en serio, porque después de los próximos cuatro años, la continuidad va a ser sin Cristina, y va a ser más difícil seguir con este proyecto. Me parece que ese es el desafío que tenemos.
¿Cuál es tu agenda para el Congreso?
Bueno, obviamente, Derechos Humanos. También el tema de niñez y adolescencia está muy vinculado con el tema de Abuelas, y es algo que me interesa, y ya hay algo trabajado con varias organizaciones sobre el tema. También adicciones, en donde estamos haciendo agua con el acompañamiento para la recuperación de los que menos tienen. Ahí el Estado está flojo y hay que fortalecerlo. Para eso me ayuda la experiencia que tengo en el barrio y con amigos míos, además. También me interesan los temas de discapacidad y educación. Con Abuelas también tenemos algunos proyectos de ley que queremos sacar, como el de una fiscalía especial para el tema de apropiaciones, porque pasar por fiscalías que no tienen idea es agotador para quien está esperando recuperar su identidad, y por ahí la Justicia no sabe cómo moverse, y se cometen errores que se podrían evitar, y hacer todo más rápido.
¿Qué te llevó a volver a abrir este espacio en el barrio?
Ya lo veníamos hablando con varios compañeros, y para mí era una deuda. Cuando lo decidí, vinimos acá y el local estaba arruinado; lo pinté yo solo, sin nadie, para que la gente que venga, venga ya a militar. Hay un montón de problemáticas del barrio que las conozco y a la vez faltaba algo diferente. Acá la mayoría de los espacios están vinculados a la vieja política, y faltaba un poco algo con otro aire. También estaba la idea de abrir un local con el nombre de mis viejos, y bueno, tenía que ser acá.
¿Y qué trabajo están haciendo?
Este año, nos llevó mucho tiempo la campaña. Pero como actividad del local estamos empezando a hacer algunos talleres, de guitarra, apoyo escolar, y tenemos una oficina de acceso a la justicia, que funciona junto al Ministerio de Justicia, que durante el día atiende demandas de las visitas a través de abogados, asistentes sociales, mediadoras, psicólogos. Para este barrio eso es muy importante. También estamos haciendo un trabajo muy fuerte con las pensiones para las personas con VIH y Mal de Chagas, en la difusión de este beneficio, que la verdad tuvo en el barrio un impacto muy fuerte. Pero verdaderamente el trabajo más fuerte este año fue en la campaña, en explicar qué son las Comunas y muy fuerte también en la campaña presidencial.
¿Cómo fue la recepción de las Comunas?
La gente es media áspera a las cosas nuevas y más si es político, quizás porque uno de los problemas políticos que tenemos es que los referentes del barrio, y de la comuna, han dado vueltas por muchos lados y están bastante desprestigiados. Eso fue una cosa con la que tuvimos que remar bastante, porque hay comuneros que son de cartulina. Dentro de nuestra lista por suerte, estaba el compañero de la Cámpora Facundo Roma, al que nosotros apoyamos particularmente y nos términos sirviendo, porque la gente nos conoció ya que tuvimos mucha presencia en la calle.
Igual, lo de las Comunas viene lento, ¿no?
Sí, sobre todo con lo que quiere hacer Macri con las UAC – Unidades de Atención Ciudadana -, que es sacarle poder a la Comuna misma, capitalizar todo desde el Gobierno de la Ciudad y sacarles capacidad de crítica y de acción a los comuneros opositores. Eso me parece malísimo, ya que se había planteado un muy buen esquema a través de la Ley de Comunas.
¿Y por qué creés que pasa eso?
Porque Macri quiere concentrar todo el poder que pueda. Me parece que es una forma de seguir sosteniéndose en el poder y seguir sosteniendo el partido, sacarles voz a los otros comuneros. Porque con las UAC va a tener una presencia diferente en el barrio y la verdad es que se presta todo a confusión, y las Comunas no se sabe ni siquiera bien dónde va a funcionar. Para mí, van a empezar a funcionar más rápido las UAC que las mismas Comunas.
Vos te habías ido algunos años de Lugano. ¿Cómo encontraste al barrio cuando volviste?
Con un montón de gente que estaba esperando que se abriera un espacio así, con otra lógica. Lo abrimos y se llenó al toque. Vinieron 40 personas a la primera convocatoria, y 50 a la segunda. Ya que abriéramos el día siguiente de las elecciones, como un día más, acá marcó una diferencia. Todos los otros estaban cerrados. La cosa cambió mucho en estos años. Me acuerdo que, en 2001, los pibes hacían de “custodia” de los repartos que entraban al barrio, por unos mangos. Hoy son los que manejan los camiones.
¿Y cuáles son los problemas principales que encontraste?
La seguridad era uno, y ahora, con la Gendarmería, se tranquilizó bastante. Si bien es un barrio tranquilo, con más fama que otra cosa, los últimos años el paco cambió un poco la cosa, con los pibes. Por ahí, a la madrugada, se ponía un poco complicado. Pero desde que está Gendarmería, eso ya no pasa. Sé que en otros barrios hubo muchas denuncias de abuso, pero acá no pasó eso. Y otro problema es el de los edificios, que tienen más de 40 años y se empieza a sentir el deterioro. Hay edificios que estuvieron meses sin gas. En muchas administraciones se pone difícil, porque muchos vecinos no pagan las expensas, que salen ente 300 y 400 pesos por mes, porque no pueden, y el mantenimiento se complica. Hay una experiencia, acá cerca, en Soldati, de un grupo de antropólogos sociales que trabajan formas distintas de organizarse para mantener complejos parecidos a este. Estamos viendo si podemos traer esa experiencia acá, para que los propios vecinos asuman el problema.
Ernesto Laclau en Lugano
“Un día lo trajimos a Ernesto Laclau a Lugano”, cuenta Horacio. “Queríamos hacer algo supuestamente destinado a otros lugares acá, para que se vea que este es un barrio como los demás, más allá de su fama. Lo hicimos para un Día de la Lealtad, y vino un montón de gente. En un momento, hubo un estruendo y le digo ´tranquilo, es una moto´; se mataba de risa. La idea es hacer eso más veces, como un evento una vez por año, para que los vecinos de los otros barrios nos conozcan más”.
Lugano I y II, una ciudad adentro de otra
El Complejo General Savio, como de verdad se llama Lugano I y II, fue un ambicioso proyecto de arquitectura social de los años '60, cuya concreción quedó casi en su totalidad para la década siguiente, aunque las últimas torres son de 1984 y 1985. En total, son 13200 departamentos, de tres o cuatro ambientes, en los que viven alrededor de 40 mil personas. Es una ciudad dentro de la ciudad, con cientos de torres unidas por galerías, que permiten recorrer todo el barrio sin pisar la calle. Y con fama, mucha fama: “todavía hay taxistas que no te quieren traer, pero eso está cambiando, ya no pasa tanto como cuando yo era chico”, cuenta Horacio. Como las estructuras de las torres tienen sistema antisísmico, en Lugano los terremotos, aún los lejanos, se sienten más que en otros barrios. “Todos nos acordamos de alguno. Las torres tiemblan y se mueve todo. Y que una mole como estas se te mueva no es para cualquiera”.
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