OPINIÓN

De la desaparición necesaria a la guerra imaginaria

Al cumplirse un mes de la desaparición de Santiago Maldonado, unas 250.000 personas concurrieron a la Plaza de Mayo respondiendo al llamado de su familia. Horas después de finalizado el acto, se produjeron incidentes y las fuerzas de seguridad avanzaron con una violencia asombrosa aún para los estándares generosos de Cambiemos.

Sebastián Fernández

Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos noticias de la lluvia de inversiones pero tampoco de la Pobreza Cero; es decir, una de cal y otra de arena. Además, según el FMI, Argentina está en "un proceso de recuperación" y debe llevar adelante una reforma "que promueva la inversión privada en sectores claves". Es sin duda una noticia alentadora, cada vez que la Argentina llevó adelante las reformas exigidas por el FMI y recibió sus felicitaciones, al país le fue muy bien. Sólo resta saber a cual.

El viernes 1 de septiembre, al cumplirse un mes de la desaparición de Santiago Maldonado, unas 250.000 personas concurrieron a la Plaza de Mayo respondiendo al llamado de su familia. Sergio, el hermano de Santiago, exigió su aparición y pidió la renuncia de la ministra Patricia Bullrich. 

Horas después de finalizado el acto, se produjeron incidentes y las fuerzas de seguridad avanzaron con una violencia asombrosa aún para los estándares generosos de Cambiemos. Varios jóvenes policías se pasearon en ropa de civil, con capuchas y mochilas, y se colocaron el chaleco de la Policía de la Ciudad al final, cuando refrescó, tal vez siguiendo la recomendación de sus abuelas de no pasar frío.

Hubo treinta detenidos que luego fueron indagados por la Justicia, entre los cuales tres periodistas. Aunque, según la sommelier de periodistas María Julia Oliván, en realidad se trataría de “personas con cámaras que se hicieron pasar por reporteros”. Si la oposición le paga por dormir en la calle a falsos linyeras, no nos sorprendería que extienda ese siniestro sistema a falsos reporteros.

Mercedes Ninci, por su lado, informó a través de su cuenta de twitter que “investigan si uno de los detenidos el viernes pertenece a un grupo anarquista mapuche que desde Inglaterra financiaría a RAM”. Nada dijo sobre el terrorismo kurdo ni el apoyo de las FARC, sin duda por falta de espacio.

En un afiebrado editorial, Alfredo Leuco explicó que lo ocurrido en la Plaza fue algo más grave que simples enfrentamientos: “Nos han declarado la guerra. ¿Quiénes son? Son grupos ultra minoritarios y violentos que están dispuestos a todo con tal de incendiar la República y las instituciones”.

Margarita Stolbizer, casi tan preocupada como Leuco, afirmó que "el cristinismo como oposición nos puede llevar a ser Venezuela". Es decir que cuando gobernaba CFK, nos llevaba a ser Venezuela; en cambio ahora que gobierna Macri, también. Si esto fuera la meritocracia que tanto promociona el gobierno de Cambiemos, nuestra Pasionaria de la hotelería austral y el moralismo selectivo ya tendría un consulado, o incluso dos.

Todos los detenidos del viernes fueron excarcelados a excepción de uno que tenía antecedentes penales y sobre el que había dudas sobre su identidad. Al parecer, nuestros fuerzas de seguridad no pudieron probar ni la existencia de falsos reporteros, ni la del grupo anarquista anglo-mapuche ni tampoco la de los guerreros pirómanos que buscan incendiar la República. Al contrario, hoy son los detenidos que piden investigar el accionar de la policía.

Luego del acto, Mauricio Macri habló por primera vez de la desaparición de Santiago Maldonado: "Estoy preocupado y ocupándome de ver todos los días qué novedades hay, otra cosa no se puede hacer". Es cierto, es sólo el presidente de la República, ¿qué otra cosa podría hacer además de preocuparse y leer las novedades?

Desde La Nación, el ineludible Ricardo Esteves puso en contexto la coyuntura actual: “Históricamente, los ajustes estuvieron a cargo de los gobiernos militares. Al margen de la tragedia que significaba la interrupción del orden constitucional, y de las atrocidades que cometieron, los gobiernos militares eran la contraparte necesaria del populismo”. La novedosa teoría de la contraparte necesaria abre un sinfín de análisis posibles, como el del femicidio como contraparte necesaria a las polleritas cortas, la prisión de Milagro Sala por escrache telepático como contraparte necesaria al peligro del “polo incaico-marxista” denunciado por otro pensador ineludible, Federico Andahazi e incluso la desaparición de Santiago Maldonado como contraparte a la amenaza de la “república mapuche” denunciada por la ministra Bullrich, experta en peligros tan inminentes como imaginarios.

Ocurre que nuestros reaccionarios son como el pastel de papa: nunca defraudan.

Todo lo que quieran pero ya no le tenemos miedo al censista.

COMENTARIOS