OPINIÓN

"Hasta los cementerios son espacios verdes", por Werner Pertot

El Gobierno porteño volvió a hacer una presentación inflada de la cantidad de espacios verdes que hay en la Ciudad. Además de los canteros y las veredas, ahora incluyó las tumbas

Hay que admitir que son creativos. Ya habíamos visto que en las cuentas de espacios verdes metían canteros, boulevares y hasta jardines verticales, pero ¿cementerios? El hallazgo lo leí en Tiempo Argentino y hay que reconocerle a Horacio Rodríguez Larreta que es una persona muy inventiva a la hora de vendernos que la Ciudad tiene más verde, al tiempo que construye bares y restoranes en las reservas ecológicas de Costanera norte y sur. No obstante, no todos los negocios vienen saliendo como deseaba: un fallo judicial le frenó la construcción del polo gastronómico en Ciudad Universitaria.

El Gobierno porteño presentó la estadística bianual comparativa sobre la cantidad de espacios verdes públicos bajo su control, en relación con la cantidad de habitantes. Es el momento en que tiene que rendir cuentas sobre si se ampliaron los espacios verdes o siguió todo igual. Larreta vendió que la superficie verde creció más del 30 por ciento en los últimos dos años. Sostuvo que hay hoy 2.167 hectáreas de espacios verdes, repartidas en 4.863 espacios verdes.

El problema es cuando se empiezan a desagregar los datos. Ahí se ve que para llegar a esa cuenta mágica incluye canteros, veredas, derivadores de tránsito o plazoletas que, por cómo son construidas, terminan teniendo más cemento que césped. Pero el premio se lo lleva el hecho de que Larreta incorporó a los cementerios como espacios verdes públicos disfrutables por la población. La verdad es que se superan cada día.

Esto no es todo: el Gobierno porteño también contabiliza las veredas dentro del recuento de espacios verdes. "Sector de la vía pública destinado, fundamentalmente, al tránsito de peatones y al ingreso a los inmuebles frentistas a ella", dice el informe, aunque aclara que sólo se toman aquellas veredas "que bordean al espacio verde". Menos mal.

Ninguno de estos espacios cumple con las condiciones mínimas que recordó el Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC) para ser un espacio verde, a saber:

A) que sean parquizados o agrestes (no deben estar cementados)

B) de acceso público gratuito (no deben estar privatizados)

C) que tengan la superficie adecuada para permitir su uso social (recreación - esparcimiento - contemplación)

D) que su suelo sea absorbente, es decir, que permita que el agua de lluvia filtre libremente hacia las napas (no deben tener construcciones debajo de la superficie).

Ahora, si se quitan las cifras creativas y se deja la dura realidad, las organizaciones que vienen reclamando por más espacio público señalan que la Ciudad tiene 4,31 m2 verdes por habitante. La Organización Mundial de la Salud recomienda que sean entre 10 y 15 m2, por lo que estamos muy lejos de ese objetivo, más allá de las campañas de marketing de “Ciudad Verde”.

De hecho, están metiendo cemento y restaurantes en las dos grandes reservas: la de Ciudad Universitaria y la Reserva Ecológica de Costanera Sur.

En la de Costanera norte se encontraron con una traba, cuando el Poder Judicial ordenó la suspensión temporal de las obras que ejecuta el Gobierno porteño hasta tanto se resuelva un amparo presentado por el centro de estudiantes de la Facultad de Exactas de la UBA. En el fallo, la jueza Andrea Danas remarcó que “de la prueba arrimada al proceso, no se advierte que se haya efectuado el procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental”.

Hay que recordar que el área protegida cuenta con más de 800 especies de seres vivos, de las cuales unas 500 corresponden a animales y las restantes a plantas. El Consejo Directivo de la Facultad de Exactas emitió un comunicado donde destacan su preocupación por las obras e indican que jamás fueron consultados. "La instalación de locales gastronómicos podría generar un impacto negativo sobre la biodiversidad y la distribución y dinámicas de las poblaciones", dijeron.

No termina de quedar claro cómo haciendo un polo gastronómico en plena reserva no se reducen los lugares verdes, en lugar de incrementarse.

No obstante, la contabilidad creativa no tiene límites.

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