CIUDAD

"Tan básico como no tener agua", por Werner Pertot

Mientras la campaña porteña sigue nacionalizada, un informe advierte sobre la falta de acceso al agua en la villa 21-24. ¿Cuán lejos están los dirigentes de las necesidades de la población?

¿Hay algo más básico que el agua? Siempre se dice que el agua es vida. ¿Qué pasa si un sector de la población de la Ciudad no tiene acceso al agua de forma segura? ¿No sería un tema para conversar en la campaña? Mientras la atención mediática va del último insulto de Javier Milei a la chicana más “domadora” de Manuel Adorni a la última respuesta de Laura Alonso, un informe de ONG indicó que en la villa 21-24 (al sur de la Ciudad, por si algún candidato no la ubica, a pocos minutos del centro, como se suele decir) el 80 por ciento de las personas no tienen acceso a agua segura. Se me ocurre que, lejos de los discursos que hablan de echar a los “fisuras” de las calles o perseguir cartoneros, una buena medida sería mejorarle la vida a las personas de la villa.

El informe que indaga sobre las condiciones en las que accede al agua esa población lo hicieron la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), la Fundación Temas de la 21-24 y el Observatorio Villero de La Poderosa. El resultado es el ya dicho: el 88 por ciento de las viviendas de la Villa 21-24 no tiene acceso a un servicio de "agua segura". ¿Qué quiere decir esto? El concepto surge de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2023 de Naciones Unidas. Concretamente, quiere decir que toda esa gente o bien tiene el suministro de forma intermitente, o bien lo recibe sin presión, o –aún peor- que están conectados a la red de forma precaria y reciben agua directamente contaminada, peligrosa para la salud. Las organizaciones barriales, además, indicaron que hay un parate en las obras de acceso al agua y de saneamiento. 

“Apenas el 12 por ciento refiere recibir agua con sus características conservadas, sin olor, color o sabor", indica el informe. Por los problemas para acceder al agua potable, "el 74 por ciento de las familias del barrio debe comprar agua embotellada para consumo". "Esta práctica, lejos de ser una elección, representa una carga económica significativa para hogares que, en su mayoría, se encuentran por debajo de la línea de pobreza. El gasto cotidiano en agua profundiza la desigualdad y refuerza la exclusión de quienes menos tienen", indica. Como suele pasar, los que menos tienen, deben gastar más para obtener lo básico, como es en este caso el agua.

La encuesta sigue detallando problemas serios: sólo el 37 por ciento de los encuestados recibe agua en suficiente cantidad durante las 24 horas del día, mientras que apenas el 26 por ciento tiene una conexión formal a la red. Todo el resto tiene algún tipo de conexión informal y precaria. O bien esperan los camiones cisterna del Gobierno porteño, que no debería ser algo permanente sino un sustituto ante una emergencia.

El informe apunta directamente sobre la demora en las obras de acceso a la red formal y de saneamiento cloacal. Subrayan particularmente el freno a un convenio firmado a fines de 2020 entre Aysa y el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), cuyas obras deberían haberse terminado este año en la primera mitad del año. ¿Adivine qué? Estamos muy lejos de eso.

"Sólo se ha ejecutado el 39 por ciento de la primera de las tres etapas comprometidas, sin avances en su integración a la red troncal, ni previsión concreta de continuidad y esto atenta directamente contra la mejora en el acceso al agua potable de toda la población", advierte el informe.

El segundo problema es la falta de avance en la red cloacal, lo cual de nuevo eterniza el uso de camiones atmosféricos y desobstructores para intentar mantener limpio el barrio. Lo que ocurre realmente, según el trabajo, es que el 42 por ciento de los hogares del barrio "debe recurrir al uso de baldes para el arrastre de los efluentes sanitarios". "Esta práctica no permite una evacuación eficiente ni segura, favorece la acumulación de residuos cloacales, la obstrucción de las cañerías precarias existentes y la exposición directa a materia fecal", indica, con los peligros que esto tiene para la salud.

Quizás este sería un gran tema para la campaña. Un tema urgente que se podría resolver, claro, si hubiera una fuerza política dispuesta a hacerlo.

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