NI UNA MENOS

Decisions are made by those who show up

Participar de movimientos, expresiones, movilizaciones y estar de acuerdo con todos es absolutamente imposible. Pero si frente a eso la opción es quedarse mirando, sólo comentando y no hacer nada, siempre voy a estar del lado de los que al menos lo intentan.

Mariano Heller
Disculpen queridos lectores por el título cipayo. No tiene que ver con snobismo en este caso sino sólo con que la traducción no suena tan linda. Ya hablaremos de eso.

Hace ya muchos años, allá a principios de los famosos noventa, empecé una vida de participación política. En aquella época reinaba el Menemismo. Ganaba cómodamente las elecciones y alineaba a todos los que se decían peronistas, Néstor y Cristina incluidos.

El Menemismo me pareció aberrante desde el primer día. Ostentación, corrupción, impunidad, Corte adicta, relaciones carnales, indultos, un combo espantoso y obviamente la lista de atrocidades es eterna.

A mi salida del secundario en un colegio pseudo cheto de Belgrano tenía necesidad de hacer algo, de participar. Reconozco que no tenía bien claro dónde, pero mi paso por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires me aclaró bastante el panorama. Quería enfrentar al Menemismo, necesitaba aportar mi granito de arena para que aquel proceso espantoso termine y empecé a participar del ámbito que me pareció más apropiado, Franja Morada. Sin pasado familiar radical me resultaba tal vez medio extraño estar allí pero mi actividad de aquella época me llena de orgullo. Y con muchos granitos de arena como el mío, muchísimos por suerte, el Menemismo no pudo con la universidad pública. Y eso que en aquella época pudo con casi todo.

Podemos estar todo el día criticando y comentando todo, pero los indispensables para que este país alguna vez salga adelante son los que efectivamente y desde el lugar que sea se comprometen para cambiarlo.



Pero mi historia personal sólo sirve para ilustrar un poco lo que quería marcar en esta columna que tiene que ver justamente con la idea de resaltar la importancia de hacer algo para cambiar las cosas cuando las cosas no te gustan o, obviamente, participar para profundizar un proceso cuando el mismo es de nuestro agrado.

Por supuesto que estas líneas no nacen de gajo. Surgen luego de haber vivido esta semana una nueva y masiva movilización del movimiento #NiUnaMenos. Difícil no estar de acuerdo con esta consigna. Debe terminarse la violencia contra las mujeres en Argentina y en el mundo. Y un grupo de personas decidió hacer algo para cambiar la realidad. Una realidad siniestra por cierto.

¿Soy fanático del movimiento? Para nada ¿Creo que hay que apoyarlo y acompañarlo? Sin duda alguna ¿Me gustan todas y todos los que participan de la iniciativa? Claro que no. ¿Es eso motivo suficiente para dejar de sentirse de ese lado? Ni loco.

Participar de movimientos, expresiones, movilizaciones, sobre todo cuando adquieren masividad, y estar de acuerdo o sentirse cómodo con todos los que lo hacen es absolutamente imposible. Pero si frente a eso la opción es quedarse mirando, sólo comentando y no hacer nada, siempre voy a estar del lado de los que al menos lo intentan.Y los intentos no suelen ser perfectos. Están llenos de defectos, de errores, a veces de oportunismos. Pero son justamente la única manera de cambiar la realidad.

Claro que me da bronca la hipocresía de algunas y algunos frente al #NiUnaMenos pero igual bronca me dan iniciativas que intentan competir o desvirtuar los intentos de muchos por hacer algo. Esta semana varios salieron con la consigna #NadieMenos como si la convocatoria original no tuviera grandes problemas con la violencia a hombres y niños. No comprendo la necesidad de la competencia de slogans. Está claro que nadie promueve la violencia contra nadie. Sólo que #NiUnaMenos intenta atacar un problema concreto que tiene que ver con la violencia inusitada que se vive en estos tiempos contra la mujeres. Alguien en Twitter, lamento no citarlo porque no recuerdo quién era, decía que es como haberle pedido a Martin Luther King que liderara un movimiento contra la violencia en general y no hacia los afro americanos.

Las decisiones las toman los que aparecen, los que están. Los que no lo hacen por supuesto que están en su derecho, pero después si las cosas no les gustan….A llorar al campito.



Ahora bien, en definitiva estimado lector y estimada lectora también (no queremos sonar hetero patriarcales), defiendo con uñas y dientes que la gente participe, que se comprometa, que haga algo aparte de quejarse de todo para que las cosas cambien. Por supuesto que podemos estar todo el día criticando y comentando todo, pero los indispensables para que este país alguna vez salga adelante son los que efectivamente y desde el lugar que sea se comprometen para cambiarlo. Que los críticos de todo sigan refunfuñando mientras algunos intentamos mejorar haciendo. Aunque lo que sea que hagamos lejos esté de ser perfecto. Siempre es mejor que no hacer nada.

Decisions are made by those who show up dije al principio. Amo esta frase del guionista Aaron Sorkin. Y reflejaba sin dudas lo que vengo diciendo. Las decisiones las toman los que aparecen, los que están. Los que no lo hacen por supuesto que están en su derecho, pero después si las cosas no les gustan….A llorar al campito.

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