COMUNA 15

Vecinos de Chacarita realizaron una caminata en defensa del barrio

Vecinas y vecinos del barrio de Chacarita realizaron una caminata ambiental contra el avance inmobiliario fomentado por el nuevo Código Urbanístico (CUR) de la Ciudad de Buenos Aires, sancionado en 2018.


Vecinas y vecinos del barrio de Chacarita realizaron una caminata ambiental contra el avance inmobiliario fomentado por el nuevo Código Urbanístico (CUR) de la Ciudad de Buenos Aires, sancionado en 2018. "La construcción desenfrenada está afectando la biodiversidad barrial y nuestra calidad de vida", enfatizaron.
 
El sábado por la tarde, bajo la consigna "Te quiero verde, Chacarita", decenas de personas se dieron cita en la intersección de las avenidas Corrientes y Dorrego con el objetivo de recorrer el barrio, dar a conocer algunas especies de su flora y fauna, y denunciar la amenaza que sufre este entorno natural por el creciente aumento de las edificaciones.
 
"Nosotros contamos o, mejor dicho, contábamos con gran cantidad de árboles y plantas nativas y exóticas. Con la pretensión de 'urbanizar', el nuevo código está haciendo un desastre a nuestro ecosistema", explicó Patricia, una vecina, frente a un mburucuyá, que sirve de alimento para abejas y orugas de mariposas espejitos, entre otros insectos.
 
Sobre la calle Leiva, una de las casas bajas características del barrio tiene en su frente un cartel con el lema "No al nuevo código urbanístico. Más verde, menos cemento". Esta bandera es una de las 350 que, hasta el momento, están colgadas en las viviendas de la zona. Y cada vez se van sumando más vecinas y vecinos.
 
El recorrido siguió por Guevara y luego por Concepción Arenal. Andrea, otra vecina, contó a Página 12 que están construyendo un edificio de ocho pisos justo al lado de su vivienda. "Cuando empezaron la obra pensábamos que iban a hacer un edificio más bajo. Somos muchos con este problema, todas las semanas hay demoliciones o cortan árboles para seguir construyendo", afirmó.
 
En diciembre de 2018, la Legislatura de la Ciudad aprobó el nuevo Código Urbanístico, que elevó las alturas máximas de los edificios, pasando de nueve metros (tres pisos) a 23 metros (siete pisos). En pos de aumentar la capacidad constructiva, la normativa también eliminó el Factor de Ocupación Total (FOT), permitiendo construir edificios en las esquinas, adelantando la línea de frente y reduciendo los pulmones de manzana.
 
"Los cambios más fuertes en la fisionomía de nuestro barrio se comenzaron a ver después de la pandemia. Todos los días vemos cómo lo destruyen con obras que impactan en el medioambiente y alteran nuestra calidad de vida", aseguró Claudia. Frente a esta situación, en mayo pasado, el colectivo vecinal Amparo Ambiental Chacarita presentó un proyecto de ley en la Legislatura porteña solicitando la suspensión del CUR, para volver a los parámetros constructivos anteriores a 2018.
 
"Estas construcciones desmedidas sobresaturan los servicios porque no se refuerza ni el tendido eléctrico, ni el agua, ni los servicios cloacales. Nos estamos viendo afectados con baja de presión del agua, con cortes de luz por esta densificación de la población", remarcó Sol Azcona, educadora, comunicadora ambiental, e integrante del colectivo.
 
Para Azcona, otro problema es que los edificios que se construyen no dan solución a la crisis habitacional. "Yo tengo tres edificios alrededor de mi casa y están deshabitados. ¿Por qué si somos la misma cantidad de habitantes en la Ciudad, hay cada vez más edificios nuevos y desocupados?", aseveró.
 
El grupo de vecinas y vecinos de Chacarita exige el cese de las demoliciones, obras y edificios, y la preservación de las amplias áreas verdes que aún se conservan. Otros barrios originalmente de casas bajas como Palermo, Belgrano, Núñez, Villa Ortúzar y Villa del Parque también han presentado proyectos de ley con este mismo pedido.
 
"Son obras que afectan la identidad barrial, la forma de transitarlo y de vincularnos entre vecinas y vecinos. Somos conscientes de que es una problemática que afecta a toda la Ciudad", remarcó Rosario, otra vecina preocupada por su barrio.


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