CIUDAD

"Los comedores escolares en la mira", por Werner Pertot

El proyecto de Ofelia Fernández trajo un debate sobre la alimentación en las escuelas. Desde el PRO no tuvieron mejor respuesta que sacar fotos marketineras y hablar de fake news.

Promedia una reunión de un jardín con la directora informando las novedades del año cuando una madre decide levantar la mano: “¿No se puede cambiar el menú de la merienda? Les dan solo ultraprocesados, con mucha azúcar, y no es lo que mi hijo come en casa”. Se suma otra madre. Y otra. Y otra. La discusión sobre la alimentación –que se extiende más allá de las escuelas, con la ley de etiquetado frontal- llegó para quedarse. Y en particular con los comedores escolares porteños, que son privatizados año a año al mismo grupo de empresas concesionarias, muchas de las cuales tuvieron denuncias por intoxicaciones de estudiantes y otras irregularidades. La legisladora Ofelia Fernández recogió el guante y presentó un proyecto para modificar el sistema. No se puede decir que el Gobierno porteño haya decidido recibir el debate con altura: entre acusaciones de que es todo mentira, y los chicos y chicas están bien comiendo lo que comen, hasta fotos marketineras de la comida fueron las respuestas. Lejos de una discusión real para cambiar un paradigma.

Además del proyecto de “Ley integral del derecho a la alimentación adecuada en las instituciones educativas” presentado por Fernández, hay también una iniciativa para reunir firmas que lanzó el Observatorio de Derecho a la Ciudad para cambiar el sistema de empresas privadas que lucran con la comida (y entre las cuales hay aportantes de campaña del PRO).

"Esto comenzó en la pandemia, cuando empezamos a ver los problemas que había generado el tema de los bolsones. Y por el negocio que había detrás, con un sobrecosto del 100%. Le pagaban 1500 pesos a las empresas pero a las familias les llegaban 700 pesos de alimentos. La mala calidad y poca cantidad de productos generó varias acciones judiciales”, contó Jonatan Baldiviezo, del ODH. Más de 36 cooperadoras se sumaron a la iniciativa, en la que destacan testimonios de estudiantes que ni logran distinguir entre un medallón de pollo y uno de pescado, porque todos saben igual.

El proyecto de Fernández, firmado también por Matías Barroetaveña, plantea cambiar el paradigma: que los ultraprocesados pasen a ser una menor cantidad dentro de los menúes, que se limite el uso de azúcares y que se les de alimentos naturales, libres de agrotoxicos. El proyecto propone la creación de una comisión interdisciplinaria que asesore y fomente actividades en materia de educación alimentaria, así como la inclusión de emprendimientos de la economía social entre los proveedores.

Cuando difundió el proyecto, Ofelia Fernández contrastó que “el desayuno de cada pibe, por unas galletitas de agua y una chocolatada berreta, es de $37” mientras que el monto asciende a $710 “en cada funcionario de la Secretaría de Transformación Cultural, con tostadas de pan integral, mermelada, queso crema, jugo exprimido, cafés y varios tipos de tés”. Una imagen que será difícil olvidar.

Desde el Gobierno porteño no parecen interesados en dar el debate. La dirigente del PRO Victoria Roldán Mendez difundió un video en el que muestran que una de las fotos de comida en mal estado que difundió Ofelia Fernández está tomada de un comedor boanerense. “Cuando querés criticar a otro, pero te sale mal”, dijo la legisladora. Ahora bien, ¿cambia el eje del debate esa foto? ¿Qué piensa la legisladora del menú que sirven en los comedores escolares? ¿Se informó con nutricionistas, con pediatras? ¿Es mejor el sistema actual que el de cocinas en las escuelas? ¿Piensa dar el debate de forma seria? La respuesta no los sorprenderá.

Como tampoco sorprendió la decisión del ministerio que conduce Soledad Acuña de mostrar fotos de la comida al estilo McDonalds para mostrar lo bien que se alimentan los y las estudiantes. El negocio por sobre la salud.

Y recordemos que se trata de un negocio de algo más de 50 mil millones de pesos (según lo presupuestado). Pero que cada vez muestra más sus grietas. La Comisión de Comedor de la Cooperadora de la Media Nº3 del Distrito Escolar Nº7 hizo un trabajo específico sobre los alimentos: hicieron un registro y control diario de las viandas de almuerzo y "los resultados dieron que un 65 por ciento pesaba menos que lo establecido". Allí hablan de guarniciones repetitivas y que ocupan la mayor parte del plato. Gracias al trabajo de los docentes de biología del colegio, se logró detectar también que las supuestas "tortillas de verdura" estaban "compuestas principalmente por arroz", mientras que los "medallones de pescado" estaban mezclados con almidón. Datos que, chicana mediante, el PRO no quiere debatir.

No fueron los únicos en advertir esto. Un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) sobre “Comedores Escolares - Servicio de Viandas” ya reflejaba en 2016 que en diversas escuelas con distintos prestadores la milanesa de carne vacuna pre elaborada tenía aspecto y sabor “poco agradable”, pasadas de cocción, secas y duras, con un color oscuro en su interior y un sabor salado intenso.

Desde la pediatría, hay cada vez más advertencias sobre el uso de alimentos ultraprocesados. “La mayoría de los menú lamentablemente están basados en lo que llamamos productos ultraprocesados, con muchas azúcares refinadas. Hoy sabemos que estos productos afectan a la salud. Hay evidencia contundente de diversos organismos, entre ellos la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que nos dan un fundamento científico de por qué no sugerir estos productos toda la vida, pero sobre todo en la infancia y la primera infancia”, explicó ante el debate que se abrió la pediatra Sabrina Critzmann, autora de Comer y criar. El riesgo de una alimentación basada en ultraprocesados, detalla es que “predisponen a enfermedades crónicas no transmisibles: la hipertensión, la diabetes, ciertos tipos de cáncer”.

Todas razones para empezar a discutir, dejando las chicanas partidarias de lado, qué están comiendo nuestros hijos e hijas.

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