COMUNA 4

El Gobierno porteño trasladó a la escuela Homero Manzi a un galpón

El viernes pasado la comunidad educativa de la Escuela Homero Manzi del barrio de Pompeya, se presentó en la reunión de la Comisión de Educación de la Legislatura para reclamar la solución al problema edilicio que sufren. Un operario está en coma, tras caerse desde el cuarto piso.


El viernes por la tarde, padres, madres, docentes y estudiantes de la Escuela Media Nº4 Homero Manzi del barrio de Pompeya, estuvieron presentes en la reunión de Comisión de Educación de la Legislatura porteña para reclamar una solución al problema edilicio que tiene el establecimiento. En los últimos años, miembros de la comunidad educativa vienen denunciando que el edificio de Sáenz al 631 no está en condiciones.
 
La reunión se desató tras el accidente que tuvo lugar en la escuela la última semana que dejó en coma al joven Gastón Carrasco, un obrero de 17 años que se encontraba haciendo tareas de refacción ordenadas por el Gobierno de la Ciudad en la escuela. Los vecinos y la comunidad educativa rechazaron esta obra porque reclaman que el predio para construir la escuela tiene que ser en Almafuerte y Andrés Ferreyra.
 
La comunidad educativa del Manzi le exigió en la Comisión de Educación que se garanticen condiciones dignas para enseñar y aprender, y que no se ponga en riesgo la integridad física de estudiantes y trabajadores. También se presentaron docentes las escuelas Normal Superior Nº 8 Presidente Julio A. Roca, de San Cristóbal; de Bellas Artes Jorge Yrurtia, en Parque Avellaneda, y el Instituto de Formación Artística Jorge Donn, en Villa Luro. Todos denunciaron ante la Legislatura los problemas de sus establecimientos.
 
Además de participar en la comisión de educación, los vecinos estuvieron reunidos con la legisladora del FpV Paula Penacca y con la comunera Victoria Colombo. En 2015, tanto Penacca como la legisladora Lorena Pokoik, habían trabajado en conjunto con la comunidad educativa para que la única escuela media pública de Nueva Pompeya sea reubicada en el predio de Almafuerte.
 
En operario Gastón Carrasco, de 17 años, cayó desde un cuarto piso y producto del golpe quedó en estado de coma y con pérdida de masa encefálica. El joven había ido a trabajar al colegio que depende del Ministerio de Educación porteño. Cuando los docentes, que vieron caer al joven, corrieron a socorrerlo, se enteraron de que la empresa contratista ni siquiera conocía el nombre del accidentado. Hubo un abrazo a la escuela y reclamos porque la obra está en marcha en medio del dictado de clases.
 
La tragedia ocurrió el jueves 11 de mayo, a las cuatro de la tarde, cuando los trabajadores de la obra comenzaron a bajar maderas desde un andamio montado sobre la cara interna del edificio, la que mira hacia el patio de la escuela. En uno de los traslados, la polea del improvisado montacargas que utilizaban se cortó y el joven cayó desde el cuarto piso hasta el pozo de la obra, de tres metros de profundidad. El operario fue trasladado al Hospital Penna, donde quedó internado en estado de coma.
 
“La angustia que estamos viviendo es terrible. Tenemos a un chico de 17 años en coma que tendría que haber estado estudiando como el resto de los pibes y en lugar de eso estaba laburando como obrero precarizado. Es muy duro porque la mayoría de nuestros alumnos son de barrios vulnerables y tienen naturalizada la muerte, no puede pasar lo mismo adentro de la escuela”, contó a Página 12 Paula Leoz, preceptora y delegada de UTE.
 
Los familiares del chico no se mueven de la sala de espera de terapia intensiva. Entre lágrimas y con la voz quebrada su abuela se lamentó: “Nosotros somos humildes, somos de Glew. Él trabaja desde los 15 años para ayudar a la familia. Tiene 13 hermanos, es el segundo más grande. El martes cumplía los 18 años”, contó a La Izquierda Diario.
 
La empresa responsable, Planobra, cuenta con varias licitaciones del Gobierno porteño. Los docentes ya habían denunciado en el área de Infraestructura Escolar que los obreros trabajaban sin cascos, sin arneses ni zapatos con punta de acero. “Presentamos escritos y fotos de la obra y nada”, denunció la preceptora.
 
A la Homero Manzi concurren alrededor de 700 estudiantes, cuenta con dos turnos y un jardín maternal. Funciona desde hace quince años en un edificio que fue sede la Universidad Nacional Tecnológica y tiene capacidad para 400 alumnos y una única entrada de ingreso.
 
La obra en cuestión, que fue aprobada en febrero de este año por el ministerio porteño, contemplaba construir el nuevo edificio en el galpón de la escuela, que actualmente cumple la función de patio, y sin suspender las actividades del establecimiento. “No podemos seguir dando clases en estas condiciones. Los chicos se quedaron sin patio y no tienen salida de emergencia; tengo una alumna embarazada de siete meses que tuvo que dejar de venir porque no hay ascensores; tenemos un jardín maternal y chicos discapacitados, y todo es muy precario”, advirtió Leoz.
 
La comunidad de la escuela hace años que viene reclamando que el predio de la calle Almafuerte y Andrés Ferreyra sea destinado a la construcción de un edificio para esa escuela. La Unión de Trabajadores de la Educación, UTE-Ctera Capital, denunció “la falta de condiciones de seguridad y de control en las obras de infraestructura escolar que lleva adelante el Gobierno de la Ciudad. Le exigimos a la gestión que garantice la seguridad personal, física y psíquica de todas las personas que asisten a esta escuela”.
 
El proyecto y conducción de la obra corresponden a la Dirección General de Infraestructura y Equipamiento de la Ciudad, ahora a cargo de Juan Francisco Freire Aurich. El representante técnico de la construcción es Helmut Kupczyk de la empresa licitadora Planobra S.A. que terceriza a los trabajadores a través de la compañía Cover Constructora S.R.L.
 
El edificio de Avenida Sáenz 631 era de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) con una población de 30 docentes y 100 alumnos. En 2002 la UTN cedió el espacio al Ministerio de Educación de la Ciudad y fue destinado a la EEM N°4 Homero Manzi, pero para 200 docentes y 600 alumnos.
 
Los problemas de infraestructura empezaron enseguida y se perpetuaron: un edificio de cuatro pisos con un ascensor que no funciona, aulas sin picaportes, paredes electrificadas, tubos de luz reventando en plena clase, un año sin baño de varones, ausencia de salida de emergencia: “El estado pésimo en el que se encuentran la mayoría de los colegios de la Capital Federal. Ya eso lo veníamos denunciando y pedíamos un predio que queda a cinco cuadras que pertenece al Ministerio de Educación y que lo usan para tirar escombros”, cuenta Leoz y agrega: “Cuando planteamos la situación en infraestructura escolar hace dos años mediante un proyecto, Carlos Regazzoni dijo que eso era imposible, pero que iba a destinar 37 millones de pesos para construir en Av. Saénz. Con esa plata levantás dos escuelas.”
 
Tras el accidente del obrero menor de edad, el Gobierno porteño obligó a que se dicten las clases en un galpón ubicado en Los Patos 3080, donde funciona un Ciclo Básico de Formación Ocupacional (CBO), por lo que se encuentran “hacinados y sin ningún miramiento de cumplir los derechos de alumnos y docentes”, explicaron los profesores a El Destape.

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