Orquesta Victoria: “Buscamos salir del estereotipo del malevo apoyado en el farol”

Por Sebatián Scigliano

Todos los lunes, en Café Vinilo, y desde una propuesta que mezcla lo clásico y lo contemporáneo, la Orquesta Victoria viene consolidando un lugar en la nueva escena tanguera, despojada de los lugares comunes y más amigada con el tiempo que le toca vivir. "Todo depende de lograr definir un concepto", dice Hugo Satorre, uno de sus bandoneones.
¿En qué consiste el show de la Orquesta Victoria, qué lo hace especial?
Es una orquesta que tiene un sonido particular que, además, tiene una propuesta también especial desde lo visual. Tratamos de que todo esté asociado con un concepto. Tocamos todos los lunes en el Vinilo, y ya desde el lugar, los arreglos, la manera cómo nos vestimos, todo tiene que estar asociado a eso.

¿Cómo definirías a ese concepto?
Es un tango que busca des estereotiparse, salirse del estereotipo tanguero del malevo apoyado en un farol para acercarse a la cultura de ahora, de la música que nosotros escuchamos. No por ser tangueros o hacer tangos dejamos de escuchar a Charly García o música clásica. Y todo eso se refleja en el lugar en el que tocamos, en el ambiente que creamos y en nuestra música.

Parece que le está llegando eso al nuevo tango, o al menos al tango tocado por gente joven.
Sí, efectivamente. Hay toda una camada de orquestas y de músicos nuevos que buscan la contemporaneidad desde el lado dramático, por decirlo de algún modo. Nosotros buscamos también encararlo desde otro lado, tener una estética diurna, también, y no tan nocturna. La idea es jugar con la alegría, y no solo con el drama. La misma puesta demuestra eso, la pasamos bien tocando y no es un contexto de oscuridad, en una Buenos Aires apocalíptica, lo vivimos de otro modo.

¿Cómo se expresa ese concepto en lo estrictamente musical?
Tenemos mucha influencia de la orquesta de Horacio Salgán.

La más moderna de las orquestas clásicas.
Sí, pero que a su vez es bien decareana, por Julio de Caro, como si la más moderna también pudiera ser clásica. Nosotros vamos también por ahí, y lo mezclamos un poco con lo que mucha gente ha definido como “música de películas”, como una mezcla entre música clásica y el jazz. No somos una formación típica, además; tenemos sólo dos bandoneones, y no tres, y además tocamos con siete cuerdas. A su vez, usamos un instrumento que es el clarón, o el clarinete bajo, que también es un instrumento que usaba Salgán y que le da un color muy particular a nuestra música.

¿Cómo llegaste vos al tango?
Hace mucho tiempo, primero, escuchando a Piazzolla. Tenía 13, 14 años y estaba estudiando música, tocando la guitarra, y descubrí Piazzolla y me voló la cabeza. En su momento me quise comprar un bandoneón, pero estaban caros y en vez de eso me puse a bailar tango. Bailé bastante, hasta que decidí que si quería meterme de lleno en el tango, tenía que empezar a tocar el bandoneón. Y ahí entré en un tren del que no me bajé nunca. No había tantos bandoneonistas jóvenes y entonces había muchas posibilidades de tocar, así que toqué mucho y también viajé bastante.

Hace poco viajaron a Europa, ¿cómo fue esa experiencia?
Nos fue muy bien. Nos fuimos a Viena y fue corto, pero muy bueno. La gente vive allá de otra manera el tango. Sigue siendo para la gran mayoría algo raro, exótico, por decirlo de alguna manera, por el bandoneón, por su sonoridad. Pero a la vez sigue siendo algo disfrutable, porque no es música totalmente “rara”. El tango, para mí, es fácil de absorber para quien nunca lo escuchó, porque es producto de un entrecruzamiento de culturas, un poco europea, un poco afro, un poco clásica. Toda esa cuestión ecléctica se refleja cuando vas afuera y ves cómo ese lenguaje es fácil de asimilar para muchas culturas.

De un tiempo a esta parte, aparecieron más orquestas, en uns escena que por ahí no estaba preparada para esas formaciones grandes. ¿Cómo ves es panorama?
Sí, de todos modos tampoco somos tantos, no creo que podemos ser más de 15, 20 orquestas, depende de cómo definas a una típica o no. Lo que sí, no se trata solo de armar una orquesta y hacer que suene sino, como decía antes, generar un concepto, un espacio, lograr que la gente se integre a la música que vos hacés. Nuestra orquesta no está solamente pensada para que la gente baile, aunque nuestra música se pueda bailar. Es más una orquesta para gente que quiera escuchar música y ver un show, pero no está orientada necesariamente hacia el baile, que ahora es como que comanda la nueva movida del tango. La música está un poco de costado. Para las orquestas que no tocan “para bailar”, como podríamos ser nosotros, todo depende de lo que busques. Si encarás un proyecto a largo plazo, la cosa funciona. Nosotros tocamos todos los lunes, a la gorra, en Vinilo, que es como nuestro espacio. Y entonces el lugar se llena y la cosa tiene continuidad, y en eso se basa el largo plazo. Si no, es difícil desde lo económico darle continuidad a un proyecto así.


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