La pesada herencia de Bullrich

Educación Sexual Restringida

Tras sus declaraciones sobre el aborto, Ni una Menos cuestionó a Esteban Bullrich por su gestión educativa. Una investigación sobre los diez años de la Ley de Educación Sexual Integral muestra que su aplicación en la Ciudad sigue siendo parcial.

Werner Pertot

El ex ministro de Educación nacional Esteban Bullrich, quien también ocupó ese cargo durante la mayor parte de la gestión porteña de Mauricio Macri, dejó su marca en la campaña con su posición sobre el aborto. Para una persona extremadamente católica como es él, no sorprendió que se pronunciara en contra del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Pero sí cruzó el umbral de perplejidad al comparar la interrupción del embarazo con un femicidio: “Ni una menos es también que si hay una beba adentro (del cuerpo de la mujer embarazada), ni una menos porque también la estás matando", provocó. Desde el colectivo Ni una Menos no sólo lo repudiaron, sino que cuestionaron lo que hizo durante su gestión educativa. Un informe de Libres del Sur y otras organizaciones muestra que la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), que ya tiene más una década en la Ciudad, es marcadamente parcial.

Curiosamente, en el reportaje en el que comparó a las mujeres que deciden abortar con los femicidas, Bullrich se pronunció a favor de la educación sexual en las escuelas. Un informe hecho por un equipo que condujo la dirigente de Libres de Sur e integrante del Consejo Económico y Social Porteño Laura González Velasco señala que el cumplimiento de la ESI en la Ciudad todavía deja mucho que desear.

El trabajo fue hecho en conjunto por Libres del Sur, Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá) e ISEPCI y fue presentado en el Congreso cuando se cumplieron en 2016 los diez años de la ESI. Se trata de una ley cuya aplicación no solo es fundamental para ayudar a evitar embarazos no deseados y la transmisión de enfermedades, sino para ayudar a eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y fomentar el respeto por la diversidad sexual. Es decir, es una ley clave en todos los reclamos del movimiento de mujeres. Hay que decir que además de esta ley, la Ciudad tiene su propia normativa de educación sexual, que fue sancionada en 2006.

Su aplicación es una pelea constante con los sucesivos ministerios de Educación, con la sombra de la Iglesia como correlato. La ley plantea que todas las escuelas de gestión estatal y privada deben dar educación sexual integral. También se debe estudiar en las carreras de formación docente. La ley no se reduce solamente a lo meramente biológico (la genitalidad), sino que implica un abordaje psicológico, social y cultural.

Para evaluar cómo se viene aplicando esta ley en la Ciudad de Buenos Aires, hicieron una encuesta a 200 jóvenes de 18 a 25 años de edad que cursaron su secundario en territorio porteño.  La muestra se distribuyó por los distintos barrios y abarcó escuelas públicas y privadas. Se les preguntó por el abordaje de este tema en las escuelas, por los contenidos y por la importancia que ellos y ellas le dan a que se enseñe. La encuesta arrojó algunos resultados llamativos, que permiten evaluar la gestión de Bullrich en esta materia.

* De los encuestados, el 31 por ciento respondió que no tuvo ningún tipo de educación sexual a lo largo de su cursada del secundario.  

* De los que sí recibieron, la mayor parte como contenido tuvo información “orientada únicamente al funcionamiento del aparato reproductivo, la anticoncepción y la prevención de enfermedades de transmisión sexual”. Recordemos que las leyes (la nacional y la porteña) tienen objetivos más amplios, que incluyen prevenir las formas de abuso sexual y violencia de género. En lugar de eso, el 95 por ciento de los establecimientos tienen un enfoque meramente biológico.

* Un 59 por ciento señaló que no recibió ningún contenido vinculado a la igualdad entre varones y mujeres.

* Un 78 por ciento no tuvo ningún tratamiento de la diversidad sexual.

* Un 82 por ciento no trató ni de casualidad las situaciones de violencia contra las mujeres.

* Y un 89 por ciento no tuvo información sobre cómo prevenir situaciones de acoso sexual o de abuso, algo que es claramente una parte fundamental de la ley. Hay que recordar que en una encuesta de MuMalá el cien por ciento de las mujeres dijeron haber sufrido acoso callejero. Ese tipo de acoso empezó, según las encuestadas, entre los 9 y los 22 años.

* Estos porcentajes promedio se reducen más aún si se toma solamente la muestra de las escuelas de gestión privada: por ejemplo, solo un 4 por ciento de los estudiantes de esas escuelas recibió algún tipo de aprendizaje sobre las situaciones de acoso sexual. Algo que sería fundamental enseñar en las escuelas católicas, si tenemos en cuenta los múltiples casos de abuso que han involucrado a integrantes de la Iglesia.

Es decir que, a diez años de su sanción, la ESI no está siendo aplicada como se lo planteaba: se la reduce a una clase de biología, en el mejor de los casos. De hecho, la clase de biología es el lugar donde se dan estos contenidos en el 66 por ciento de los casos, cuando la ley proponía que se enseñara en forma transversal en las distintas materias.  Quizás por eso la mayoría de los jóvenes encuestados entienden que la ley tiene que ver con las enfermedades y con la anticoncepción.  La carga horaria es baja: el 63 por ciento recibió menos de 10 horas cátedra. El promedio fue de 8 horas y media en todo el secundario (son dos horas por año lectivo).

La cantidad de embarazos adolescentes (o de niñas, incluso) y el contagio de HIV-SIDA  son solo algunos de las consecuencias de una aplicación parcial de la ESI. Si tomamos una mirada más amplia, buena parte de los casos de violencia de género podrían empezar a combatirse con una ley que tomara en forma integral la sexualidad y no solamente como una clase más de biología. Pese a lo declamado por el ex ministro de Educación, eso todavía está lejos de ocurrir.    

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