ENTREVISTA

“Van a producir emisiones de dioxinas y furanos, componentes peligrosos y cancerígenos”

Andrés Nápoli, director ejecutivo de FARN, fundamenta su oposición a la modificación de la ley de Basura Cero, que se vota hoy en la Legislatura, y advierte sobre los riesgos de la incineración de residuos: ambientales, pero también económicos y sociales.



Desde que se conoció la intención del Gobierno de la Ciudad de modificar la ley de Basura Cero y dar lugar a la incineración de residuos en territorio porteño, múltiples y diversas voces de especialistas, ambientalistas, cartoneros y recicladores se alzaron para expresarse en contra del proyecto, que hoy se vota en la Legislatura. Entre ellos Andrés Nápoli, director Ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). En diálogo con Nueva Ciudad, analiza el modo en que avanzó el proyecto del oficialismo, los riesgos que implica la incineración, las diferencias con el panorama europeo y los impactos a nivel social, económico y ambiental de lo que la gestión de Horacio Rodríguez Larreta difunde y defiende como termovalorización.

¿Cuáles son los motivos principales por los que se oponen a la modificación de la ley de Basura Cero y al proyecto del Gobierno sobre incineración de residuos?
Creemos que el proyecto que presentó el Gobierno de la Ciudad, tal cual está planteado, es un salto al vacío. No fue explicado ni explicitado, ni existió una participación en la que se busquen opiniones diversas. Fue presentado prácticamente sin ningún tipo de explicación, así quedó demostrado en la reunión de Comisión que aprobó el dictamen. Nadie conoce de qué se trata. De hecho, no hubo defensores del proyecto por parte del oficialismo. Y los únicos que expresaron algún tipo de información al respecto fueron los diputados de la Coalición Cívica, que dijeron que el proyecto era absolutamente defectuoso y querían salvarlo con algunas modificaciones.  Eso por un lado. Por otro lado, indica lamentablemente desde el inicio nomás un cambio en las metas propuestas por el Gobierno de la Ciudad por la ley de Basura Cero hace 12 años. Un fracaso en lo que ha sido la gestión de residuos, sobre todo la disminución de la cantidad de residuos con destino relleno sanitario. Porque el proyecto de reciclado no ha dado los resultados que se habían propuesto y el gobierno no ha hecho los esfuerzos necesarios para que se logre. La crisis de los rellenos sanitarios nadie la discute, pero la idea de proponer la termovalorizacion era algo que ya se había propuesto en su momento y no había resultado. Ahora lo retoman.

¿La termovalorización implica incineración de residuos?
En aquella época, en 2005, se había rechazado porque todos los proyectos eran de incineración de residuos. Hoy se denomina termovalorización. Es transformar los residuos en energía. Eso es un título y es muy lindo: cómo hacemos para transformar residuos en energía. Pero hay muchas cosas que hay que analizar porque no son tan sencillas. En primer lugar, ese proceso va a tener mucho impacto y muchos costos. El impacto ambiental de la incineración: emisiones gaseosas que dependiendo de los residuos que  están en el incinerador van a producir emisiones de dioxinas y furanos, componentes peligrosos y cancerígenos. Y grandes cantidades de residuos peligrosos que son las cenizas que quedan en el fondo del incinerador. Requieren de una disposición muy específica, con un elevadísimo costo. Y hay otras cuestiones de la mano, como la competencia entre un incinerador contra el reciclado. Porque el incinerador no está puesto para mejorar la gestión de los residuos, está puesto para producir energía y la inversión de quienes promuevan el incinerador va a ser para cobrársela con energía. No para mejorar la gestión de residuos. Eso es algo que le compete al Gobierno pero al señor que ponga el incinerador lo que le va a importar es la energía que produzca. Ahí se va a producir una competencia bastante grande con el material reciclable. Porque el incinerador necesita alimentarse todo el tiempo.

¿Eso afectaría particularmente a sectores de la economía popular dedicaros al reciclado?
Por supuesto. Todo eso afecta a los recicladores urbanos: 5300 personas que tienen empleo directo con ese tema. Más los indirectos. Ahí hay otro impacto no menor: los  costos. Un incinerador sale 500 millones de dólares y además después hay que mirar cuánto va a salir la energía que producen. Generalmente si la energía es muy cara, en los países donde ha funcionado es a base de subsidios, como en Europa. Y Europa hoy en día está  yendo para atrás en eso, además de que tiene un elevadísimo nivel de reciclado: están en el 48%, algunos por encima.

¿Y acá?
En CABA, 9%. Además tal cual está redactado el proyecto va a haber competencia porque el proyecto dice que se va a poder incinerar el reciclable que haya sido rechazado. Y si bien es cierto que existe material reciclable que se rechaza, muchas veces ni siquiera ese material llega a las plantas porque se rechaza en la vía pública. Si levantás un contenedor de color negro y miras qué hay adentro, vas a ver que la mitad o más es cartón, plástico y cosas que son reciclables que no van a las plantas.

Es decir que primero tendría que funcionar bien eso…
Exactamente. La pirámide no debe armarse con el escalón más chico abajo y el más grande arriba. Primero hay que reciclar y todo lo que no pueda ser reciclable podría llegar a incinerarse. Ahí sí funcionaría el sistema, como funciona en Europa. Ellos te dicen ‘en Europa funciona, acá también’. Pero funciona de otra forma. Con otros controles. Si hablamos de controles en Argentina, y más controles ambientales, yo me agarraría la cabeza. Porque los ejemplos sobran.

¿Hay algún país que se pueda destacar por haber resuelto bien el tema residuos?
Los países no resuelven bien el tema residuos. Lo resuelven como pueden. Los países que van resolviendo los temas lo hacen por necesidad. Europa tiene poco territorio, tiene normas estrictas de emisiones, tiene mucho compromiso internacional con el tema de cambio climático, ellos van gestionando, tienen rellenos sanitarios que no tienen las dimensiones de los nuestros. En el mundo no hay rellenos sanitarios como en la argentina. Ahí hay un escalón de gestión de residuos, y recién al final del ciclo tenés un incinerador.  Lo mismo Japón. No tiene lugar para tirar basura, entonces tiene que hacer eso. O tiene que exportarla. La necesidad muchas veces lleva a tomar decisiones. La Argentina está en situación de crisis de rellenos, pero la verdad que la forma en que plantean me da tanto miedo como que sigamos en crisis. Plantea realmente un salto al vacío. Si esto hubiese sido un tema pensado, hubiese sido debatido. Podríamos haber llegado a alternativas distintas.

¿Cuál podría ser?
Primero, comprometerse a reciclar el 75%. Es lo que estaba en la ley de basura cero. Y además ponerle esa vara al Gobierno: ¿Querés incinerar? Cumplime el 75%. Esa meta sería casi una presión virtuosa, porque nos daría un gran aliciente a la recuperación, nos permitiría seguir defendiendo mucho más de 5300 puestos de trabajo, consolidaría la industria del reciclado y permitiría que la gente tome conciencia de meterse en el proceso del reciclado. Si no lo ha hecho es porque el gobierno sistemáticamente ha cambiado todas las campañas. Todos los sistemas de recolección. Si querían hacer algo a propósito, la verdad que lo han hecho bien.

¿Por qué considerás que no se esforzaron en que las iniciativas de reciclado funcionaran?
Porque no se cree en el proceso. Porque hay una concepción de que la tecnología lo soluciona todo. Yo le transfiero todo a la tecnología y no me tengo que ocupar de la gestión. Es una concepción errónea para estos temas, no hay tecnología que solucione nada por sí misma. Después habrá que ver cómo controlamos a los que queman residuos. Porque al que maneja el incinerador no le interesa la gestión de los residuos, le interesa producir energía. De ahí va a sacar el dinero. Entonces vamos a estar en una situación de necesario control, porque si un incinerador se dispara en sus valores y comienza a emitir por fuera del estándar, hay que pararlo. ¿Quién va a parar un horno? Hay que ver quién lo para. Creo que es muy alegre lo que están haciendo.

¿Los hornos generan efectos más directos en la zona donde se encuentran?
Por supuesto, primero sobre esas zonas. Pero las sustancias que desprenden son componentes orgánicos persistentes. Entonces son difíciles de disolver, pueden viajar muchos kilómetros en el aire hasta llegar a un lugar en donde descienden. Hablando de manera muy crítica y muy cínica, no van a afectar solamente las zonas muy pobres donde van a estar instalados. Porque van a elegir las peores zonas, está claro porque hemos visto los mapas. No es que estamos condenando y sacrificando a la gente que vive en esos lugares. Porque es una de las concepciones que existen hoy. Los demás también van a estar afectados. En Buenos Aires ya se sabe que uno va a estar en Villa Riachuelo. Después va a la provincia: La Matanza, Ezeiza, José C. Paz. Por ahora están planteados por esos lados.

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