COMUNA 1

Una casa histórica de Monserrat se encuentra abandonada

La casa Altos de Ezcurra, ubicada en el barrio de Monserrat se encuentra en estado de total abandono. Denuncian que el interior está descascarado y sufre filtraciones; según el Museo de la Ciudad, de quien depende, entraría en obra en 2018.


Una de las casonas más antiguas de Buenos Aires, en la que vivió María Josefa Ezcurra, amante secreta de Manuel Belgrano, es víctima de la desidia y el abandono desde hace décadas. La construcción, en el corazón de lo que fue la ciudad colonial, data de 1830. Sus muros fueron testigos privilegiados de tertulias políticas rosistas. La vivienda presenta techos que se inundan cuando llueve y vegetación que crece entre las grietas de las paredes. El interior está descascarado, sucio, oscuro y exhibe el mobiliario original en mal estado, aseguraron los vecinos al diario La Nación.
 
La casa llamada Altos de Ezcurra, por ser de dos plantas, forma parte del barrio de Monserrat y del casco histórico porteño, una zona protegida. En 1971 fue adquirida por la entonces municipalidad de Buenos Aires, pero al no realizarse un plan integral de conservación se fue degradando con el transcurso de los años. La lucha por preservarla abarca a historiadores, escritores, vecinos y a los locales de la cuadra, comprendida entre Defensa y Bolívar, quienes elevaron un petitorio para que se retome cuanto antes el abandonado proyecto de restauración. El inmueble integra un conjunto de seis construcciones patrimoniales administradas por el Museo de la Ciudad, dependiente de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico.
 
María Josefa Ezcurra fue hermana de Encarnación Ezcurra, la esposa de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires. Según crónicas de la época, Josefa, pese a estar casada, habría sido amante de Manuel Belgrano y tenido un hijo con él. En su casona, antes pintada de rojo, el color federal, se realizaban reuniones del régimen rosista; las habitaciones cobijaron a Rosas cuando redactaba órdenes contra opositores. La mujer vivió allí hasta su muerte, en 1856.
 
Ricardo Pinal, director del Museo de la Ciudad, señaló a La Nación que el lugar se encuentra en obra. "Mienten descaradamente. No están haciendo nada", dijo el historiador Julio Orione, que vive enfrente. "Hace años que no veo obreros en esa casa", agregó Francisco, el encargado del edificio donde vive Orione. "El hecho de que no estén haciendo, no significa que no esté en obra. Hay una obra, demorada", aclaró Pinal.
 
Un grupo de feriantes de San Telmo ingresa los domingos para dejar allí sus pertenencias. "Logré entrar con ellos y pude ver el desastroso estado del interior, con derrames de agua desde la terraza, suciedad y falta de electricidad", advirtió Orione a La Nación. Los vecinos consideran inconveniente el ingreso de personas sin custodia: el interior cobija un aljibe, piezas de mobiliario colonial, objetos históricos, carpinterías y herrajes originales, que dan cuenta de la vida cotidiana de los porteños entre 1830 y 1850.
 
Miguel Ávila, dueño de la tradicional librería que lleva su nombre frente al Colegio Nacional de Buenos Aires, coincidió. "La casa Ezcurra sufre un abandono, no hay gente que trabaje ni que la remodele. Hay símbolos que pertenecieron a nuestra historia que deben ser preservados para las nuevas generaciones". Y Antonio Puca, de la Farmacia de la Estrella, dijo que la construcción muestra "la desidia de un Estado que no se ocupa por preservarla".
 
La casona linda con una vivienda tomada, dos edificios y una casa melliza, en la que vivió y murió el músico Luca Prodan, hoy Lo de Luca. Allí se realizan fiestas cuyas vibraciones de música afectarían los precarios muros de los Altos de Ezcurra, alertaron los vecinos. Pinal negó que funcione un boliche. "Simplemente los muchachos peregrinan, cada tanto", dijo.
 
El techo de la casona se inunda cuando llueve y el agua desborda sobre Lo de Luca. "No es así. Simplemente hay un sistema de rejillas de la época del Restaurador, lo que demora la evacuación", explicó el director del Museo de la Ciudad.
 
Ante la falta de respuesta, los vecinos solicitaron al Gobierno porteño y al Ministerio de Cultura que se retome el Proyecto de Recuperación y Puesta en Valor de la Casa de María Josefa Ezcurra, diseñado hace décadas por el arquitecto José María Peña. La carta fue firmada por la confitería La Puerto Rico, la Farmacia de la Estrella, la Librería de Ávila, Lo de Luca; Carmen Verlichak, autora de “María Josefa Ezcurra, la amante secreta de Belgrano”; Carmen María Ramos, impulsora de la restauración de los Altos de Elorriaga; el arquitecto Luciano Rossi y Orione.
 
A mediados de 1999, el Gobierno de la Ciudad comenzó los trabajos en los Altos de Ezcurra. Sin embargo, las obras se frenaron al poco tiempo debido a un conflicto con la constructora. Entre 2009 y 2010, se reparó la fachada y se eliminó la vegetación adherida a las paredes. Desde ese entonces hasta la fecha, nada cambió.
 
Según Pinal, hasta el año pasado se trabajó en la esquina, los Altos de Elorriaga. "Probablemente la casa de Ezcurra entre en obra el año que viene", dijo. Y explicó que el Gobierno porteño administra once museos. "No se puede hacer todo al mismo tiempo. Estamos trabajando en el Sívori, en el Carlos Gardel y en el Fernández Blanco. Los programas llevan su tiempo, y a veces no van a la velocidad que esperamos", agregó.
 
La casa de Ezcurra es la segunda más antigua de Buenos Aires; la del virrey Liniers, actualmente clausurada y en obra, es su antecesora. Fue diseñada con influencias del estilo renacentista italiano. La puerta de madera doble hoja fue construida con técnicas típicas de la época colonial. Cuenta con tres patios, un aljibe y una escalera hecha en palma paraguaya. En 1860 la planta baja fue destinada a uso comercial; sus interiores, realizados a comienzos del siglo XX, se conservan.
 

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