MARCELO RAMAL, LEGISLADOR DEL PO

“El FIT está severamente dañado”

El dirigente del Partido Obrero indica que la interna con el PTS puso en una “grave crisis” al frente de izquierda. Advierte que Lousteau es “la segunda marca de Cambiemos”.

Werner Pertot
Un ploteado de Cromañón, que pide juicio y castigo, otro que reclama basta de impunidad y represión y una imagen de Mariano Ferreyra; así se compone el panorama ideológico-estético en el despacho del legislador del Partido Obrero-FIT Marcelo Ramal. El economista de izquierda repasa la situación de la interna del Frente de Izquierda y los Trabajadores, advierte sobre las dificultades en la provincia de Buenos Aires y cuestiona a los otros sectores de la oposición. “Yo siempre digo que Lousteau es como una segunda marca de Cambiemos”, afirma.

-¿Va a haber una lista de unidad del FIT o van a ir a las PASO?

-Nuestra posición desde el PO es que podamos construir una lista común. Esto lo hemos venido planteando reiteradamente. El cuadro político amerita que el FIT concentre todos sus esfuerzos en la lucha contra los partidos del ajuste y en brindar una alternativa. Izquierda Socialista ha compartido este punto de vista, pero tenemos una discrepancia con el PTS, que ha diseñado un perfil internista desde hace bastante tiempo. Estamos en discusiones.

-¿Qué opina de la propuesta del PTS de que Myriam Bregman encabece una lista en Ciudad (diputados o legisladores) y que ustedes definan cual?

-Ese es un aspecto de la propuesta. Lo que pasa es que insisten -o imponen- que Nicolás del Caño encabece la lista de diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires. El punto de partida de la propuesta es ese. Es una cuestión a la que llega de una forma peculiar: cambia el domicilio, deja la batalla por renovar su banca en Mendoza, lo que vimos como un planteo fuertemente internista, en la medida de que Néstor Pitrola aspira a renovar su banca. Lo de Capital es inseparable de esto. Nuestra primera respuesta es que se levante esta imposición de Del Caño en provincia.

Hay una grave crisis en el FIT. Nosotros pensamos que la interna puede agravar esa crisis. El FIT hoy no existe como acción cotidiana común. Establecer listas comunes es la condición de una reconstitución política. 



-Si entiendo bien, el nudo de la discusión está en provincia. ¿En la Ciudad podrían ponerse de acuerdo?

-Ese es el nudo, correcto. No está concentrado el problema en la Ciudad.

-¿Hay riesgo de que se rompa el FIT?

-Todo este debate nos está hablando de una grave crisis del FIT. Nosotros pensamos que la interna puede agravar esa crisis. Va a ser un factor de agravamiento. El FIT hoy no existe como acción cotidiana común. Establecer listas comunes es la condición de una reconstitución política. El FIT ya está severamente dañado. No es que existe un peligro hacia adelante. Y esto es el resultado de todo un derrotero de divisionismo. Por ejemplo, la política del PTS de formar bloques legislativos por separado. Acá en la Legislatura cuando Patricio Del Corro era legislador había un bloque del PTS por separado e interveníamos los dos sobre todos los temas. Hablaba yo y hablaba él, en una cosa que era penosa. Ahora está Laura Marrone (Izquierda Socialista): nos dividimos las intervenciones, nos dividimos el trabajo y eso le ha dado una mayor consistencia al FIT en la Legislatura.



-¿Cómo afecta a la campaña que Lousteau se presente por afuera de Cambiemos?

-Lo de Lousteau es un gran fuego de artificio. Es un candidato despechado de Cambiemos. Fue funcionario macrista hasta ahora. En la gestión como embajador probablemente lo único que perdure es la controvertida historia de la compra de armas que él gestionó con el lobby armamentista del Partido Demócrata en Estados Unidos. Hace un desembarco intentando participar de la interna de Cambiemos, no le dan ese lugar, y ahora se presenta como el principal opositor de Cambiemos. Se presenta como alternativa a Carrió, pero va a consagrar a diputados del radicalismo que van a continuar el cogobierno con el PRO. Por ejemplo, en la Legislatura los diputados que llegaron con Lousteau llevaron adelante la votación de leyes privatistas y de venta del espacio público. El que votó a Lousteau pensando que votaba una alternativa a Larreta, en verdad votó una variante de cogobierno con el macrismo. Yo siempre digo, medio humorísticamente, que Lousteau es la segunda marca de Cambiemos en la Ciudad.

-¿Cómo se explica que Carrió tenga un alto porcentaje de votos, según las encuestas?

- El voto a Carrió, por un lado, es el voto al macrismo. No se puede negar que una parte de la clase obrera lo votó a Macri: cansados del impuesto al salario, de la inflación. Pero luego hay un voto de confusión política. En toda la discusión del caso Odebrecht, donde sus intervenciones parecía que rompían con Cambiemos. ¿Qué hacía Carrió? Presionaba al Gobierno para que negocie con Odebrecht. Carrió fue la gran fogonera de la vergonzosa negociación con Odebrecht, donde tratan de que no salpique a Arribas y a Calcaterra. La otra negociación vergonzosa es la de los fiscales de Gils Carbó, tratando de que las revelaciones no salpiquen a De Vido. Carrió fue la defensora más enérgica de la Corte Suprema con el 2x1. Creo que ella estuvo en el puño y la letra de ese fallo. Carrió es una persona que explotó la disolución de los partidos históricos después del 2001. Hubo personajes que con la lógica antipartido fueron los grandes rescatistas de los partidos tradicionales. También te puedo hablar de uno de izquierda…

Lo de Lousteau es un gran fuego de artificio. Es un candidato despechado de Cambiemos. Fue funcionario macrista hasta ahora.

 

-Bueno, hablemos de Luis Zamora. ¿Por qué no pueden llegar a un frente común con él?

-Con Zamora no hay diálogo porque él ya fue concluyente. Cuando alguien se presenta en elecciones y no hay otro registro político de él entre elección y elección, bueno, la única conclusión es que la de Zamora es una construcción personal. El voto al FIT y el voto a Zamora representan cuestiones muy diferentes: el FIT es una construcción colectiva. Y estamos en todos los grandes episodios nacionales: huelgas, movilizaciones de mujeres, etcétera. Tenemos un desarrollo no ligado a construcciones marketineras sino a un proceso real de lucha.

-¿Su estrategia en la elección va a ser salir a buscar kirchneristas desencantados?

- Cristina va a ser el mascarón de proa del pejotismo bonaerense. Si termina siendo candidata, es para salvar a su tropa en las listas pejotistas. Ella dijo que muchos de los senadores no estuvieron a la altura. Y ella se pone a la cabeza de los que no estuvieron a la altura. Y en el caso del kirchnerismo de la Ciudad, está golpeado por una larga historia de pactos políticos con el macrismo en torno a proyectos de venta del suelo. El sindicato kirchnerista por excelencia, la UTE, estuvo ocho años sin hacerle paro a Macri.

-La clásica crítica del kirchnerismo a la izquierda es por el llamado al voto en blanco en el ballotage Scioli-Macri. Los hacen responsables de la victoria de Macri…

-Ellos deberían pensar en Aníbal Fernández, en De Vido, en los bolsos de López. O Scioli, que después dijo que hubiera llevado el ajuste que llevó adelante Macri. Scioli le aconsejó a Vidal liquidar la huelga docente con un aumento por decreto. Lo más grave hubiera sido que la izquierda hubiera apoyado ese rumbo de ajuste que hubiera tomado indudablemente Scioli. Hubiéramos terminado votando a un antiabortista que en privado aconseja hacer abortos. Hubiéramos liquidado una alternativa de izquierda votándolo a Scioli.

-¿Era un riesgo similar al del MST con el conflicto rural de 2008?

-Bueno, desde ya. Eso constituyó un hecho concluyente.



Marcelo Ramal comenzó su militancia en el peronismo. Era muy joven. Corría el año 1971. “Seguí siendo un simpatizante del peronismo de izquierda hasta la masacre de Ezeiza”, cuenta. “Ahí lo vi a Perón, que iba a jugar un papel reaccionario”, recuerda. Luego se acercó en la Facultad de Económicas de la UBA en Política Obrera, que luego se convertiría en el Partido Obrero. “Mi primer trabajo fue en una compañía de seguros. Cortaba papeles. Era un laburo bien taylorista. Trabajaba en una oficina con una computadora como la de los años cincuenta, con bovinas gigantes y papeles por todos lados”, dice. Lo cierto es que le fue útil. En 1976, con la dictadura ya reprimiendo y secuestrando, el PO le pidió que fuera a reunirse con militantes de la juventud de Tucumán durante un fin de semana. “Tenía 20 años. Me dijeron que me armara una coartada para el viaje en tren. Entonces, me llevé una serie de seguros de Tucumán”, relató. Los seguros los llevó en una valija y pegados en el fondo iban los volantes del PO. En democracia, fue asesor de Jorge Altamira cuando fue legislador y trabajó en el Estado, en la secretaría de Industria. Hoy, además de legislador, es docente universitario en la UBA y en la Universidad de Quilmes (en donde está de licencia). Fue candidato a jefe de Gobierno en 2007.

-¿Cómo es la gestión de Larreta comparada con la de Macri en la Ciudad?

-La orientación es la misma: negocios inmobiliarios, endeudamiento, acuerdos con grandes grupos contratistas. ¿Dónde está el matiz? Larreta lleva adelante una fuerte cooptación de un sector de la Ciudad que enarboló siempre reclamos sociales en el plano de la vivienda. Buscó enmascarar políticas privatistas con concesiones sociales. El ejemplo más claro de esto son las leyes de urbanización de las villas, atadas a la venta de tierras públicas. El toma y daca: la venta del tiro federal con una partida para la urbanización de la villa 31, 30 hectáreas del Parque de la Ciudad, supuestamente para urbanizar la villa 20; habilitar la urbanización de la Rodrigo Bueno con un acuerdo para llevar adelante el proyecto IRSA (este último, todavía pendiente). Envolvió en una lógica demagógica una política hasta más osada que la de Macri en privatización de tierras.

-¿La idea de urbanizar las villas no le arrebata una bandera a la izquierda?

-Las leyes de urbanización son, en parte también, una conquista. La de la villa 20 recogió muchas de las cuestiones que presentamos cuando fue la ocupación del Papa Francisco. Es el reconocimiento de una lucha de mucho tiempo. Larreta es demagógico. Larreta es Tinelli.

-¿Cómo están viendo el final de la concesión de Metrovías?

-Presentamos un proyecto para que el subte funcione bajo una administración estatal, con un directorio integrado por trabajadores y usuarios. Al mismo tiempo, pedimos una auditoría de lo que fue la gestión de Metrovías durante todos estos años. En esto va a haber una fuerte batalla de intereses. En una radiografía cruda de los bloques, uno debería poder decir quiénes son los candidatos de Metrovías y los candidatos de los grupos extranjeros que se postulan para reemplazarla.

Larreta lleva adelante una fuerte cooptación de un sector de la Ciudad que enarboló siempre reclamos sociales en el plano de la vivienda. Buscó enmascarar políticas privatistas con concesiones sociales.



-¿Qué opina de la situación del Ecoparque?

-Fue un ejemplo de la política de cooptación de Larreta. Con Adrián Camps, impugnamos al contratista anterior. El Gobierno recupera el zoológico porque el lugar estaba destruido, el patrimonio arquitectónico estaba diezmado, la situación de los animales era terminal. En la ley que se votó las garantías de los animales quedó en forma muy difusas. Los grupos preservadores de los animales cuestionaron esa ley. Esa sospecha se confirmó hoy en todo lo que tiene que ver con el manejo de los animales. Es un punto de fuerte preocupación.

-¿Qué plantea la izquierda que hay que hacer con la Policía de la Ciudad?

-Esta policía es un reciclado de la vieja Policía Federal y el Gobierno porteño está pagando el precio de ese reciclado. Nosotros llevamos todas las denuncias que tienen que ver con el aspecto represivo a la comisión de seguimiento. En una reunión, desde el PRO me dijeron que yo iba a sembrar desconfianza en las instituciones. Yo contesté que en una institución con el jefe de policía preso, lo que había que preguntarse no era por qué teníamos desconfianza, sino por qué había algunos que seguían teniendo confianza. Pero vos me preguntabas otra cosa: ¿qué haría la izquierda con la función policial? Bueno, el cuerpo policial es inseparable de la orientación social del Estado. No te puedo decir que bastaría con una depuración. En un Estado cuya función es la opresión de una mayoría la policía es necesariamente un cuerpo opresor. Y tiene un status separado del resto de la sociedad. En un gobierno de trabajadores, ¿existiría una función policial? Bueno, es posible durante todo un período en el que los antagonismos sociales no dejarían de existir. Pero debería ser sobre la base de jefes revocables, electos entre las organizaciones de derechos humanos y de los sindicatos. Debería ser una fuerza protectora de los sectores desfavorecidos.

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