La Comunidad del Sótano, un espacio abierto a los vecinos

La Comunidad del Sótano queda en Nicasio Oroño 2480, en el barrio de La Paternal, abrió en marzo de 2015. Tienen distintas actividades: los miércoles hay milonga con clases de tango, los jueves es el turno de la peña folclórica, los viernes son de zapada, los sábados noche de música y los domingos los antidomingos con diferentes propuestas.
 
Estuvimos charlando con Anabella y Daiana, dos de las responsables del multiespacio:
 
¿Cómo surgió la idea de abrir este lugar?

La idea nació hace siete años, nosotros tenemos una sala de ensayo en Jorge Newbery y Corrientes que se llama La Comunidad del Sótano, ahí se formó el núcleo-madre de este proyecto donde algunos músicos vieron que faltaba conectividad con otras patas del mundo del arte y que no hay lugares donde el artista sea reconocido como es debido.
Nosotros acá arreglamos para que la banda se lleve todo lo que recauda del cobro de las entradas y nosotros nos quedamos con la recaudación de la barra. El proyecto nace así, de buscar un espacio que sea distinto, que tenga una propuesta distinta y que se valore al artista.
 
¿Cuáles fueron sus primeras actividades?

Hicimos algunos festivales con bandas y exposiciones. El pico fue el Comufest, un festival cultural con distintas ramas del arte con música, intervenciones artísticas, talleres de reciclaje y educación sexual. Ahí empieza a tomar fuerza el espacio, fue el momento fundacional, donde se empezó a sumar más gente.
 
¿Cómo llegaron a este lugar de La Paternal?

Antes de llegar acá pasamos un tiempo por la casa de uno de los chicos en Caballito, que era una casona grande y ahí nos sumamos algunos más y surgió la idea de hacer talleres para que el arte sea un elemento de transformación. En ese espacio estuvimos casi un año y como se terminaba el contrato empezó a surgir la idea de dar el salto, empezamos a buscar lugares y planificar. Encontramos este lugar que era una gráfica donde hacían plotters y carteles, estaba destruido. Vinimos, le pusimos mucho amor, fue un gran esfuerzo en conjunto, hicimos las mesas, las sillas, revocamos, pintamos, pusimos lana de vidrio para aislar el sonido, todo está hecho muy artesanal.
 
¿Cómo se dieron a conocer en el barrio?

Arrancamos con algunos eventos fijos como la zapada, la peña, los sábados noches de música. A mediados del año pasado empezaron algunos talleres y este año redoblamos la apuesta con diez talleres que fueron evolucionando, algunos quedaron y otros se fueron. Los aranceles son totalmente accesibles, cambia según la disciplina porque algunas necesitan materiales y otras no, pero la idea que prima es la inclusión.
 
¿Quiénes son los profesores?

Lo que buscamos en un profesor no es tanto la experiencia sino el compromiso. Nos ha pasado que a principios de año empezamos con una grilla de quince talleres, de los cuales quedaron seis, pero los profes que quedaron entendieron que se están sumando a un proyecto cultural que tal vez requiere más compromiso, que no solo es venir y usar el espacio, creemos que eso es lo más importante. Este es un proyecto autogestivo, estamos convencidos que este lugar puede ser un elemento de transformación social.
 
¿Los clausuraron en algún momento?

Nos vinieron a inspeccionar muchas veces y nos clausuraron una. Es un tema al que le estamos muy atrás, tenemos un área dedicada a tener los papeles al día, son muchos los papeles y los costos. Hemos hablado con otros espacios, con los chicos de La Quince, del Café de los Patriotas. Participamos en Construyendo Cultura y en MECA. Salió la ley de centros culturales que se impulsó desde estos lugares pero todavía no está reglamentada. Creemos que el Estado debería apoyar a lugares como estos porque buscamos la inclusión, la formación, el encuentro con el barrio.
 
¿Cómo es la relación con los vecinos?

El 25 de mayo hicimos un locro gratuito en la calle para que venga el barrio, para que la gente se conozca, se siente a comer, hubo música, la idea es encontrar esa conexión. Nuestro sueño es que en algún año nuevo haya una mesa larga de esquina a esquina con todos los vecinos compartiendo una picadita, parrillas, sabemos que lo vamos a lograr.  
Nosotros salimos a timbrear a los vecinos para presentarnos y algunos te cuentan que antes se salía a la calle a tomar el mate con el vecino y que se fue perdiendo, pero siguen estando las ansias de volver a eso. Creemos que la cultura y el arte son elementos de encuentro, espacios como estos son claves para volver a encontrarnos, hoy no está ese sentido de pertenencia de los unos con los otros y es clave a la hora de elegir como vamos para adelante como pueblo y como nación, si no está ese encuentro es más difícil pensar en el otro. Estamos en un momento de crisis pero están apareciendo muchos espacios contra el tarifazo y otras cosas y está buenísimo ese movimiento.
 
¿Tienen una radio?

Sí, la radio sale en vivo por Internet, tenemos tres programas: “Todo dado vuelta”, que fue el primer programa que tuvimos, es el más institucional, hay distintas columnas; “Esquina cultura” y “Random rock”, dedicado a bandas under y artistas emergentes. Estamos proyectando un nuevo programa.
Tenemos el estudio armado y funciona como espacio de formación, hay chicos que están aprendiendo a manejar el estudio de grabación. La idea es que pueda venir un músico y grabar su disco. También tenemos un proyecto audiovisual que está dando sus primeros pasos, grabamos y filmamos acá.
 
¿Qué otra cosa nos quieren contar?

Además reciclamos! Trabajamos con la cooperativa El Ceibo que viene dos o tres veces por mes a buscar todo. Fue todo un aprendizaje porque es cambiar el hábito de mucha gente que de repente se encuentra con que tiene que darle pelota a la basura, pero de a poquito lo estamos logrando, la idea es más adelante salir al barrio. Es complicado porque el circuito de reciclaje no está, en algunos barrios están las campanas verdes que pone el gobierno, pero no sirven porque son un asco. La idea es hacer en este lugar un punto verde.  
 
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