“Astiz preso no significaría nada si no lo estuvieran también los asesinos de Mariano Ferreyra”

Carlos Pisoni es uno de los principales referentes de HIJOS de la Ciudad de Buenos Aires y, pese a su juventud, un veterano militante en derechos humanos. Analiza aquí la reciente sentencia a los principales responsables de la ESMA y ensaya cuál será la agenda por venir para los organismos.

¿Cuál es el análisis que hacen desde HIJOS del resultado de los juicios de la ESMA?

La verdad es que fue un momento impensado, primero, porque nunca pensamos que iba a ser posible. Cuando nos juntamos, hace 16 años, una de nuestras banderas principales fue la de juicio y castigo a los genocidas, pero realmente nunca pensamos que eso iba a ser real, por todas las barreras, por la impunidad que garantizaban los gobiernos, porque los genocidas no solo seguían libres, sino que además estaban con cargos elecctivos, por ejemplo. Llegar a este momento para nosotros fue llegar a un imposible; nunca pensamos que Astiz iba a irse de un juzgado esposado, y además a una cárcel común. Por otro lado, tenemos una alegría muy grande porque fueron años de mucha lucha, de mucho dolor, por lo que esta sentencia da mucha alegría y te reafirma en que el camino era el correcto. El mejor mensaje que te deja una sentencia es que, después de tanto luchar, de tanto perseverar, se obtienen victorias. Esperamos 25 años, que es un montón, pero si se persevera, se obtienen triunfos.

Esto que mencionás sobre que les parecía imposible, ¿era solo un sensación o alguna vez lo discutieron colectivamente, lo hicieron explícito entre ustedes?

La verdad es que las esperanzas no las perdimos nunca. De hecho entendimos el escrache como una forma de reemplazar esa falta de justicia legal: ante la falta de justicia legal, vamos por la condena social. Siempre fuimos para adelante, buscando llegar a estos objetivos. En esos momentos, en los ´90, también se abrieron los procesos en el exterior y apuntamos a fortalecer esos procesos, más allá de las diferencias políticas que teníamos con eso, porque era uno de los vericuetos que teníamos para aprovechar. También estuvo lo de la apropiación de menores, que fue uno de los delitos que no se incluyeron dentro de las leyes de obediencia debida y punto final, que se “olvidaron”, y fue una de las pocas formas de avanzar. Siempre con la esperanza de lograr un objetivo, pero entendiendo que los distintos gobiernos garantizaban esa impunidad, se apoyaban en esa impunidad, porque además los genocidas ocupaban cargos electivos: no nos olvidemos de Bussi, de Patti, con el 73% de los votos como intendente de Escobar y el 5% de los votos como diputado en la Provincia de Buenos Aires; son hechos que golpearon mucho, pero que tenía que ver con que, evidentemente, había un sistema legal que les garantizaba la impunidad.

¿Cuáles son para vos los hitos que llevaron a esta condena?

Principalmente, la conformación de los organismos de derechos humanos, en plena dictadura, su resistencia en democracia, la fuerza de las Abuelas para encontrar vida entre tanta muerte, porque la diferencia con el resto de los organismos es que ellas buscan personas que están vivas; cuando se encuentra una persona que está viva es todavía más importante que una sentencia. También hemos aportado desde HIJOS nuestro granito de arena en los ´90, con los escraches. Obviamente, a partir de 2003, cambia totalmente la situación política: el hecho de la entrega de la ESMA y la bajada del cuadro de los genocidas es un hecho que va más allá de lo simbólico; no hubieran significado nada si eso no hubiera sido continuado por una política de afianzamiento de los derechos humanos. Pero nosotros consideramos que uno de  los hechos más importantes de este proceso político kirchnerista es la decisión de no reprimir la protesta social. De poco serviría que se lleven adelante los juicios si se siguiera reprimiendo la protesta social. Esta es una medida que marca un quiebre en nuestro país, donde el antepenúltimo presidente que tuvimos se tuvo que ir por dos muertos. Obviamente, los integrantes de las fuerzas de seguridad, algunos, siguen sin cumplir esas órdenes, pero saben que, ahora, quien comete un asesinato o un acto de violencia policial o institucional, debe dar cuentas después de eso. Estamos en el camino de ir hacia el fin de la impunidad.

La agenda histórica de los organismos parece empezar a resolverse. ¿Cuál te imaginás que es la agenda que sigue?

En principio, no creemos que la agenda tiende a resolverse, porque, si bien tenemos presos a Astiz, al turco Julián, al Tigre Acosta, a Bignone, a Videla, quedan muchos juicios más; hay muchas provincias que están con muchos problemas para llevarlos adelante, incluso en el propio poder judicial hay muchos jueces que hoy están siendo investigados y destituidos por haber participado en la dictadura y por haber obstruido el avance de las causas. El juez Rosansky dijo hace cuatro años que, como venía la mano, quedaban cien años de juicios. O sea: quedan noventa y seis. Creemos que va a ser un proceso largo, que no va a ser fácil, los juicios están fragmentados, hay muchos testigos que son llamados a declarar diez veces. De todas formas, obviamente que la Argentina sigue avanzando, y hay otros temas en la agenda, y creo que los organismos, con nuestra experiencia, tenemos que tutelar que nos se sigan produciendo hechos de violencia institucional o policial, por parte del estado o de las fuerzas de seguridad, acompañar a los familiares de quienes son víctimas de esos hechos, cuando ocurren, y por otro lado se abre otro proceso, que es el de incorporación a espacios de gestión en el estado. Hoy en la ESMA funcionan distintos espacios que hay que gestionar, que hay que llevar adelante, y ese es otro desafío. Nosotros siempre estuvimos “en contra de”; ahora se abrió un proceso en el que hay que asumir que también se puede estar a favor y hacerse cargo además, incluso, de acompañarlo con hechos de gestión.

Eso que mencionabas al principio, a cerca de la incredulidad sobre lo que está pasando, parece también un dato generacional. Hay una generación que está sorprendida de que se concreten cosas que parecían impensables. ¿Cómo viven desde hijos este proceso?

Como todos. Muchas veces, cuando se hablaba de los desaparecidos, se decía eso de que “se nos fue la mejor generación”, y yo muy de acuerdo no estaba, porque era un discurso un poco desesperanzador. Siempre apuntamos a que tenía que venir un momento histórico en el que una generación produzca una ruptura con la de los ´80, o la de los ´90, que es la nuestra. Estamos en ese momento histórico, donde los jóvenes de este tiempo van a marcar un quiebre, siendo protagonistas de las vida política de acá a diez, veinte años, con otra mirada, con otra cultura. Ayer lo escuchaba decir a Juan Manuel Abal Medina que Néstor fue el mejor de todos nosotros...

Eso es lo que decía Perón del Che.

Bueno, ahora le creo más, entonces. Eso es verdad, pudo llevar adelante los sueños de muchos que pensábamos que era imposible, pero yo apunto a que el cambio real sea en esa generación de estos pibes de 17, 18, 19 años, que crecieron incluso con esto: recitales sin un solo hecho de violencia, como los del Indio, o lo del Bicentenario. Esos pibes nacen en esta cultura, en un momento que nunca imaginamos nosotros, que crecimos con esa violencia. Es un momento en el que se empieza a decir basta. De nada serviría para nosotros que Astiz esté preso si no estuvieran presos los que asesinaron a Mariano Ferreyra. Ese es el ejemplo más palpable de lo que significa este proceso.

¿Cómo ves el panorama de los derechos humanos en la Ciudad de Buenos Aires?

El Gobierno de la Ciudad va a contramano de lo que está sucediendo a nivel nacional. Los derechos humanos, los derechos sociales están en retroceso, están siendo violados sistemáticamente. Desde el surgimiento de una Policía Metropolitana que se hace con los peores resabios de la Policía Federal, con una cúpula cuyo 70 por ciento viene de ahí, criados durante la dictadura, de lo que el “Fino” Palacios es un ejemplo; desde la implementación de dispositivos de tortura como las pistolas Taser, que están consideradas así por la ONU, para armar a esa policía; desde lo ideológico, poner a personas como Abel Posse en el Ministerio de Educación, pero incluso yendo más allá, a la actualidad, lo que ha sucedido con el tema educativo, en el que los docentes son los que se han parado frente al macrismo. Por otro lado, está el déficit más importante que, creo yo, tenemos en la ciudad, que es el tema habitacional. Un tema que no se puede resolver y no solo para los sectores más humildes, sino también para los sectores medios, sin políticas que les permitan acceder a la vivienda. Uno de los peores organismos que tiene hoy el Gobierno de la Ciudad es el Instituto de la Vivienda, que no solo no funciona, sino que subejecuta su presupuesto, y al  que se le da cada vez menos dinero. Y, lamentablemente, parece que va a seguir en ese sentido.


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