CONTRATACIONES IRREGULARES

In Niembro we trust

Por qué la denuncia sobre los millones que cobró la empresa del candidato macrista impacta de lleno en el relato PRO. Una vieja estrategia en la Legislatura para ponerle punto final. Los otros casos Niembro.

Werner Pertot

Aunque los macristas se nieguen a admitirlo, el caso Niembro impactó en el discurso de campaña como ninguna otra denuncia. Después del procesamiento por las escuchas ilegales que “a la gente le importan un carajo”, según nos enseñó Jaime Durán Barba, después del chico muerto en Soldati, del que rápidamente todos eligieron olvidarse (lo que dice eso de nosotros como sociedad da para más de un estudio), los contratos por 23 millones de pesos que cobró la empresa vinculada a Niembro chocan de lleno con el discurso de Mauricio Macri sobre la corrupción. Por supuesto, si hubo o no delito será determinado en Tribunales. Pero en una campaña rige la máxima de la mujer de César: además de ser honestos, Niembro y Macri deberían parecerlo.

Hay preocupación en el PRO, aunque hacia afuera niegan todo. La denuncia tiene todos los condimentos que indignarían a cualquier asistente a los cacerolazos: contratos por 23 millones cobrados por una empresa vinculada a un candidato, que no tiene empleados ni balances. A eso se suman otros 3,6 millones más cobrados por la escuela de periodismo de Niembro, que seguiría recibiendo dinero luego de haber cerrado; más millones recibido por el socio de Niembro (que hasta la semana pasada era también candidato), aún más dinero que fluyó hacia la ex esposa de Niembro –el comentarista deportivo aclaró que son subsidios a su comedor en La Boca- y hasta, con cierta malicia, podrían sumar a la hija de su ex esposa, actual comunera del PRO en la comuna 2. Huellas por todas partes. Para el cacerolero, lo único que le falta a Niembro es ser kirchnerista.

“Confío en Fernando”, repitió la candidata a gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. “Fernando es un testimonio honesto, sincero y la relación con la Ciudad es absolutamente transparente”, aseguró el candidato presidencial de Cambiemos. Los dos sostuvieron que “Fernando va a poder explicar esto”. Por si alguno se olvidó: Vidal es la vicejefa de Gobierno. Macri es el jefe de Gobierno. No son meros observadores sino los responsables de los pagos que recibió Niembro en su aceitada relación con el poder macrista. Son ellos los que tendrían que estar ofreciendo detalles sobre qué se pagó, con qué mecanismos.

El líder del PRO desempolvó una vieja estrategia: dejar pasar el pedido de informes en la Legislatura. Lo hicieron, eso sí, en una sesión sin debate para ahorrarse los discursos kilométricos de los opositores. Con esa táctica ganaron 40 días.



Hablar como si no se tuviera responsabilidad es una salida enunciativa que Macri ya ensayó otras veces. Cuando eso no funcionó, porque incluso los pilares mediáticos de la campaña macrista salieron a exigir renuncias o que devolvieran la plata, el líder del PRO desempolvó una vieja estrategia: dejar pasar el pedido de informes en la Legislatura. Lo hicieron, eso sí, en una sesión sin debate para ahorrarse los discursos kilométricos de los opositores. Con esa táctica ganaron 40 días para responder las dudas que surgen del caso, tiempo suficiente para que pase lo peor de la campaña. La estrategia reprodujo, en menor escala, el giro que dio Macri con el caso de las escuchas ilegales cuanto se autodenunció ante la Legislatura para que sus diputados rápidamente lo absolvieran. Ahora los armadores bonaerenses trabajan para ir corriendo a Niembro del centro de la campaña sin que se note.

Demasiado esfuerzo para algo que los macristas sostienen que no tiene fundamento y que se desvanecerá en el aire en cualquier momento (hace dos semanas, a todo esto, que el caso Niembro los atormenta). Un estudio de la consultora Es Viral, que conduce Martín Romeo (@Queruzo para los amigos), da algunas señales de cómo impacta esto en las redes sociales, más allá de la escasa cobertura que le dieron algunos medios. El 99 por ciento de las menciones al caso en las redes sociales son negativas. A esto hay que sumarle las constantes preguntas que recibe el procesado jefe de Gobierno sobre el tema, que lo sacan de sus ejes de campaña.

El problema del impacto no pasa por la gravedad del caso –ha habido cuestiones más graves; la de Soldati vale como el ejemplo más reciente- si no por cómo el PRO construyó su relato. Si bien no era uno de los temas centrales del discurso de Macri, al aliarse a Elisa Carrió, el líder del PRO se sumó al discurso binario que pone toda la corrupción del lado del kirchnerismo y toda la decencia del lado de Cambiemos. El affaire Niembro viene a romper ese discurso simplista y deja a los macristas incapaces de convencer –no ya sólo de explicar- a la población de que la corrupción está toda de un lado. Dicho sea de paso, este caso no excusa a los Ricardo Jaime ni a los Amado Boudou, ni ninguna de las otras investigaciones que caen del otro lado de la cancha. Pero el kirchnerismo no construyó su campaña desde el discurso del honestismo. El PRO, sí. “No tenemos ningún caso de corrupción”, sostenía el jefe de Gobierno electo, Horacio Rodríguez Larreta, en la campaña porteña. Eso es lo que hace esta denuncia tan difícil de explicar a sus votantes.

El otro problema que enfrentan es que lo de Niembro no parece ser un caso aislado. Cuando terminen de explicarlo, quizás nos puedan dar algún detalle sobre estas contrataciones: las licitaciones que gana año tras año la cuñada de Larreta, Julieta Spina, a las que se presenta ella sola y por las que cobró sólo este año 7,5 millones de pesos; o bien las contrataciones “de urgencia” (con el decreto 556) para un recital de Violetta de un grupo de empresas que comparten accionistas y hasta la dirección por otros seis millones de pesos; o las cuatro empresas que ganan todas las licitaciones privadas en las comunas, organizadas desde el Gobierno porteño; o bien los 45 millones que cobró la empresa del puntero macrista Oscar “El Gitano” Remorino en la Villa 31, según denuncia el ex legislador Facundo Di Filippo; o tal vez pueda explicar los contratos que recibió la empresa del ex legislador PRO Avelino Tamargo por otros 22 millones de pesos; o quizás nos brinden detalles sobre las contrataciones directas que ganaba la ex asesora de la funcionaria macrista Paula Uhalde, ahora investigada en una causa penal. Por no mencionar los 1.700 millones que se llevó Techint durante los dos años que estuvo parada la obra de la línea H del subte o los contratos del asesor en las sombras, testigo del casamiento y amigo de la infancia de Macri, Nicolás Caputo, que se multiplicaron por diez durante la gestión PRO: en 2007, Caputo tenía contratos por 120 millones y ahora los negocios llegan a 1.200 millones con 14 licitaciones de reparación de escuelas, mantenimiento de espacios verdes, limpieza de hospitales y un largo etcétera.

El gobierno de Macri tiene el tope más alto para contrataciones directas del país (mayor al del Estado nacional, y al de la provincia de Buenos Aires) y un decreto para “urgencias” que le permite decir que todo esto fue legal. Lo difícil es seguir haciendo campaña con el honestismo en medio de una tormenta de sospechas.

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