COMUNA 11

Arte en cuarentena desde ventanas y balcones en los barrios de Santa Rita y Villa Mitre

Durante la cuarentena, una vecina Villa Santa Rita armó una movida cultural en su barrio para que desde ventanas y balcones les artistas puedan expresar y mostrar su arte para el disfrute de los que pasan.


Antonia García Castro vive en Enrique de Vedia al 2000, en el barrio de Villa Santa Rita, es socióloga, da talleres a niñes y es promotora de arte. Durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio se propuso difundir arte desde la ventana de su casa y que se sumen todes les artistas que quieran para mostrar pintura, fotografía, cuentos, adivinanzas, recetas y música entre vecinas y vecinos.
 
¿Cómo se te ocurrió armar esta movida?
Las reglas de la cuarentena nos impiden hacer muchas cosas que veníamos haciendo, pero también puede ser una oportunidad para imaginar algo diferente, en lo que jamás habríamos pensado si no hubiera cuarentana. La pregunta sería: ¿qué se puede inventar en este marco, con estas restricciones que son necesarias ya que todos debemos cuidarnos, para seguir compartiendo con el otro? Es decir, a pesar del distanciamiento social.
En lo personal, me asustó mucho que de pronto el otro quedara reducido a un posible vector de contagio. Por suerte, es sabido que ciertas actividades no se interrumpieron jamás por ser consideradas absolutamente esenciales. Entre esas actividades las que tienen que ver con solidaridad, con colaborar con el otro en torno a temas que son urgentes, de primera necesidad. No de la misma manera, por supuesto, con resguardos, con matices.
Cuando empezó la cuarentena, en el momento del aislamiento, la única posibilidad de hacer algo con los demás, desde lo cultural, tenía que ver con internet y los distintos programas que permiten comunicar a la distancia. Todo eso fue necesario y en algunos casos lo sigue siendo.
Pero al abrirse la posibilidad de circular un poco por el barrio, tanto para hacer compras como para pasear con los niños, tomó importancia el hecho de que uno vive rodeado de gente. Me refiero a los vecinos. ¿No se podía pensar algo, que no fuera virtual, con el que está más cerca? Una de mis amigas me comentó que desde su ventana había tenido un pequeño encuentro con una amiga suya, para que sus hijos, muy pequeños, pudieran verse a la distancia: habían compartido juguetes y se habían prestado libros. Me mandó una foto de su hijito en la ventana. Era una imagen un poco triste, pero también muy inspiradora.
También supe de experiencias que sucedieron en otros países. Por ejemplo, una narradora, en Francia, en un edificio, les contó cuentos a sus vecinos usando el espacio común del edificio como caja de resonancia que amplificaba la voz. Cada uno se quedaba en el umbral de su puerta. Y así fue cómo con un grupo de amigos, empezamos a intercambiar sobre qué podíamos compartir, a partir de nuestros quehaceres, con los más cercanos. Fueron surgiendo distintas ideas.
 
¿Cómo es esta movida cultural?
Esta propuesta considera que lo cultural es a su modo de primera necesidad. Entre otras cosas porque no puede ser que lo único que tengamos para compartir sea la angustia y el miedo.
La invitación es a compartir desde ventanas, vidrieras de negocios, balcones, terrazas y veredas, la imaginación es el límite. Se pueden sacar fotos y compartirlas en redes sociales con #muestrasalpaso Una oportunidad para conocernos e inspirarnos.
En este momento son varias las movidas: tenemos libros al paso, pinturas al paso, fotografías, canciones.
De a poquito se ha podido organizar algunas acciones con los vecinos. Algunos ya venían haciendo sus propias actividades. Otros las iniciaron a pedido con entusiasmo.
 
¿Pasan muchos niñes por tu ventana?
“Los libros necesitan a los niños”, esa frase está en un cartel colgado en la calle, se la debemos a Luis de 11 años. Luis es uno de los niños que venía el año pasado al “Patio de los libros”. Es un taller que doy junto con Laura, una amiga, que es docente y con quien compartimos el amor por los libros y muchas cosas más. Me parece que Luis tiene razón. Y creo que a veces esa relación se ve contrariada.
Pero tanto la experiencia del Patio como ahora la de la ventana es más bien la de un encuentro amoroso y necesario entre libros y niños. Se trata de generar condiciones para que ese encuentro suceda. En el Patio era netamente más fácil, la ventana plantea otros desafíos. Pero noto que las familias vuelven y que niños que llegaron muy serios las primeras veces, de a poquito van tomando confianza, sonríen y a veces hacen chistes y piden libros. La experiencia de la ventana es algo acotado. Serán diez, doce familias las que circulan, más o menos.
 
En los últimos años y también ahora en cuarentena se instalaron varias bibliotecas al paso
Hay muchas iniciativas de libros al paso en nuestro barrio, está la biblioteca de Artigas, la biblioteca de “La huerta de la cuadra”. También supe de distintas experiencias de narraciones en cuarentena en otros países, una de ellas en Colombia, con altoparlantes, narraciones hechas por chicos para los habitantes del pueblo. Por otra parte, Mercedes Resch, que es una artista plástica, docente, desarrolló una experiencia en Cura Malal, en torno a libros, en los almacenes del pueblo.
Sobre música en Santiago de Chile se organizó un concierto al aire libre, desde una terraza, con un protocolo específico, para los vecinos. En París, también durante la cuarentena, se organizó una actividad llamada “La fiesta de los balcones”. César Stroscio tocó el bandoneón, en París, dejando las ventanas abiertas. Acá lo tuvimos al Tata Cedrón, tocando para un solo auditor con la puerta abierta, y a Julio Coviello tocando el bandoneón desde un balcón.
 
Contanos alguna anécdota sobre tu experiencia con esta movida
Hace unos días me contacté con una persona que tenía interés en saber un poco más sobre esto. La idea era tener una charla y me preguntó si podíamos hacer una video llamada. Yo no podía en ese momento, pero ella me había comentado que vivía en Santa Rita, y como el barrio no es muy grande le pregunté: ¿dónde vivís? Y vivía a una cuadra y media de mi casa. Salimos de casa, nos encontramos y charlamos un rato en la vereda. Fue muy divertido y muy simbólico. Tiene todo que ver con este proyecto de autorizarse a pensar un espacio muy pequeño que es a la vez el de una distancia necesaria y el de una cercanía necesaria también. Así le pusimos a estas actividades: “cercanías, muestras al paso”.
 
¿Cómo es el taller que venías haciendo previo a la pandemia?
Ese taller se inició en el año 2013. Tenía que ver con lo mucho que había disfrutado como mamá leer para mi hija y junto a ella. Esas lecturas son muy especiales. En mi memoria, cuentan entre mis mejores recuerdos, tanto las lecturas que hice con mi hija, como las que compartí con mi madre y con mi padre, cuando yo era chica.
Un día se me ocurrió esta idea: ¿por qué uno sólo le lee a sus hijos o a los niños de la familia? ¿Por qué uno no podría leerle a los hijos de otras madres, a los niños de otras familias? No estoy segura de que el gesto materno/paterno se pueda reproducir y a lo mejor no es necesario. Pero me interesaba la posibilidad de explorar la lectura tal como se da en las familias, un tipo de lectura que es más bien por gusto, por placer y que no te pide nada a cambio, una lectura que no te pregunta tantas cosas como a veces sucede en el ámbito escolar y que no te pone nota. El taller empezó a explorar por ese lado. Fue y sigue siendo un lugar de exploración.
 
¿Cómo se pueden sumar les vecines a esta movida?
Una posibilidad es comentarles a los vecinos estas actividades para que puedan disfrutarlas cuando salen a pasear o a hacer las compras.
Los fines de semana, de 16 a 18 horas, estoy con la ventana de los libros para chicos, es préstamo de libros. Algunos días, en otros horarios, en las ventanas de casa también hay “muestras al paso”. En este caso, diferente a la muestra de mi vecino Rubén que es pintor y expone cuadros suyos que son una alegría para toda la cuadra. Estos cuadros que expongo no son de mi autoría, son cuadros que habitualmente están adentro. También, con todo gusto, le “presto” la ventana a un vecino artista plástico que no tiene ventana a la calle. No siempre lo que se expone son cuadros, pueden ser objetos y los mismos libros.
En Elpidio González al 3000 hay una ventana que ofrece a los niños la posibilidad de dejar sus dibujos, también hay adivinanzas, cuentos, cuadernitos para dibujar. Nuestro vecino de enfrente hace muestras de pintura desde su terraza (Enrique de Vedia al 2000). Los fines de semana desde la vidriera del negocio de José González (Jonte al 3400), de 11 a 13 horas, hay una adivinanza cuya respuesta hay que ir a buscar unas cuadritas más allá, siguiendo las indicaciones.
Los sábados y domingos en el pasaje Enrique de Vedia, entre Jonte y Elpidio González, una ventana ofrece libros para chicos, de 16 a 18 horas. Si hay suerte y buen clima, se puede disfrutar en el mismo pasaje, de una muestra de pinturas desde las alturas, es preciso levantar los ojos y es condición que no llueva.
Por otra parte, en nuestro barrio viven muchos artistas que desde hace tiempo lo embellecen con sus obras. Así, si uno pasa por Juan Agustín García al 3700, es posible encontrarse con las esculturas de uno de nuestros vecinos.
Más allá, he sabido de otras experiencias. Por ejemplo, en algún lugar, unos niños usaron una pared medianera, en un jardín, para hacer títeres para otros niños, vecinitos. En Caballito, en la terraza común de un edificio, una madre con su hija, se esmeran en dejar intervenciones plásticas para que sean descubiertas por los vecinos cuando van a colgar la ropa. Debe haber muchas otras experiencias que uno no conoce.
 
¿Cómo continua esta movida?
La novedad de las últimas semanas ha sido la apertura de ventanas y puertas musicales. Una cosa que nos interesa a los que colaboramos más estrechamente es que otros puedan animarse y tomar la idea. Tomarla y adaptarla a sus propias circunstancias (actividades, lugar, barrio, etc.). Por ejemplo, así como el Tata Cedrón hace sus “canciones al paso”, se podría pensar que algún narrador, alguna narradora contara cuentos al paso. Siempre cuidándonos: manteniendo la distancia y sin aglomeración. Eso es central. Se trata de que estas pequeñas actividades sean respetuosas de las normas actuales, parte íntegra de los cuidados.
 
¿Crees que es posible que continúe cuando pase la cuarentena? ¿Te parece que con esta movida cambió algo en el barrio?
No sé si todas las actividades podrán mantenerse. Para los músicos, es vital en algún momento recuperar otros escenarios. Lo mismo los actores, los bailarines, la mayoría de las artes escénicas. Pero creo que algunas experiencias pueden mantenerse. Y sería bueno que sucediera porque lo que notamos los vecinos, es que nos conocemos ahora desde un lugar diferente, las conversaciones son otras, el trato es otro. Incomparablemente mejor.
Se trata, me parece, de generar algo que de alguna manera impacte al otro, de la mejor manera posible. No se trata de molestar, de invadir. Pero sí de sorprender, de acompañar. En esta fase de la cuarentena algunos movimientos son posibles. De ahí la idea de “muestras al paso”. O sea, la idea de ofrecer a los que pasan, algo de lo que habitualmente está adentro. Todo esto respetando las distancias, sin aglomeraciones, con todos los cuidados. Pero teniendo en cuenta que somos seres sociales y que nos necesitamos. No es un proyecto centralizado ni nada de eso, la idea está a disposición, al igual que los libros, para que otros, si tienen ganas, se la lleven y que cada cual reinvente un cuento con ella.
 
Fotos: gentileza de Circuito Cultural Santa Mitre y www.nuestroquerer.blogpot.com


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