Movida tropical porteña

Diez años de pura cumbia

“El desprecio no es a la cumbia, sino al cumbiero, es una cuestión puramente clasista”, dice Lucho Rombolá, alma mater del programa que empezó en FM La tribu, que hoy se emite por Radio Madre y que fue declarado de “interés cultural” por el Ministerio de Cultura de la Nación.

Por Sebastián Scigliano

Desde hace una década, Cumbia de la pura se dedica a difundir los mil y un matices que tiene una movida muchas veces menospreciada y sobre la que pocas veces se profundiza. “El desprecio no es a la cumbia, sino al cumbiero, es una cuestión puramente clasista”, dice Lucho Rombolá, alma mater del programa que empezó en FM La tribu, que hoy se emite por Radio Madre y que fue declarado de “interés cultural” por el Ministerio de Cultura de la Nación. El programa está cumpliendo 10 años.
¿Qué te parece que cambió en esta década en el mundo de la cumbia?
Desde lo sonoro y, al mismo tiempo desde lo industrial, se acentuó ese proceso que, cuando empezamos a hacer el programa comenzaba a hacer furor, que fue el ingreso de bases computarizadas para los temas, que ya a finales de los 90 se empezaba a usar, pero que era como un agregado, el famosos “bombo con palmas”, a un ritmo mucho más acelerado y acentuado, ideal para los boliches y las discotecas. Eso nace cuando algunos de los Dj´s se dieron cuenta de que canciones que eran hits, en los boliches no las podían pasar porque, al ser más lentas, más románticas, más melancólicas, el baile se caía. Hubo un artista, Oscar Belondi, que fue cantante de La repandilla, de Yerba brava y de otras agrupaciones que se le ocurrió esto. Se lo propuso a un Dj empezaron a agregárselo a algunas canciones. Eso generó que directamente se empezaran a pensar los discos así, que, a la hora de grabar, en vez de buscar músicos o de utilizar a los músicos propios, los que estaban en la banda, se empezó a hacer todo en una máquina. Eso, en 2005, era furor: la base estaba hecha en una máquina y eran todas bandas así, por lo que eso había generado una caída en la calidad de la cumbia tremenda. Nacían grupos  a los que les ponían nombre villeros, pero que ni siquiera era cumbia villera, eran grupos con estos ritmos, con una identidad similar, pero no como era la cumbia villera en los comienzos. En todos estos años eso se fue acentuando, la tecnología como base y no como agregado, a tal punto que lo último que fue furor en la bailanta fue el ingreso de bandas como Wuachiturros o Nene malo que se trata, básicamente, de un Dj que manda pistas y dos pibes que cantan y bailan. Ese modo de crear absolutamente capitalista, en el que se reemplazan seres humanos por máquinas, se acentuó muchísimo, con las consecuencias que eso genera, porque al músico se le paga por show; acá, con pagarle a dos personas y a uno que maneje la máquina, es suficiente.

Además, eso debe generar un alto nivel de rotación de las estrellas del momento.

Es la misma discusión de Papo con Hernán Catáneo, eso de la música hecha por humanos o por máquinas, que apareció en la cumbia también. La diferencia es que no decían que hacían música electrónica, se hablaba de la “movida tropical” igual que La  nueva luna, Amar azul o el Quinteto imperial, nadie se hacía cargo de eso pero, en la práctica, era música electrónica y punto.

¿Por qué te interesó hacer un programa sobre cumbia?

Antes de ser periodista, fui cumbiero. Escucho cumbia desde los 12 años, antes no tenía un ritmo que me identificara. Mis viejos no me criaron escuchando los Beatles, qué se yo. Escuchaba la música que pasaban en la radio, que era cumbia. Y después en el club del barrio lo mismo, la cumbia me pegó. La cumbia llegó a mi vida por todos lados. Y el programa surge juntando eso con nuevas ideas que me vinieron de estudiar periodismo. Empecé a trabajar en FM La tribu, que de por sí es un lugar para experimentar, te da el lugar para eso. Estaba en el informativo pero yo le hablaba a todo el mundo de cumbia. Y el programa nació de ese cruce. No es una idea nacida de un vacío que encontré periodísticamente y que empecé a estudiar desde un lugar ajeno, Cumbia de la pura es una consecuencia que me tocó vivir. 

El programa se esfuerza por rescatar de la movida tropical los aspectos musicales y artísticos, sobre los que no muchos se detienen. ¿Cómo mirás desde esa perspectiva esta nueva forma de hacer cumbia de la que hablabas antes?

Creo que si nos ponemos a mirarlo desde un lugar productivo, tiene un valor, porque es un producto nuevo que se transformó en un éxito porque a la gente le gustó, evidentemente. Y gente de distintos sectores sociales. La explicación, no la sé, le gusta al cerebro, llega de manera directa y la gente lo acepta y baila y se divierte. Ahí hay un valor y no puedo negarlo. Pero para  mí es mucho más valioso el trabajo y el sonido que se realiza a partir de una idea, de un trabajo colectivo, por más de que haya un director musical y cuando está hecho con un cuidado como para que el éxito no termine mañana. Porque se puede pegar con los Wachiturros y Nene malo, pero con una canción o dos, porque no había más. De hecho, cuando el producto se agotó, desaparecieron, aunque Nene malo todavía siga trabajando un poco, sin el furor de hace un año, claro.

Cuando hablás con los artistas y les hacés hincapié en estos aspectos de su trabajo, más ligados a lo musical, a la música que ellos escuchan, a las tradiciones en las que se apoyan, ¿cómo reaccionan?

Me ha pasado que el logro de Cumbia de la pura, lo que lo ha hecho crecer, es ahondar  en estos aspectos que no son los más habituales. Lo primero que me pasó es encontrarme con tipos sorprendidos. Luego, contentos de poder hablar de esos aspectos  por los que habitualmente no se les pregunta. Como consecuencia terminás teniendo una entrevista jugosa, porque se salen del casette del que están acostumbrados y ellos responden con el corazón, de una forma muy sincera. Obvio que no todos los artista de la movida tropical son iguales y, como en todo rubro, tenés artistas que se consideran bohemios y otros que son laburantes de la música, que harían cualquier sonido, si fuese necesario. La diferencia está en que quizás en otro época, para pegar, había que hacer algunas coas que hoy nosotros consideramos “de calidad”, pero por ahí en esa época no existía esa discusión por lo que, tal vez, esos tipos no se detienen a hablar sobre los aspectos musicales con el mismo detalle  o la misma pasión que otros. Sí es cierto que interpelar a los artistas sobre esos aspectos artísticos puntuales, sobre cómo pensaron una canción, sobre cómo nació el grupo e ir armando una historia genera una fuerza mucho más interesante en sus respuestas.

Está ese mito de muchos músicos “cultos” que tocan cumbia para sobre vivir. ¿Sigue pasando o ya hay un movimiento propio de músicos de la cumbia?

El intercambio de músicos que son de un palo pero que no pueden laburar en ese palo y encuentran laburo en otro existió toda la vida y sigue existiendo. Por supuesto que también hay pibes que aman la cumbia, querían tocar cumbia y se dedicaron a eso. Muchos tipos que venían de otro palo y que se han dedicado a la cumbia quizás al principio pensaban que era algo sencillo, pero después descubrieron que no era tan así, que había que pensar con otra lógica, que los punteos eran otros, con otras frecuencias de sonidos que no eran tan sencillos de lograr. Muchos también se creían buenos y, tal vez, no lo eran tanto si no podían laburar en sus circuitos “originales” y la movida tropical les daba laburo. Esta la historia de Reinaldo, que es quien formó Mala gata con Antonio Ríos, ya lo había ido a buscar cuando Antonio Ríos estaba en Sombras. Y dijo que no, que él era del rock, y cuando le preguntaron si tenían trabajo con eso, dijo que no tanto. Y cuando se convenció, empezó a laburar y empezó a conocer la música y es la música que le dio de comer toda la vida. Por ahí, cuando escucha música escucha Led Zeppelin, pero es del palo de la cumbia. Y el hijo es cumbiero y se dedica también a eso. Esas lógicas se van dando vuelta, circulan y la cumbia le da trabajo a todo el mundo.
La movida tropical en Argentina es un fenómeno extraño por su tamaño, para un país sin tradición tropical, como Chile o Uruguay , por poner dos ejemplos. ¿Por qué pasó?

En Uruguay y Chile, por ejemplo, sí hay movimientos de cumbia bastante desarrollados, pero la diferencia es que es casi imposible que peguen en Argentina. Es cierto que en Argentina esa movida es más grande aún y es más fácil que entren grupos de acá en otros países. Pero el primer grupo chileno importante es La sonora Palacios y es de los años 60, también consecuencia de los Guawancó, igual que en Argentina. Lo que yo pienso es que no se si Chile o Uruguay, por ejemplo,  han tenido la cantidad de procesos migratorios que ha tenido Argentina. Por supuesto que Latinoamérica es casi toda producto de la inmigración, pero no sé si en una ciudad como Montevideo o Santiago de Chile hay la misma cantidad de cruces como hay en Buenos Aires. Lo que más ha hecho crecer a la cumbia es ese aspecto migratorio. Nace de esos procesos migratorios. Los Guawancó eran un costarricense, dos colombianos, un chileno y un peruano. El Cuarteto imperial eran colombianos. En los 80, cuando explota con más fuerza, tenías el ingreso de bolivianos, peruanos con mucha fuerza más toda la migración interna. Esos aspectos han hecho crecer muchísimo la cumbia al punto de que los grupos argentinos hayan podido viajar a Chile, a Bolivia, a Perú y que, cuando viajan a Europa, es para tocar para las comunidades latinas que viven allá. Creo que tiene que ver con ese ida vuelta que tienen las personas y que hace que la música viaje y genere nuevos movimientos que, a veces, son inexplicables.

El programa hace mucho hincapié en la riqueza de los matices que tiene el moviento de la cumbia en Argentina. Sin embargo, todavía se la sigue mirando con cierto desprecio artístico. ¿Por qué te parece que pasas eso?

Es una cuestión clasista, absolutamente. No hay desprecio hacia la cumbia, hay desprecio hacia el cumbiero. Si hubiese desprecio hacia la cumbia no habría fenómenos con Agapornis o Los totora. En realidad, la cumbia trascendió absolutamente las clases sociales, a todo el mundo le gusta la cumbia. Lo que no sé es si a todo el mundo le gusta el cumbiero. Y ahí no hablamos de alguien que baila con Agapornis, que no es cumbiero, sino que es un pibe que se sumó a la cumbia. Cuando hablamos del cumbiero hablamos del interior, del cono urbano, del tren, de la visera, de ciertos estereotipos que construyen  a la identidad. Hablamos de un cierto sector social, de un cierto modo de vivir y de parecer. Eso es lo que quizás no es aceptado, porque bailar cumbia la baila todo el mundo y esos mismos que la bailan tienen cumbias en su casa, seguramente. Ahora, si les preguntás si les gusta la cumbia te dicen “sí, si voy a bailar”. No se hacen cargo de eso, porque eso sería ponerse al mismo nivel de un vago del cono urbano y eso no se acepta.

¿Qué pensás de lo que se conoce como cumbia electrónica?

Es un nuevo movimiento que tiene su valor y que hay mucha gente que disfruta de asistir a esos cruces. A mí me sugiere casi lo mismo que lo de recién, eso de ser cumbiero o tocar cumbia. No es algo que tenga que ver con la movida tropical, claramente, sino que responde a cierto sector social. A los que más les gusta es la los gringos que vienen a Buenos Aires y van a bailar a lugares de Palermo. Está bueno que exista, pero no tiene nada que ver con la movida tropical. Es simplemente tomar sonidos de la cumbia para armar otro sonido, en otro espacio ajeno a la bailanta.

¿A dónde llegar querés llegar con el programa?

Todo lo que me pasa es una sorpresa, todo lo que aprendí haciendo el programa. Me gustaría que el programa siga desarrollando esta idea de otras maneras, desde un programa de televisión hasta escribir un libro. Hay un trabajo detrás muy grande y una historia para contar que muchas veces no se conoce. Lo que más me interesa es el mensaje. Me ha pasado que gente muy cercana me ha dicho que el programa le cambió totalmente la idea que tenía de la cumbia. Gente de la radio, también, o gente que se sumó al programa y que eran de otro palo y que cambiaron absolutamente la forma de ver a la cumbia y que, aun sin que les guste, ahora la respetan y le tienen cariño. Eso es lo que a mí más me interesa.


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