OPINIÓN

Los personeros del negacionismo

Detrás de la negación en la cifra de desaparecidos por parte de López Murphy, resurge la vieja teoría de los dos demonios. Un viejo intento de retrógrados sectores sociales.

Mario Reina


Días pasados en una entrevista el precandidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires Ricardo López Murphy negó la cifra de 30 mil desaparecidos durante la última dictadura cívico militar.

Señaló que el número se originó exageradamente para llamar la atención de los europeos, y cerró su idea manifestando: "Lo que yo siempre dije es que tenía que haber una ley pareja para los que sufrieron la aggression terrorista. Por ejemplo, los soldados conscriptos que defendieron en Formosa valientemente el regimiento ante el ataque de las fuerzas subversivas”.

Los personeros del negacionismo surgen de tanto en tanto, para agitar su clásica bandera de los dos demonios. No obstante, como sociedad no podemos dejarlo pasar. La memoria es parte del ejercicio ciudadano que venimos transitando desde diciembre de 1983, una constante que fue consolidándose en el tiempo para quedarse para siempre. En este marco cultural de acción, pilares de esa construcción fueron y son los organismos de Derechos Humanos, como Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S., entre otros.

El sociólogo francés Maurice Halbwachs sostenía que la Memoria Colectiva es una corriente de pensamiento continuo, que no se retiene del pasado sino de lo que todavía está vivo, o es capaz de permanecer vivo en la conciencia del grupo que la mantiene. Lo opuesto a este concepto es la confusión y el olvido, que los personeros del negacionismo intentan siempre implementar.

La Memoria Colectiva en Argentina no debe perder de vista que una vez se instauró una metodología sistemática desde el Estado, a partir del 24 de marzo de 1976 con aquel golpe cívico military, que impuso el Terrorismo de Estado. Poner en duda el número de desaparecidos es una clásica artimaña, que pretende ocultar con el olvido el verdadero trasfondo que tuvimos que padecer como sociedad.

Aquel golpe fue el resultado de un proceso gestado mucho antes. El bombardeo en Plaza de Mayo, de junio de 1955, marcó el inicio de la construcción sistemática de un aparato represivo, que fue enquistándose en las estructuras del Estado. Los débiles procesos democráticos de la época, que se fueron sucediendo, no pudieron desmantelarlo, llegando a su maxima expresión en aquel marzo de 1976.

El negacionismo busca ocultar todo este proceso o, en algunos casos, reivindicarlo como un método correctivo de los males que acarrea “el populismo”, la nueva etiqueta que el sectarismo ilustrado endilga a losmovimientos sociales latinoamericanos.

Debatamos ideas y proyectos en plena democracia, pero repudiemos todo intento de implementar confusión y falsas premisas que intenten justificar el accionar del Terrorismo de Estado. Lo impone el actual Estado de Derecho que hoy gozamos como sociedad en la Argentina, y en memoria de los 30.000 desaparecidos víctimas de aquel horror.

Por ellos y ellas, hoy temenos república y democracia.

* El autor es Magíster en Derechos Humanos.

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