MARCHA FEDERAL

Sommelier de marchas

El famoso segundo semestre de 2016 nos ha encontrado practicando una nueva modalidad de crítica. Había críticos de restaurantes, de cine, de mil cosas. Ahora tenemos los críticos de marchas.

Mariano Heller
Corría el año 1994 y participé de mi primera marcha federal. Eran tiempos convulsionados en nuestro país, pero bueno, siempre son tiempos convulsionados acá en Peronia.

En aquellos años gobernaba el menemismo que era la versión de aquel momento del peronismo. Un tiempo después casi todos los que habían acompañado aquella gesta del horror la negarían y participarían en la tristemente célebre “década ganada” que obviamente será negada en breve por la mayoría de sus partidarios. Los que dábamos nuestros primeros pasos en la militancia universitaria de aquella época creíamos que nada podía ser peor que el menemismo. Nos equivocamos con ahínco pero, en cualquier caso, nos movilizábamos en contra del menemismo cada vez que podíamos. A veces movíamos mucha gente, otras veces no tanta. Las elecciones nacionales las ganaba el peronismo con comodidad.

"Hay gente genuinamente enojada y hay que escucharla. Y sí, fue una marcha política. Toda marcha es política, sea liderada por un partido político o no".



Vivimos esta semana una nueva marcha federal. Fue masiva, creo que exitosa. Varios de los actores que participaron fueron similares a los actores de aquella marcha federal de 1994. Muchos otros no porque o eran muy jóvenes o eran muy menemistas
Lo cierto es que el famoso segundo semestre de 2016 nos ha encontrado practicando una nueva modalidad de crítica. Había críticos de restaurantes, de cine, de mil cosas. Ahora tenemos los críticos de marchas. Se generó una especie de competencia respecto de qué marcha fue más grande, en cuál hubo más gente, cuál tiene más legitimidad. No creo que esto sea muy importante, pero sí creo que la actitud de muchos frente a las movilizaciones opositoras es preocupante.

Viví el famoso #8N desde adentro. Recuerdo pocas manifestaciones de ese tenor. Masiva, pacífica, sumamente espontánea. Las dos primeras estuvieron presentes en esta última marcha federal. La espontaneidad fue sin dudas menor. Los famosos micros, la gente llevada para participar. ¿Eso la hace menos importante? No me parece. Solo la hace menos espontánea. Y eso está lejos de significar que no haya habido mucha gente que fue sin que nadie la lleve. No hay que ser tan necios ni tan soberbios. Eso que tanto le criticamos al Kirchnerismo.

En esta nueva lógica de los analistas de marchas, muchos están llegando a conclusiones peligrosas. Están actuando, como recién marqué, de la misma forma que criticaron durante años. El kirchnerismo se cansó de menospreciar todo tipo de acción opositora. Marchas, declaraciones, cualquier tipo de actividad que los criticara era considerada golpista, destituyente, gorila y otras tantas cosas. Pero por sobre todo era altamente ninguneada. Grosera equivocación. Y un error que, sumado a muchísimos otros desaciertos, les terminó costando la elección.

Las manifestaciones populares masivas deben ser respetadas, sean más o menos espontáneas y los gobernantes deben tomar nota de los reclamos. Está claro que hay gente que jamás estará conforme con absolutamente nada de lo que haga este gobierno. El trosko interplanetario o el kirchnerista más duro que resiste con aguante, nunca estarán de acuerdo con prácticamente nada que haga Cambiemos. Pero de ninguna manera debemos creer que los únicos que participaron de esta última marcha son estos grupos. Hay gente genuinamente enojada y hay que escucharla. Y sí, fue una marcha política. Toda marcha es política, sea liderada por un partido político o no.

"No pienso que sea adecuado minimizar los reclamos masivos y éste último lo fue. Haya sido más o menos espontáneo, con más o menos micros, con más o menos choripanes".



Leí y escuché a varios luego de la marcha propiciando un paro general. Está muy bien, es un derecho constitucional. Igual a nueve meses de asumir un nuevo gobierno y recordando las siniestras actitudes de los sindicatos en todos los gobiernos no peronistas me parece preocupante. Me resulta imposible olvidar la catarata de paros a Alfonsín y la condescendencia con los gobiernos de Menem y los Kirchner. De hecho ver a algunos cachivaches genuflexos que acompañaban cualquier cosa transformados en combativos es bastante vergonzoso. Claro que no sorprende para nada.

En cualquier caso, movilizarse a favor de lo que uno cree, está perfecto. Y también está perfecto marchar en contra de lo que nos molesta. Repito una vez más que no pienso que sea adecuado minimizar los reclamos masivos y éste último lo fue, haya sido más o menos espontáneo, con más o menos micros, con más o menos choripanes. Sin ninguna duda, este tipo de manifestaciones son parte de la democracia cuyo ejercicio lejos está de depender sólo del sufragio. Jamás hay que ningunear al que piensa distinto, sea mayoría o minoría. Pero obviamente no debemos olvidar algo que marcó mucho el oficialismo de la “década ganada”, las elecciones se ganan con votos, no con movilizaciones o paros generales.

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