OPINIÓN

Un estado ausente y caro

En los últimos años ha habido diversas investigaciones y denuncias públicas sobre la multiplicación de la deuda de la Ciudad. En contraposición se ha escrito poco sobre cuánto y cómo recauda el gobierno porteño.

Matias Barroetaveña

En los últimos años han habido múltiples informes, notas de opinión, trabajos académicos que se dedicaron a analizar el presupuesto del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Informes que pusieron la lupa sobre cómo se divide el gasto, cuales han sido y son las prioridades de quienes gobiernan la Ciudad y, finalmente, cuánto de eso se cumple, cuánto de lo proyectado se subejecuta. También ha habido diversas investigaciones y denuncias públicas sobre la multiplicación de la deuda. En contraposición se ha escrito poco sobre cuánto y cómo recauda el GCBA.

En la última década, para sectores importantes de los habitantes de Buenos Aires el Estado de la Ciudad ha sido un Estado ausente. En el cobro de impuestos, en la multiplicación de cargas, en el aumento de tasas, ahí sí ha estado muy presente. Lo ha estado para casi todos los porteños, y para una parte importante de los bonaerenses que cada día circulan, trabajan y estudian por la Ciudad de Buenos Aires.

Analicemos algunos de los números que surgen del informe anual de recaudación informativa que publicó la Dirección General de Estadísticas y Censos.

En 2016 la recaudación del GCBA tuvo una variación interanual del 57,8%. Tuvo ingresos por 121 mil millones de pesos, 44 mil millones más que en 2015. A simple vista, una capacidad recaudatoria gigantesca. Sólo para que tengamos puntos de comparación: en 2016, el presupuesto aprobado de Córdoba Capital fue de alrededor de 12 mil millones, el rosarino fue de menos de 10 mil millones de pesos, y el de la vecina La Matanza apenas superó los 4 mil millones. Diferentes capacidades recaudatorias que obviamente se expresan en disímiles capacidades estatales.

Gran parte de ese salto en los ingresos tuvo que ver con el salto en la coparticipación. Hace ya un año el porcentaje de la coparticipación que se destina a la Ciudad  de Buenos Aires fue modificado mediante un decreto ("EL DECRETO 194/2016") gracias al cual pasó del 1,4% establecido en un decreto de 2003 al 3,75 por ciento. Esta decisión, justificada por el traspaso de la Policía Federal, significó que por coparticipación federal Buenos Aires pasara de recibir casi 8 mil millones en 2015 a más de 27 mil millones en 2016. Ese incremento, superior al “costo” del traslado, pudo ser utilizado con otros fines presupuestarios.

La recaudación impositiva de fuente propia (los impuestos que cobra el GCBA) tuvieron una variación interanual del 35,6%; unos puntos por debajo de la inflación, la cual superó el 40% en la Ciudad de acuerdo a las estimaciones oficiales del propio gobierno local. De los 93.520 millones de recaudación propia, casi el 73% corresponde a Ingresos Brutos, un impuesto a la actividad económica, al consumo, a la producción que el actual Ministro de Hacienda del gobierno nacional considera uno de los peores. Si a IIBB se le suma el impuesto de Sellos, se puede afirmar que la Ciudad recaudó en 2016 75.879 millones en impuestos al consumo y las transacciones: ocho de cada diez pesos recaudados. Un porcentaje que va en aumento año tras año fortalecido por los incrementos en los gravámenes efectuados en los últimos años.

Dentro de lo que se recauda de IIBB, aproximadamente el 45% corresponde a establecimientos y servicios financieros y de seguros. Diez años atrás esta actividad no superaba el 20% de la torta. La centralización del sistema financiero nacional en Buenos Aires, cuestión que se justifica por su cualidad de capital nacional y no por políticas de desarrollo local, y la consolidación de Buenos Aires como una ciudad de servicios explican el peso del sector. El resurgir de la bicicleta financiera como principal actividad económica multiplica estos ingresos.

A contramano de discursos de tinte cuasi xenófobos que denuncian el uso de hospitales y escuelas por habitantes de la provincia de Buenos Aires, parte importante de lo que se recauda por IIBB en CABA se debe o a producción y consumos que se dan fuera de ella o a lo que aportan el casi millón de bonaerenses que diariamente viene a trabajar a la Ciudad. Buenos Aires no es una isla, y su recaudación así lo muestra.

Volvamos al análisis de lo recaudado en 2016. Un párrafo aparte merece el ABL. El GCBA justificó el (nuevo) aumento  para el 2017 (un 30% en promedio con picos de casi el 40%) con el objetivo de recomponer sus ingresos luego del pico inflacionario del año anterior. El doble estándar del gobierno es evidente al no aplicar el mismo criterio para la negociación de la paritaria docente. Sin embargo, aún reconociendo esa incoherencia, el argumento de atraso inflacionario del ABL es inconsistente porque la recaudación por el impuesto inmobiliario creció a la par de la inflación. En concreto, en 2016 la recaudación por el ABL alcanzó los 9.689 millones, que significó una variación de 39,4% respecto al año anterior.

En los últimos años ha habido aumentos de ABL, IIBB, sellos, peajes, patentes; en 2018 entrará en vigencia un nuevo sistema de estacionamiento medido que prevé cubrir dos tercios de la Ciudad generando más y más recursos. Un continuo aumento de carga fiscal para los porteños y todo aquel que trabaja, estudio y circula por CABA. Aumentos que no se traducen en mayor presencia estatal y políticas redistributivas. Lejos de ello se ha optado por presupuestos desbalanceados, con altos índices de subejecución y déficits, los cuales justifican nuevos aumentos o endeudamiento. Una nota aparte merecen los rubros en que el gobierno prefiere no recaudar lo que debería, principalmente la concesiones, cuyos cánones irrisorios tanto en espacios públicos como en servicios privan a los porteños de sumas millonarias siempre a favor de sociedades poco claras con vínculos con el poder. Las exenciones impositivas en distritos ficticiamente armados alrededor de empresas ya establecidas son otro claro ejemplo de este estado Hood Robin.

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