OPINION

Del comando venezolano-iraní al terrorismo mapuche

En el medio del cierre de campaña la desaparición de Santiago Maldonado generó todo tipo de declaraciones del oficialismo, la oposición y organismos y medios del exterior.

Sebastián Fernández
Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos noticias de la lluvia de inversiones pero tampoco de la Pobreza Cero; es decir, una de cal y otra de arena. Además, la vicepresidenta Gabriela Michetti nos informó que tiene “un grupo whatsapp con 20 compañeros de secundaria de la provincia de Buenos Aires, así que sé lo que pasa" , lo que prueba que el gobierno no vive en una burbuja, como sostienen algunos. Una noticia alentadora.
 
El 1 de agosto, luego de un violento operativo de la Gendarmería en la comunidad mapuche Lof en Resistencia de Cushamen, en Esquel, uno de los manifestantes, Santiago Maldonado, desapareció. Según algunos testigos, fue visto por última vez cuando era llevado por gendarmes. La denuncia llegó hasta el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, viejo conocido de la Argentina por haber exigido la liberación de Milagro Sala, generando la furia de Gerardo I, Emperador del Sol Poniente por la gracia de los Blaquier, Mariscal del Altiplano, Marqués de Ledesma, Protector de la Justicia y Azote de Dios. El comité reclamó una “acción urgente del Estado” . A partir de ese momento, gracias al incansable trabajo de nuestros periodistas serios y funcionarios ídem (debemos reconocer que ambas categorías son cada vez más difíciles de diferenciar), descubrimos la naturaleza satánica de la comunidad cuyos reclamos apoya el joven desaparecido.
 
Jorge Lanata denunció "una guerrilla mapuche que llegó a Buenos Aires", de una peligrosidad aún mayor a la de la imaginaria “organización armada” liderada por Milagro Sala que según nuestro presidente “ha sido muy peligrosa para la vida de todo el norte argentino" . Silvia Mercado, citando una fuente tan seria como su nota, explicó que los mapuches buscan “instaurar una nación en el sur de Argentina, lo que es una pésima imagen del país frente al mundo, mucho peor durante la campaña electoral" (http://www.infobae.com/politica/2017/08/08/la-desaparicion-del-militante-santiago-maldonado-encendio-las-alarmas-del-gobierno/). No cabe duda que la creación de un territorio autónomo en medio de las PASO resultaría incómodo para el gobierno.
 
Las noticias más preocupantes, sin embargo, fueron las aportadas por Martín Dinatale en una columna cuyo título podría curarle el hipo a Freddy Krueger: “Violencia, anarquía y apoyo externo: el perfil de dos grupos mapuches que tienen en vilo a Chile y la Argentina”. En la nota, el periodista serio da cuenta de los violentos grupos mapuches que tenían en vilo al país sin que lo supiéramos, al menos hasta la desaparición de Maldonado: “Una destacada fuente del Ministerio de Seguridad aseguró a Infobae que el grupo (mapuche) RAM mantuvo en los últimos años reuniones esporádicas con dirigentes de La Cámpora, sectores de la izquierda setentista que reivindican la violencia y organismos de derechos humanos. ‘Tenemos información de que estos grupos mapuches violentos recibirían financiamiento y apoyo logístico de las FARC de Colombia, grupos extremistas kurdos de Turquía o la agrupación terrorista ETA’, dijo un funcionario del gobierno.”
 
Las armas que ilustran la nota generan escalofrío: unos martillos, un par de serruchos, un hacha rota, un rollo de alambre. Curiosamente, la fuente citada nada dijo sobre la participación del comando venezolano-iraní. En todo caso, pasamos del piolín ruso denunciado por la ministra Bullrich al serrucho mapuche aportado por los extremistas kurdos de La Cámpora o los terroristas vascos de las FARC.
 
A una semana de ocurrida la desaparición de Santiago Maldonado, la ministra Bullrich, de quién depende la Gendarmería, no aportó información relevante alguna pero aclaró que "de ninguna manera vamos a permitir una república mapuche en medio de la Argentina" . La funcionaria tiene razón, frenar calamidades imaginarias es siempre más fácil que intentar resolver urgencias reales.
 
Todo lo que quieran pero ya no le tenemos miedo al censista.

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